Antes de la cuarentena parte 1

806 81 15
                                    

¿No les ha pasado que llegan a un punto donde solo te topas con una pared y ya no hay vuelta atrás?, así se sentía el azabache respecto a su relación amorosa.

Tantos años juntos compartidos, bellos y felices momentos, otros no tan agradables pero siempre juntos... Entonces, ¿Cómo llegaron a ese punto?. No tenía una respuesta para ello, la rutina, el trabajo absorbiendo todo de ellos dejando a penas unas migajas de minutos para compartir entre ellos pero estaban tan agotados y estresados, que en vez de aprovecharlo en darse mimos como de costumbre... solo peleaban, incluso por cosas bobas.

Cuantas veces se encerró en el baño llorando por cómo se daban las cosas o todo lo que se decían enojados, una vez acostados o el rubio o él, daban su brazo a torcer pero todo tiene un limite.

Era muy tarde en aquella noche de marzo, aún se sentía algo de bochorno pero la fresca brisa aplacaba esto. Se encontraba  en su sofá, la televisión encendida pero no prestaba atención para nada, se encontraba recordando lo ocurrido esa mañana luego de la fuerte pelea que había tenido la noche anterior con el argentino, ambos se despertaron e hicieron todo por su lado cuando hace un tiempo no podían separarse ni dejar de besarse, hoy en la mañana lo único que rompía aquel silencio era el sonido de la cafetera y la puerta cerrándose, tras la salida de uno de los jóvenes hacia su trabajo.

Escucho la puerta de aquella casa abrirse, enderezó la espalda sentándose aún más derecho. Se sentía nervioso, debía hablar de forma definitiva con el mayor o se volvería loco.

-Martín... - llano una vez noto dentro de su campo de visión unos cabellos rubios y brillantes ojos verdes, su corazón latió en protesta a lo que estaba apunto de hacer.

La respuesta del más alto fue un simple asentimiento de cabeza, algo no andaba bien y podía notarlo, Miguel estaba muy serio sin dejar de mover su pierna derecha de manera nerviosa.

-Debemos hablar, por favor toma asiento.

Vio al de ojos verdes suspirar y tomar haciendo en el sofá de uno, Justo frente a él. El mayor dejo caer su maleta a un lado y con un movimiento de mano le indicó que siga.

-Esto no está bien...

-¿A que te referís con que "esto no está bien"? - su expresión seria y mirada fría, las cual usaba a modo de defensa ocultaban el miedo que tenía al escuchar de los labios del peruano aquello que no deseaba oír nunca.

-Nosotros, ya no es lo mismo que antes. - la dorada mirada cayó unos minutos al suelo, noto como pasaba su lengua por aquellos carnosos labios. Los cuales se le antojaban siempre.

Al no notar indicios que el argentino quisiera agregar algo, decidió continuar.

-Yo te amo...- esas palabras sonaron tan amargas en su garganta y labios- pero estar así me daña, nos daña. Parece que nuestra simple presencia molestará al otro, quisiera que todo fuera como antes cuando llegábamos y apenas nos veíamos, nos besábamos y no nos separábamos pero...

-¿Pero? - su voz salió algo ronca, dándole un toque más brusco de lo que hubiese deseado pero Miguel estaba mencionando todo aquello que el no quería oír y se negaba a aceptar, su relación se había estancado.

-pero ya no es lo mismo, no necesito mencionar las demás razones. Estoy seguro las tienes más que claras - la indiferencia que mostraba ante el tema y las pocas ganas de participar en aquel diálogo, lo molestaba de sobremanera.- ¿no vas a decir nada?.

-¿Qué queres que te diga Miguel?, ¿que tenes razón en lo que decís? - su molestia se veía reflejada en cada palabra, llegaba del trabajo agotado y lo único que quiere es poder abrazarse a Miguel, reír de las cosas bobas que les haya ocurrido en el día  y compartir juntos, no estaba molesto con el peruano sino con él porque es consciente en cómo se estaba comportando pero no podía evitarlo.

Estaba enojado con toda esa situación y lo que los empujó a llegar hasta ese punto.

Noto como el de piel canela arrugaba su nariz, era un claro gesto que hacía cuando trataba de aguantar su enojo o las ganas de llorar, se mordió la lengua.

-¿Qué es lo que vos queres?.- soltó en un tono de voz bajo.

"¡Solo quiero que estemos bien! " fue lo que cruzó la cabeza del más bajo pero solo guardó silencio unos minutos bajo la atenta mirada esmeralda.

-Quiero tiempo, debemos darnos un tiempo. - soltó de golpe, esperaba que el mayor se negara o que de sus propios labios escapara un " o tratar de solucionar esto" pero un bufido atrajo su atención.

El mayor reía sin gracia mirando a un lado.

-Terminar...eso es lo que deseas. 

-No, no es eso...

-¿Que no es eso?, ¡pero si acabas de pedirme eso hace unos segundos! - se paró de golpe caminando como león enjaulado comenzando a soltar insultos a diestra y siniestra.

En otro momento aquello al peruano le hubiese causado mucha gracia pero en esos momentos de sentía imposible el poder reír.

-Un tiempo mis bolas, Miguel.- vió al menor con intenciones de hablar pero lo detuvo- mañana alístate mis cosas, me iré si es lo que deseas.

Se retiró de aquel lugar hacia la que solía ser su habitación, antes de cerrar la puerta pudo escuchar un sollozo.

Miguel sentía las lágrimas caer de sus ojos como si de un pequeño riachuelo se tratara, parecía que no se detendrían nunca. Solo cubrió su rostro, su intención era que pudiera  arreglar todo esto...entonces, ¿cómo terminó todo así?.


Entrada la noche, Martín salió de la habitación y se encontró con el azabache acostado en el sofá, iba a despertarlo para que pudiera descansar en la cama pero se detuvo al ver aquellos ojos algo hinchados, totalmente rojos al igual que su nariz aún podía apreciar el camino de lágrimas secas en sus mejillas.

Lo tomo en brazos y lo acostó en la cama, acarició su rostro. El no se encontraba mejor, tenía los ojos igual de rojos y un dolor de cabeza que no soportaba. Suspiro y tomo la mano del peruano entre las suyas acariciando esta.

Era difícil ver al que consideraba el amor de su vida dormir, sentía que su historia junto a él llegaba a su final en aquella noche. Solo pudo guardar silencio recordando todos los buenos recuerdos, descubriendo que el amor que siente por el peruano  sigue ahí como una hoguera de fuego ardiente que cada vez se volvía mas grande y fuerte.

Deseaba poder levantarlo, decirle cuando lo amaba besarlo y entregarse uno al otro pero no podía, algo lo frenaba y tal vez era el miedo de presionarlo y hacer que aquella relación se quebrara aún más.

Se acercó a Miguel y dejó un suave beso en los labios de esté, sintiendo miedo de que este podría ser la última vez que siente aquellos labios.

Salió a paso silencioso de aquella habitación no sin antes darle una rápida mirada a la silueta del peruano acostado sobre aquella cama.






———————————————————————-

Salió algo dramático pero es lo que mi alma y corazón me pedían hacer 🥺, no recuerdo si lo explique en el anterior jejeje pero quiero hacer como un corto de la relación de Tincho y Migue antes de la cuarentena, cómo volvieron a unirse y soltarse de la rutina que los estanco en su relación.

Espero les guste.

La vida diaria de Martín y MiguelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora