Traidor

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Akihiko sonrió al ver la hermosa figura que se aproximaba con sus colores, el yukata plateado con bordados lila que vestía Misaki fue el aliciente para que rompiese el protocolo.

El ojiverde se ruborizó por el detalle galante de besar su mano que hizo el heredero legítimo del clan Usami. Detrás de él Takahiro vestía de un sobrio kimono masculino de color negro con bordes dorados en representación de la casa Takahashi, los ojos matista se cruzaron con los del Delta que de inmediato desvió el rostro ocultándose con la reverencia propia que debía realizarse en la jerarquía.

Hiroki se cubrió la boca con el abanico evitando que la expresión de su cara delatara la charada, la cual era magistralmente representada por su amigo y el destinado de Ijuuin. Mentalmente se imaginó la cara del Omega si viese a su pareja fascinado por quien lo llevó a ocupar el lugar que le correspondía como consorte del nuevo líder del Consejo de Oriente.

La noche continuó llena de protocolos que debían repetir los seleccionados para ocupar el cargo de cónyuges de quienes regirían el futuro de Licosura por los próximos treinta años, fecha en la que sus herederos —al igual que esa noche—, tomarían el lugar de sus padres. Cada movimiento era supervisado por los acudientes que corregían con la "voz" las equivocaciones que pudiesen tener. Kamijou al no poder escuchar sino la de destinado, había aprendido cada paso de memoria, por más que la Beta que tenía como madre estuviese regañándole, no podía exasperarlo como lo llevaba haciendo desde Belewe.

Una vez finalizada la cena, pudo salir el Caramel a la terraza, la brisa marina le dio el descanso que necesitaba para lo que faltaba de la semana.

—Como siempre tan delicioso —la frase le colocó en alerta, podía ser malo recordando caras o nombres, pero ese aroma nunca lo olvidaría. La tarde del ataque regresó vívidamente a su memoria, el Alpha a su espalda lo abrazó haciéndole notar la condición en que se hallaba—. Ninguno de los hombres que te cortejan tienen la fortaleza que se necesita para domar a una fiera como tu Hiroki.

—¿Consideras que tú la tienes? —cuestionó con burla—. Que recuerde te deje al borde de la muerte hace unos años.

El Alpha acarició por debajo de las ropas del castaño, que poco pudo hacer para detenerlo, las feromonas a incienso y mirra estaban causando estragos en su resistencia, lo mismo que sucedió el día que asesino a sus otros agresores.

—Ni Takano y muchos menos Tsumori podrán tenerte, a menos que planees que tengan el final de tu amado psiquiatra Kusama —la mano con el anillo fue levantada para quitar el único recuerdo del humano que lo trató como si no fuera un peligro para la sociedad—. Tu madre dice que aún no has podido traducir los pergaminos, lo cual sé que es mentira, así que has tu función o atente a las consecuencias.

Hiroki fue arrojado hacía delante con fuerza, escasamente pudo recobrar el equilibrio antes de chocar con el suelo. Su corazón se estrujó al saber que lo de Nowaki no fue un accidente, con tristeza recogió el aro de oro que llevaba el nombre de los dos, aunque el ojiazul siempre hablaba de un futuro juntos, sabía que primero debía tomar la decisión de abandonar su origen. ¿Qué implicaba realmente ayudar a su madre?

No era solo traicionar a sus amigos, era dejar de lado todo en lo que creía, y lo que la profecía explicaba como el futuro de la sangre de Licaón.

—Así que ahora eres el prometido de Tsumori y próximo padre de los herederos del sur —la voz de Masamune lo tensó, dio vuelta para ver a su destinado.

«Quería creer que tu tiempo en prisión fue reducido por comportamiento —habló Takano seguro que lo escucharía—, pero verte con ese imbécil me demostró que usaste otras técnicas».

La indignación de Hiroki fue en aumento junto con su ceño fruncido.

—¿Por qué siempre hablas de lo que no sabes? —gritó a su destinado, desde jóvenes el ojiavellana prefería herirlo para mantenerlo a raya—. Eres un estúpido, si para ti soy tan poco, entonces hagamos lo correcto: ¡Rompe el vínculo!

Takano se abalanzó hacía el chico que desde los quince años despertaba su instinto cercándolo con sus respuestas y colocándolo en estado de constante agitación, ¿no entendía cuál era la razón del reclamo?

«Jamás, te prefiero muerto que con cualquiera de los descendientes del Sur».

El ingreso de varios a la terraza para ver los juegos pirotécnicos evitó que continuaran la conversación. En medio de los presentes divisó a su madre con un hombre alto y rubio que de espaldas podía compararse con Yasushi, Hiroki recordó las palabras del texto, y comprendió que a partir de esa noche el objetivo sería Akihiko y no Misaki, aunque nadie hablaba del tema, todos decían que la rabia de Natsuko en contra de Haruhiko era porque ella no había corrido la misma suerte de ser entregada a sus verdaderos padres, la peliplata fue criada por humanos, alejada de las costumbres de la manada.

Importándole poco el peligro que corría, siguió disimuladamente al Alpha que abandonaba el recinto. Al llegar a la puerta, el auto arrancó concluyendo con su persecución. El celular en el bolso del kimono vibró, era Iokawa, de inmediato contestó.

—Estamos con tu amigo, espero que esto tenga algún sentido —la voz del humano era preocupada, el Nephrite se recuperaba con lentitud, y el viaje había sido un riesgo demasiado grande para su salud—. ¿Cuándo hablarás con Yasushi?

—Por el momento es imposible, por favor avisa que mañana nos veremos a la hora acordada, deben estar presentes todos —presintiendo la pregunta del galeno, cortó cualquier duda—, aunque no creas, también tienes un papel en este juego, hazlo por tus sentimientos.

El médico no respondió a la aseveración, finalizando la llamada fue al lado de su paciente que terminaba de colocarse las prendas para dormir.

Henmi lucía demacrado, pero al menos su salud mejoraba con el paso de los días, ayudándole a sentarse frente a la mesa le pasó los alimentos que debía consumir. El Nephrite sonrió con dulzura, a pesar de su devoción sabía que nunca sería correspondido, el Omega amaba a su destinado, y por más que Tsumori aseguraba que necesitaba que el lazo se rompiese antes de Aíma para unirse sin consecuencias a Kamijou, sabía que la noche que le prometió acabar con la vida de Kazuma para que no sufriera, algo había pasado entre los lobos.

—Prometeme que nunca me vas a abandonar —la petición del ojimarrón lo sorprendió, su mano fue sujetada con dulzura—, no quiero alejarme de ti.

Shiro besó la mano de Henmi, estaría con él hasta el final.

Castigo DivinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora