Yokozawa se levantó procurando apagar la alarma que podía despertar un batallón, pero que indudablemente no movería a Shinobu.
Se bañó lo más rápido que pudo para pasar a colocarse las lentillas y aplicar las feromonas sintéticas que evitarían ser descubierto por el fuerte aroma que presagiaba la proximidad de su celo. Al menos por el tiempo que tuviese que cuidarlo, solo sería un día, pero uno en que los fuertes dolores y las ganas de encontrar pareja se acrecentaría.
Takano le había prometido que en ese momento él y Misaki cuidarían del pequeño rubio, mientras podría estar en el refugio o lo más recomendable, cambiar a su forma de lobo para evitar ceder a sus impulsos.
Ingresó a la habitación de Shinobu y lo movió suavemente, la manera como cubrió su cara y lanzó un insulto descuidado fue suficiente para saber que no lo lograría tan fácil. Miró a Sorata que parecía pedirle disculpas por la profundidad en que lo había sumido, pero los fuegos artificiales y la música sonaban tan fuerte la noche anterior, que era la única manera de mantenerlo alejado.
Suspirando agarró el cobertor y con un fuerte movimiento hizo que el muchacho cayera de inmediato de la cama. Con los ojos abiertos y sobando el golpe de sus glúteos, lo mandó a comer mierda como siempre que le despertaba de esa manera. Yokozawa solo dijo la hora, esta vez no hubo reclamos, tomó el ajuar que debía llevar ese día, y corrió al baño, pronto Misaki llegaría y él ni siquiera está listo.
Takafumi bajó para observar en la entrada al castaño que sin duda estaría congelándose, abrió la puerta y le invitó a seguir. Misaki arrugó el ceño e ignoró el saludo, el olor a vainilla era tan fuerte que le indicaba que se mantuviese lejos. El mayor dejó el genkan para comenzar a preparar el chocolate caliente y los panqueques que daría a comer a su protegido. La Alborada era la fiesta de los jóvenes, la bienvenida a Calisto y la celebración de las bondades que había dado a la manada, pero también era la oportunidad de beber libremente y disfrutar de los juegos sensuales que los Omegas y Betas entre los diecisiete y los veintitrés años, experimentarían sin la reprobación de los Alpha.
El olor del desayuno y el frío que se estaba colando por debajo del abrigo, hizo que resignado Takahashi cediera olvidándose del odio que manifestaba por el ojiazul.
En la mesa un puesto estaba preparado para él, sin dudarlo se sentó para disfrutar de la deliciosa comida.
—Misaki sé que mi relación con Takano te molesta, y que tal vez no soy el mejor para comunicarme, pero —el ojijade escupió el trago de la bebida que tenía en su boca al ver la dogeza que el Guardián le hacía—, te pido disculpas por mi comportamiento y agradezco tus cuidados para con nosotros.
El castaño no daba crédito a lo que veía, era cierto que en el Resguardo solo él, Miyagi y Takano conocían que eran sobrevivientes de los Ojos Grises, y que más por el amor que le tenía a Masamune había guardado el secreto; sin embargo, hacer eso estaba por encima de cualquier límite.
Con verguenza Misaki le hizo levantarse, cuando lo vio y comparó las estaturas, prefirió haberlo dejado en la antigua posición.
—El solo hecho de permitir que los demás crean que la apariencia y el olor que desprendemos Shinobu y yo, sea tomado como real, que lo cuides como si fuera tu hermano menor y le guíes cuando no estoy es más que suficiente para pedirte disculpas si mi actitud con Takano te ofendió.
Misaki asintió, y movió la mano sin darle importancia.
—Soy celoso con todo lo que amo, tal vez por eso cuido tanto a Shinobu-chin —contestó ruborizado. De pronto devolvió la mirada al mayor para preguntar sin darse cuenta por algo que había comenzado a molestarle—, puede que no esté detrás de Takano, pero ¿por qué anda de encimoso con Miyagi?
En esta ocasión el que se atoró con la bebida fue Yokozawa, la carcajada salió limpia y sincera. Tal vez solo él se había percatado del trasfondo de esa pregunta, una que por lo visto el mismo Misaki ignoraba y confirmaba las dudas que le presentó a Takano.
—Yô fue su cuñado —respondió Shinobu haciendo un gesto de rabia a su amigo por lo imprudente, Takahashi sabía su gusto por Yokozawa, así que asumió que era la mejor manera de ayudarlo. Desafortunadamente las cosas no eran tan fáciles—. El viejo lo cuida desde que el imbécil de su hermano rompió el compromiso que tenían, cuando se enteró que debía volver a la Manada.
—¿Has vuelto a saber de él? —ahora hablaba el interés de conocer el "chisme", Yokozawa despeinó al castaño que con un puchero supo que no obtendría respuesta.
—No, y espero no volver a encontrarlo...
La manera como fue tirado a la parte trasera de la camioneta y las ropas desgarradas por quienes ni siquiera conocía le hicieron entender que no era tan fuerte como creía. Desde sus veintidós años vivía en la ciudad trabajando tranquilamente con los humanos, cuando percibía algún Alpha, procuraba aprovechar su mutación para evitar contratiempos, no obstante, en esa ocasión las cosas se salieron de control.
Caminaba rumbo a la biblioteca cuando un aroma le congeló por completo. Su boca se sintió salivar y su entrada comenzó a humedecerse. Como pudo corrió rumbo al edificio que se veía como su salvación, antes de poder cruzar la calle alguien lo haló con brusquedad, golpeándolo. Escuchaba risas, las feromonas dentro de ese automóvil le daban asco, quería vomitar, empero, un nuevo golpe y la sensación de estar siendo sujetado por sus piernas desnudas y por las manos, presagiaron su final.
—Abre la boca bonito —era una orden disfrazada de petición, no quiso seguirla y fue golpeado de nuevo.
Puesto sobre su estómago y separadas las piernas para violentarlo, hizo lo único que podía. Respiró profundo logrando calmarse, los ojos marrones cambiaron al color del caramelo derretido, y el aroma a chocolate y cereza desapareció por completo.
Confundidos los Alpha soltaron su agarre, lo más rápido que pudo se movió a la puerta para escapar. Sujetado de nuevo por uno de sus tobillos fue sometido mientras le avisaban que Omega o no, ellos eran superiores.
Y simplemente ocurrió, la rabia de verse sostenido en contra de su voluntad y apuntado con un arma, le provocó que actuara por instinto, ese día se transformó mordiendo las manos de los Alpha, un delito que concluyó con los disparos que hizo a los cuerpos que gimoteaban por la mutilación.
Abrió los ojos asustado, hacía años no tenía ese sueño. Ritsu acarició su cabello preguntándole si estaba bien. Asintió pidiéndole un poco de agua.
—Levántense, ya llegamos y debemos unirnos con los otros del grupo.
El sonido de las esposas y la burla del castaño enfureció al pelinegro que se acercó para quitárselas.
—Poco me importa que Kirishima sea tu familiar, si tratas de escapar, te mataré con gusto.
La puerta del camarote se abrió dando paso al Omega encargado del grupo, Henmi sintió lo pesado del ambiente y miró disgustado al hombre que se suponía era su jefe por jerarquí militar. Pero como él era la pareja del más joven de los Mayores, nadie podía oponerse a las órdenes que apoyadas por su Alpha serían "sí" o "sí" acatadas.
Descendieron después de que se comprobó que el transporte estaba esperándolos, al verlos bajar Takano se aproximó a Risako que hasta el momento había hecho los trámites. El rostro del Alpha frente a él fue suficiente para olvidar su compostura, tirando el cigarro estampó su puño con fuerza en la tez del militar.
—Yo también te extrañé Masamune, un gusto saber que no me olvidaste.
—¿Qué haces aquí Yasuda?
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Castigo Divino
FanficCuenta la leyenda que Zeus castigó al rey de Licosura convirtiendo en un lobo a él y a sus cuarenta y nueve hijos varones. Hoy en día ese linaje convive con la humanidad, son considerados leyenda y temidos por su supuesta ansia de sangre. No obstan...