1999. | Chaelisa |

El segundo asalto.

"Ganas tú el segundo asalto

Y lo haces sin mover tus brazos.

Esto sí fue un gran impacto.

Golpeas bien, lo haces bien."

-Love of Lesbian: El segundo asalto.

* * * * *

Puedo asegurar que la semana de selectividad fue de las peores de mi vida. Mis padres apenas pasaban tiempo en casa, Álvaro ni siquiera me hablaba, Lisa me llamaba y yo solo le daba al botoncito rojo para no saber nada de ella, pero me comía la cabeza cada tarde pensando en la pelinegra.

Para más desgracia, Loren no se presentó a la selectividad, y supuse, aunque con algo de sorpresa, que debía haber suspendido alguna asignatura.

El último día de exámenes me prometí que iría a visitarlo.

— Oh, hola, Rosé.

Me incomodó la mirada de la madre de Loren, y su postura, prohibiéndome mirar más allá de su cuerpo.

— Hola, Lola. ¿Está Loren?

— ¿Loren? No, no está. Se ha ido con su abuela, va a pasar el verano en el pueblo para estudiar. Ya sabes, aquí se distrae y eso...

Me quedé en silencio cuando un hombre apareció por las escaleras y ella se giró para despedirle. Musité un simple adiós mientras se metía en el coche y devolví toda la atención a Lola, que parecía impaciente de que me fuera.

— Bueno, pues... Yo... Bueno, ya lo llamaré, supongo. Gracias, Lola.

— Adiós, Rosé.

Me quedé unos segundos observando la puerta que se acababa de cerrar en mis narices, recordando todos los días que había pasado en aquella casa con mi mejor amigo. Lo que más me dolía de todo, era que se había ido enfadado conmigo, pero sabía que Loren sería capaz de perdonarme, y me alegraba de que se distanciara un poco de Emma.

Decidí irme, porque tampoco hacía mucho ahí parada y cuando llegué a casa, me encontré con Álvaro sentado en el sofá.

— Hola. — Saludé, sentándome a su lado. Llevaba tantos días sin hablar con él, que necesitaba su presencia. — ¿Qué tal?

— Rosé, aún tenemos una conversación pendiente. —Contestó él, bajando el volumen a la televisión para girarse hacia mí — ¿Qué hacías con cocaína en el bolsillo?

Suspiré y bajé la mirada a mis manos, mordisqueando y maltratando mi labio inferior. No quería que mi hermano tuviera una mala imagen de mí, pero tampoco quería que la tuviera de Lisa. Total, ya me había dejado claro a mí mismo que lo de Lisa había terminado.

— Era mía. Salí y se lo compré a un chico. Me dijeron que no solía ir la policía así que me confié y eso fue lo que pasó.

— ¿Qué tiene que ver en todo esto Lisa?

— Nada. —Contesté tajante, porque realmente no quería que tuviera nada que ver, me negaba a confesar que ella pudiera ser tan horrible como para hacerme esa mala jugada. — Lisa no estaba allí, salí sola.