Las malas lenguas.

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"Y aun así,

pienso quedarme hasta el fin.

Hasta que digas "no da para más"".


-Love of lesbian: Las malas lenguas.




* * * * *




Me tuve que quedar todo el día castigada, y por las veces que entró mamá a la habitación para asegurarme de que seguía ahí, pude suponer que me iba a quedar también toda la semana.

Al día siguiente, cuando llegué a clase, con unas ojeras que me llegaban al suelo, vi a Loren sentado sobre mi mesa. Ya sabía que no me iba a librar de su interrogatorio, pero esperaba que al menos tuviera la decencia de dejarme una hora para despertar del todo.

— Madre mía, por fin sé algo de ti, capulla, ¿me vas a contar ya o qué?

No, no la tuvo.

Loren se llevó una mano a la boca, sorprendido igual que yo por la noticia, y es que no era normal que Rosé Park perdiera el control de tal forma en una noche, hasta el punto de acabar durmiendo en casa de una completa desconocida.

— ¿Y crees que basta con eso? ¡Quiero datos! Qué cabrona, menos mal que te ibas a aburrir en el concierto.

Tuve que darle un pellizco en la pierna, porque mi mejor amigo no sabía controlar el tono de voz, y eran las ocho y media de la mañana, y tampoco quería que todo el aula se enterara de que la niña pija de las camisas de Pepe Jeans y los Levys se había tirado a una tía canalla.

— Es que no sé si la conoces, se llama Lisa-

— ¡¡Qué dices!! — Loren volvió a ganarse otro pellizco, esta vez más fuerte — ¡Au, no seas imbécil! — Pero al menos bajó el tono de voz.— ¿Lalisa Manoban? Madre mía, madre mía. Mi mejor amiga se ha follado a la cantante del grupo de moda y yo me entero ahora.

— ¿Grupo de moda? ¿Qué dices ahora?

— Que sí, Rosé. Lisa tiene un grupo, bueno a ver, no son grupo como tal, solo tocan algunas noches en las traseras de Emma — Emma era la chica de la que Loren estaba terriblemente pillado —, ¡pero qué fuerte!

— Genial, una cantante de esos raros, si ya decía yo que muy normal la chavala no era.

— Rosé, a ver si te enteras de que lo raro es escuchar a Mozart.

— Es Wagner, listillo.

— Lo que sea, pero — En ese momento el timbre sonó, lo que significaba que la clase empezaba y que a Loren se le habían acabado las oportunidades, por lo menos hasta el recreo —, luego seguimos hablando.

El de cabello largo se fue a su sitio y yo traté de concentrarme al máximo en lo que mi profesor de Matemáticas explicaba. Pero era incapaz, en mi cabeza solo rondaba Lisa y aquella locura a la que me enfrentaba. No pude evitarlo, y una pequeña sonrisa ocupó mi rostro en el momento en que recordé lo diferente que era cuando dormía, tan tranquila, tan dulce, tan...

1999. | Chaelisa |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora