Algunas plantas.

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"y además,

y además vas torcido y no bailas.

Vete a casa que ya habrá otra ocasión,

Porque el día que lo dejes, fijo que entonces tú serás el rey."


-Love of lesbian: Algunas plantas.




* * * * *




— Entonces, ¿vienes al concierto?

Había logrado que Álvaro convenciera a mamá y papá de que me devolvieran el móvil, pero por desgracia no había conseguido que me levantaran el castigo, por lo que me encontraba un sábado a las ocho de la tarde hablando por teléfono con Loren.

— Es que no sé, Loren. Si me pillan me matan, lo sabes, ¿no?

— Sí, claro que lo sé. ¿Pero no crees que sería divertido probar un poquito de adrenalina? Venga anda, hazlo por mí.

No lo estaba viendo, pero sabía a ciencia cierta la cara que tenía en esos momentos. Loren era guapo, guapísimo, y aparte de eso, tenía una faceta muy adorable que chocaba con la actitud pasota que desprendía. Lograba convencerme de hacer cualquier cosa a la primera, y esta vez, no iba a ser distinta.

— Bueno..., vale.

— ¡Genial! — Su chillido probablemente se escuchó en toda la casa, pero no importó. — Vale, a las diez te espero en el parque de debajo de tu casa, para que tus padres no me vean.

— Vale.

— Ah, y Rosé —La voz de mi amigo me frenó antes de colgarle. — No te vistas como lo haces siempre, anda. Que vas a destacar mucho.

— ¿Qué quieres decir con-

— Lo siento, guapa, se me acaba el saldo, ya hablamos.

Sin ni siquiera darme tiempo a protestar, Loren colgó dejándome con la palabra en la boca.

— Será capullo, si encima lo había llamado yo.

El corazón me latía desbocado y dejé de lado los apuntes de literatura para abrir el armario. ¿Qué narices se suponía que era lo que tenía que ponerme?

Tras echarle un hondo vistazo a la ropa que tenía, terminé por coger unos vaqueros rotos, - el día que me los compré, mamá casi me mata - una camisa blanca y la chupa de cuero. No era como la que llevarían todos esos macarrillas, pero esperaba que valiese.

Dejé el conjunto sobre la cama y salí de la habitación tratando de aparentar la mayor normalidad posible. Tarea complicada, teniendo en cuenta que me ponía roja cada vez que me ponía nerviosa, y en ese momento me iban a dar trescientas taquicardias seguidas.

— Rosie, ¿qué te pasa?

— ¿Eh? — Me centré en el pescado que tenía delante, sin ser capaz de levantar la mirada. — No me pasa nada... es solo... que no me encuentro muy bien.

Mamá me miró preocupada y comenzamos a cenar. Lanzaba miradas al reloj cada minuto y el tiempo parecía avanzar terriblemente lento. Cuando las manecillas marcaron las nueve y media, casi me atraganto con el agua que estaba bebiendo y me separé de la mesa rápidamente.

1999. | Chaelisa |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora