Capitulo 5

1K 106 15
                                    

Ya hace una semana que ocurrió la muerte de mamá y los otros incidentes.

Durante ese tiempo la única vez que vi a mi padre fue en el funeral de mi madre. Y luego de eso no lo volví a encontrar, no lo volví a buscar, no volví a cenar con él y lo que más me costó fue tratar de dejar de amarlo.

Algo que núnca podré hacer...

Está semana a sido la peor para mí, la muerte de mamá me afecto mucho.

Sí, como en mi habitación, no salgo, no voy a las fiestas de té que me invitan, directamente mi cuarto es mi refugio.

Todos dejan pasarlo, ya que es algo "normal", para ellos es solo una simple niña llorando por la muerte de su madre. Y puede ser así, porqué es verdad. Pero lo que no saben es el sentimiento de perderla por segunda vez, de no poder cambiar su "destino" porque así está escrito.

La culpa me carcome, y no puedo hacer nada, por eso me encerré este tiempo para aclarar mi mente.
Con la muerte de mamá no tube tiempo de pensar en como mierd* estoy acá.

'¿Será un sueño?'

No, muy real para ser solo un sueño.

'¿Estaré reviviendo mi pasado?'

Capaz será algo así, ya que es lo casí lo mismo que mi vida pasada, aunque ahora la manera en que actué no es la misma...

'¿Entonces... que carajos pasa aquí?'.

Despúes de toda una tarde pensando en el asunto, me dí cuenta que había...

'¿REENCARNADO?'

Si, como leyeron ahí, YO Amelia Rochester después de darme cuenta había reencarnado por segunda vez...

Que estúpida era, como no me había dado cuenta si ya me había pasado.

- Uuf- solté un bufido de cansancio.

Me levante de la cama con toda la pereza del mundo, y me fui directo al espejo de dos  metros que llegaba hasta el techo y me ví.

Nada fuera de lo normal, seguía siendo yo, esa niña de nueve años con un cabello rubio que a la luz de la luna se tornaba plateado como el de mamá, unos ojos zafiros como los de padre, mi cara era delgada y mis pestañas rubias eran largas, tenía un encanto único, capaz por eso fui nombrada "La flor de Maristen", aunque fuese así mi perfecta cara soltaba un toque de maldad.

Mientrás seguía tocando mi cara, la puerta sono.

TOC TOC TOC TOC.

- Pasé- grite.

Cuando la puerta se habrió una señora de unos sesenta años, de ojos y cabello negro con canas estró.

- Mi joven señorita-

La ví media triste y preocupada, también la ví moverse hasta la cama y en ella dio dos palmaditas para que yo vaya y me sentara.

Y así lo hice.

- Mi niña, como has estado?- me pregunta con amor.

- Bien nana, ya lo pensé, sabes?-

Me mira con preocupación.

- Cambiaré mi futuro-

- ¿Cómo mi niña?- vuelve a preguntar ya que eso lo dije en un susurro.

- Estaré bien nana, este tiempo que me tome estube pensando en todas las cosas y me di cuenta de que algunas deben cambiar, y primero empezaré conmigo misma- la mire esperando una respuesta de apoyo... y así fue.

¡Seré la VILLANA!...otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora