🐺CAPÍTULO TREINTA Y TRES🐺

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Ansioso por arribar a nuestro hogar, repentinamente me dispongo incoherente y con una rara sensación entre la multitud de cambia formas que me flanquean. ¿Y si no le agrada? ¿Y si le parece demasiado? ¿O desmesuradamente súbito?

Perdido entre los recónditos rincones de mi psique traicionera, que por un lado me alienta desesperadamente a implorar al Omega que sanó mis aflicciones por una vida eterna, y por el otro, me devuelve realidades juzgando mi escasa paciencia. Y eso, sumado a mi inquieto y desesperado lobo que no me deja meditar en paz.

Llevamos viviendo juntos algo más de un mes. Y cada día de mi vida a su lado es como un ensueño... y estoy casi seguro que el sentimiento es mutuo.

"Tan malditamente perfecto, que aterra"

Asusta no poder ser lo suficiente cada día. Pero mi coraje es tal, que contra todo pronóstico me dictamino idóneo, capaz y competente.

Al final de cuentas, la vida es esto ¿no?

Morar aunque el miedo te domine. Porque es mejor vivir una vida con miedo a perder, que nunca haberse atrevido a vivirla...

Anterior a recoger mi encargo, me encontré con mis padres. Mi Omega madre, asfixiante con sus abrazos, me envolvió como un gran cachorro al guardarme (según ella) "tan bien". Llorando a lágrima viva delante de todos los licántropos en el café. Y el Alfa impoluto de mi padre, consolando a su manera, aunque de soslayo pude observarle más de unas lágrimas correr.

Y es muy gratificante ser portador de buenas nuevas, porque entre tanta mierda que habité... Yo sobreviví.

Resguardo mi fascinación en el fondo del bolsillo de mi chaqueta, rumbo hacia mi motocicleta y en dirección, a mi hogar.

Ajustando mi casco, mi móvil comienza a vibrar incesantemente. Y rebuscando dentro de mi pantalón, lo tomo observando el destinatario de mi llamado: "Mi eterno cachorro" Y sonrío para mis adentros al meditar su cara cuando se percate de como lo he agendado.

Así que desajustando el casco, procedo a retirarlo con el fin de responder <¿Extrañándome, cariño?>

<N-no soy Jimin, Jungkook. Soy Jin, no te alteres pero... >

<¡Dime ya que pasó, Jin!>

<Jimin está internado en el hospi... >

Finalizó la llamada sin esperar ni un segundo más. Y a toda velocidad -como un desaforado- me dirijo al hospital.

Una vez que arribo, me encuentro en la puerta con mi amigo Nam que de inmediato procede a tratar de calmarme sin ninguna eficacia.

—¡Maldición Nam! No me jodas, necesito ver ahora a mi Omega —dicho esto, me abro paso hasta la habitación en que se encuentra.

Mi lobo está actuando como un maldito vesánico, en vez de estar angustiado parece gozoso...

—¡Amor! —comenta mi pálido Omega, con sus orbes denotando el borde de un incipiente llanto y con Jin a su costado.

—¡Cariño! Aquí estoy, ¿cómo no vas a llamarme si no te sentías bien? —anuncio envolviéndolo entre mis brazos al llegar a su lado, mientras susurra bajito: "Lo lamento amor, no te quería preocupar... "

—¿Qué tienes? ¿Estás bien? ¿Qué sucedió? —desesperado consulto a lo cual, mi Omega, me dice que me tranquilice, que ahora se siente bien.

—Los dejo solos, luego regreso —comunica su amigo y entonces aprovecho y lo observo más detenidamente, notando de que están colocándole suero.

—Dime que pasó cariño —seriamente encaro a mi Omega. Preciso saber.

—Estaba en la emisora y de repente, comencé con vómitos que no cesaron y -aparentemente- me deshidrate.

&quot;𝑫𝒆𝒗𝒐𝒕𝒐&quot;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora