🐺CAPÍTULO TREINTA Y UNO🐺

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Una intensa vespertina acometida de ambición y codicia, entrañan a dos lobos entregadas a sus más recónditos instintos de placer.

Alfa y Omega que se distinguieron a pesar de su aflicción, que batallaron y sufrieron por admitirse uno al otro, comparten más que una marca de unión, comparten un lazo inquebrantable...

Al avance de la oleada más poderosa en lujuria del segundo día, el Alfa combina con su Omega, la intensidad de amalgamar su celo. Inducido por el calor de su pareja, intensifica todas las sensaciones vividas, hormonas disparadas y una fuerte necesidad de apareamiento sin importar su condición.

Reclamante y reclamado se consagran con vehemencia promulgando una y otra vez su voluntad.

Escasas horas de sueño añadidos a una débil alimentación, amenazan -sobre todo- al Omega de padecer deshidratación.

Previamente avisados por Jungkook de percibir su entrada en calor, Nam junto a su pareja, se avecinan al nido de su amigo sin ser vislumbrados. Para depositar agua y comida dispuesta para el consumo de ambos, a medida que puedan.

El Alfa, atento a los movimientos de su pareja Beta, lo observa depositar las provisiones dentro del hogar sin contratiempos.

Ya que no podía arriesgarse a ingresar siendo él, un Alfa (aunque haya consumido un supresor) pero debía auxiliar a su mejor amigo ante tamaña situación.

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Despierto casi en el ocaso de la tarde con mayor resolución. Y aunque sigo transitando la fusión del celo con mi Omega, las primeras intensas horas de completo descontrol -aparentemente- han cesado.

Aunque, todavía, me advierto con la temperatura de mi cuerpo elevada y con un grado de excitación acentuada más una creciente necesidad de posesión hacia mi Omega.

Lo observo dormido y envuelto entre las sábanas, como el mimoso cachorrito necesitado de cariño que resulta para mí.

Examino su piel expuesta y asomada entre las telas. Piel que denota pequeños hematomas a causa de la intensidad de nuestros recientes encuentros sexuales.

"Maldición, demasiado rudo este celo para mi total agrado..." Medito. Aunque soy consciente de que no puedo controlarme en esas primeras horas, espero no haberle hecho daño porque no me lo perdonaría... Jamás.

Y en cuanto me levanto algo mareado, con necesidad de agua y de orinar, observo las bandejas de comida dispuestas sobre la entrada. Bandejas que -seguramente- nos preparó Nam o su pareja.

Pero continúo mi camino hacia el baño y de regreso, tomo una bandeja junto a una botella de agua, para comer en compañía de mi Omega.

Dejo las cosas en la mesa de luz y me acerco, lentamente, para despertar a mi cachorro... Su aroma es adictivo para mí... Lo inspiro, me embriaga, pero no me descontrola.

Y esa sensación de contención lograda, realmente me fascina. Porque no sé si eres tú, o soy yo, o si somos ambos. Pero por fin, me dictamino capaz... sin dudas.

Rozo su delicado hombro con la punta de mi nariz. Realizando pequeños mimos a su piel mientras él, comienza a retorcerse ante mi toque como disfrutando del momento.

Entonces observo y me acerco paulatino, al lugar donde mora la incipiente y profunda mordida, lamiendo con suma dulzura para favorecer su curación...

"Estamos, realmente, unidos. Cariño, amor mío... Te amo tanto..." cavilo perdido entre impresiones mientras imparto relamidas.

—¿Omega? Despierta, debes comer algo —murmuro suave sobre su oído —Vamos cariño, ya han pasado varias horas —lo agito con sumo cuidado, recibiendo quejidos entre lamentos y algún que otro berrinche de su parte.

"𝑫𝒆𝒗𝒐𝒕𝒐"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora