Mi chico de ojos morados {YoonSeok}

Capítulo I

Un día normal, Hoseok salió con su hermana al parque, la cuál prácticamente le tuvo que rogar para que fuera con ella.

Estaban sentados en una banca al lado de los juegos que se encontraban allí.

Hoseok se encontraba mirando al suelo para que no lograran ver sus ojos, claro, siempre que salía usaba un sombrero que le cubría hasta los ojos.

Cada vez que Dawon intentaba esconderlo para que no lo usara más, él se las arreglaba para encontrarlo.

—Mira, hay niños jugando. — Dijo Dawon mientras apuntaba al lugar.

—Esa escena trae recuerdos. — Sonríe.

—Es verdad, aún no creo que el parque siga después de tanto tiempo, aún recuerdo cuando veníamos aquí de niños. — Mira a su hermano.

—Siempre voy a odiar ese tonto pasamanos. — Hace un puchero.

—No es culpa del juego que no supieras usarlo. — Ríe bajo.

—Agh, como sea, se ganó mi odio. — Mira el dichoso juego.

—Hobi, ¿Por qué no te quitas el sombrero? — Lo mira con una expresión algo decaída.

—Hermana, sabes que no me gusta que me vean, esto es lo único que me puede cubrir. — Alza la mirada.

—Pero no puedes usarlo por siempre, debes...— La interrumpe.

—Hermana, basta...no me lo quiero quitar. — Serio.

—Está bien... — Resignada.

Pasaron unos 20 minutos cuando la tortura comenzó.

—Wah, nunca había visto a un chico raro. — Dice con burla.

—No le hables así. — Dawon se levanta de su asiento.

—¿Por qué no? Es raro. — Cínico.

—No tienes derecho de decirle eso, tú tampoco eres alguien perfecto. — Lo enfrenta.

Hoseok seguía sentado con su cabeza gacha mientras escuchaba la discusión, una cuántas lágrimas no tardaron en salir.

—¡¿Quién te crees para decirme que hacer y que no?! — El desconocido se molestó.

—No importa quién me crea, no vuelvas a criticar su color de ojos!! — Grita molesta.

—Hermana, déjalo... — Dice en un tono casi inaudible mientras toma la mano de la mayor.

—Pero, Hobi... — La interrumpe de nuevo.

—Sólo...déjalo...

—Está bien. — Mira de nuevo al sujeto. —Vete de aquí. — Seria.

—Me iré, sólo porque la niña no puede defenderse sola. — Dice burlón y luego se retira.

—Hobi... — Se sienta a su lado.

—Estoy bien... — Con su cabeza aún abajo.

—¿Quieres regresar? — Acaricia su mano.

—Sí, vámonos de aquí. — Se levanta.

No dijeron nada en el camino a casa hasta que llegaron.

Al entrar, los padres notaron el semblante de su hijo, y de inmediato supieron lo que había pasado.

Hoseok no dijo nada y solo se dirigió a su habitación, entró y cerró la puerta con llave para que no lo molestaran.

Sus padres y hermana escucharon el portazo desde la sala.