Harem de FemPerú

Especial sudamericano #01 💕

La peruana se quedó atónita, no tenía palabras para lo que estaba mirando.

Habían una serie de preguntas que rondaron por su cabeza, pero todas con la misma respuesta, nada.

La razón de su inquietud recaía en el cesto que estaba en la puerta de su hogar con un bebé dentro suyo.

Miro para todos los lados por si había alguna señal de sus estúpidos amigos que como de costumbre les gustaba jugarle bromas pesadas, pero no los encontró.

Tras un largo recorrido visual por las afueras de su hogar y con cero pistas, tomo al bebé en el cesto y lo metió a su hogar.

Perú: ¿Y ahora qué hago contigo ah? -aún no salía de la sorpresa y lo toco extrañada.

¿De dónde te habrán robado estos Giles? -pensó mientras que lo acomodaba en el cesto.

Perú: Pucha causa, cuidé de Bolivia por unos años, pero no hice un gran trabajo que digamos -el bebé la miraba juguetonamente. Lo único que le alegraba en esos momentos era que estaba tranquilo.

Trato de buscar alguna nota cercana o algo por el estilo, pero lo único que pudo encontrar en el pequeño fue que en su mano estaba una pulsera con un nombre.

Lissandro.

Perú: ¿Con que Lissandro eh? Eso significa que eres niño y humano...

Ahora si los mato a esos giles. -Podía soportar todo tipo de bromas, pero robar un bebé humano, eso es no conocer límites.

Perú: Te cuento que yo también tengo un nombre, lo olvidé, pero tengo uno. -dijo mientras buscaba entre sus muebles su celular, maldecía ser tan descuidada.

Tenía que llamar a la policía para reportar eso. De seguro alguna madre estaría buscando a su niño con desesperación.

Lo encontró debajo de su mueble, sin embargo, cuando fue a recogerlo no cálculo bien la distancia entre su frente y su mesita de sala, y chocó con la misma soltando un grito que asusto al niño.

El bebé empezó a llorar por el ruido, así que la peruana tomo rápido su celular e ignoro el dolor en su cabeza, para ir a donde estaba él.

Lo saco de su canasta y le empezó a cargar.

Perú: Shhh... Lo siento, lo siento. -lo sostuvo con los dos brazos y lo empezó a acurrucar, pero todo sin resultado alguno. - ¿Tienes hambre?

Con el bebé aún en brazos se fue directo a la cocina en busca de algo para el niño, pero no tenía casi nada en la nevera, se lo había comido todo en sus últimos ataques depresivos.

Busco entre las repisas para ver si había al menos algunas sobras que no toco y el milagro llego a sus ojos.

Encontró una caja de leche, se aseguró en mirar primero la fecha de vencimiento y al notar que aún no expiró. La puso a calentar.

Los llantos del niño se calmaron un poco, pero aún seguían siendo bulliciosos.

Cuando la leche ya había calentado apagó la hornilla y trato de sacarla, pero no lo logro, tenía que soltar al niño.

Iba a empezar a hacerlo con los pies, hasta que escucho su timbre sonar.

Con miedo dio media vuelta para divisar su puerta desde la cocina.

No caería de nuevo en la misma trampa, con un bebé era más que suficiente.

Iba a ignorar esos sonidos e incluso empezó a replantearse el hecho de que esté en un sueño, pero si fuera así seria muy vivido.