XIII

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No es fácil mirarme en un espejo,
veo mi reflejo, y empiezan las dudas.
Veo cada imperfección que me obliga
a catalogarme como una chica gorda,
que no es capaz de cambiar sus costumbres
o que lo intenta, pero su fuerza de voluntad
no es buena.

Cada estría de mi cuerpo es testigo
del esfuerzo que he hecho para encajar
con el cuerpo estereotipado del siglo XXI.

Y al final,
después de haberme insultado a mí misma,
intento aceptarme tal y como soy.

Pero es difícil después de haber sido
utilizada por aquella persona que tanto quería.
Después de que me cambiara por otra,
con un mejor cuerpo, más delgada
y estilizada que yo.

Es difícil cuando intento autoconvencerme
de que alguien sí me va a querer tal y como soy.

Y cuando más sola me siento,
cuando necesito un abrazo,
no haya nadie más que mi soledad.

Y que,
por culpa del canon escogido por
una sociedad hipócrita,
mis inseguridades y la poca confianza
que me tengo a mí misma,
llegaran a ser mínimas.

He llegado a tenerle miedo al agua,
al ir a la piscina con mis amigos,
a mostrar mi cuerpo con un bañador
con el temor de que vean
que no encajo, que no soy perfecta.

Pero en algún momento todos estos
temores estúpidos e innecesarios
debían desaparecer.

No puedo decirte cuando
ni en qué momento aprendí a
aceptarme tal y como soy.

Ni yo misma lo sé.

Solo entendí que hay personas
que te van a querer sin importar tu físico,
que te van a apoyar y a sacar muchas sonrisas,
personas con las que vas a pasar tiempos
y recuerdos inolvidables.

Que vas a ser feliz,
sin importar lo que la gente diga de ti.

Todo es cuestión de aprender a
quererse a una misma,
a amar lo que eres,
a curarte las heridas poco a poco,
a entender que las cicatrices
que tenemos son marcas de guerra,
una guerra que hemos ganado.

Quererse a sí misma no es fácil lo sé.
Pero lo conseguirás.

Te lo prometo.

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