Rosas

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Enciendo el cigarrillo al despertar,
necesito tener entre mis labios
saborear el tabaco y expulsar
el humo como si expulsara
todos mis problemas.

Cojo la última rosa que queda
en aquel jarrón de mi cuarto.

Sí.

Aquella rosa que días atrás
era un ramo entero.

Pero ya no estás y las rosas tampoco.

Esa es la manera que tengo
de despedirme de ti.
Cada día le quito las pétalos
a una rosa como si haciendo eso
me arrancara cada recuerdo
tuyo de mi corazón.

Porque ya lo sabes, ¿no?

Era una masoquista que
revivía y moría cada vez
que sentía tus labios
contra los míos.

Porque tus labios de hielo me
hacían perder el control de
todos mis sentidos.

Porque esos ojos de serpiente tuyos
me hipnotizaban y me guiaban
hacia la perdición.

Pero que más da ahora.
Has huido como un cobarde más
y me has dejado rota.
Mucho más de lo que ya estaba.

Pero aún pienso en las rosas rojas
que reflejan la sangre de
mi corazón y a la vez la belleza
de una flor que adoro.

Solo le queda un pétalo,
solo queda un recuerdo por borrar.

¿Estoy realmente lista?
Para serte sincera,
no lo estoy.

Pero tengo que obligarme a
borrarte y pasar página
como lo dice la gente.

Ya no hay más pétalos.
Ya no hay más rosas.
La tiro a la basura como tú
lo hiciste con todo el amor que te di.

Abro las ventanas,
abro las puertas del balcón,
abro las puertas de mi corazón
para sacarte y olvidarte.

Salgo afuera y el aire frío de
un otoño eriza mi piel,
algunas gotas de lluvia caen
por mi cuerpo como si
el mundo supiera como
estoy realmente por dentro.

El olor a humedad invade
toda la ciudad y no sabes
lo bonita que está desde mi balcón.

Tú te lo pierdes cariño.

Todo parece tan tranquilo,
tan ajeno a mi realidad que
me dan ganas de una copa de vino.
Tampoco tengo nada más que hacer,
emborracharme a estas horas del día
sería el menor de mis problemas.

Ya sabes cuánto me gusta el vino blanco,
me lo enganchaste tú.

Qué idiota y que estúpido es
seguir teniéndote presente lo sé.
Pero sé que todo pasará,
sé que volveré a abrir las alas
como la mariposa que
tengo tatuada en mi brazo.

Estoy tranquila.

He aceptado que te has ido
y que no volverás.

Ahora solo me queda ser feliz
conmigo misma y mi soledad.

Siempre he estado sola y
no me he dado cuenta hasta ahora.
Pero he aprendido a estarlo
y a querer todos los lunares
que llenan mi rostro.

He vuelto a ser yo misma después de todo.

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