Capítulo 9

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Tobin había tratado de controlar su genio cuando Alex le dijo que posiblemente iba a venderle el rancho a Amy. Había visto perfectamente su plan. Amy podría haberle hecho una oferta sobre la tierra o no, pero Alex la había estado poniendo a prueba. Y al ver la reacción de ella, estaba segura de que no había salido airosa.

Le había dicho que la vendiera, pero lo había hecho de mala gana. Ella mismo le había puesto una prueba al decirle que vendiera para que pudieran ver lo que quedaba después entre ellas. A pesar de todo lo que compartían, de lo que carecían era de la confianza en la otra.

Tobin se preguntó si alguna vez tendrían confianza en el amor de la otra.

¿Por qué no le había dicho Tobin que ella le importaba mucho más que el rancho, tal y como había deducido aquel mismo día? Aquella respuesta era fácil. Porque, a pesar de saber que una relación con Alex era lo más importante, le había molestado que la pusiera a prueba para tratar deliberadamente de privarla de algo que tenía razones muy válidas para desear.

Durante los días siguientes, se dedicó a pasear por sus tierras, tratando de olvidarse de Alex, pero no lo consiguió.

Hacía llamadas a Dooley y Hank casi cada hora para asegurarse de que estaba bien. A pesar de todo, no les había dicho por qué se había marchado. Solo había relatado que tenía asuntos de los que ocuparse.

A finales de aquella semana, cuando apareció sola en el restaurante de Mia, ansiando la compañía tanto como la comida, Tobin tuvo que enfrentarse a la tormentosa expresión que Sydney tenía en los ojos.

—¿Por qué no estás en el rancho con Alex? Cuando se negó a venirse con Dom y conmigo, tú dijiste que cuidarías de ella.

—Hank y Dooley lo tienen todo bajo control. He hablado con ellos hace menos de veinte minutos.

—Espero que tengas razón. Te aseguro que, si le ocurre algo, tendrás que responder ante todas nosotras.

Tobin se tomó la amenaza muy en serio, pero sabía que eso no sería nada si algo iba mal por su estúpido orgullo.

Suspiró.

Era hora de enfrentarse a sus fantasmas.

—Haz que ese rollo de carne sea para llevar—dijo, levantándose inmediatamente de la mesa.

—Espero que no sea por nada que yo haya dicho.

—Sabes muy bien que ha sido precisamente eso. De hecho, dobla las raciones. Es mejor que lleve una ofrenda de paz conmigo.

—Entonces, llévale pollo asado. Es su plato favorito.

—Lo que tú digas.

Tobin metió las dos cenas en la camioneta y se dirigió a casa de Alex. Los nervios se apoderaban de ella con cada kilómetro que recorría. A pesar de que ella se mostrara reacia, llegó a la conclusión de que no debía de tener ningún problema para disculparse ante Alex. De hecho, estaba dispuesta a ayudarla a redactar los papeles para venderle el rancho a Amy si era aquello lo que deseaba.

Cuando Alex hubiera aceptado sus disculpas, podría hacerle el amor sin ningún fantasma. Esa perspectiva le hizo apretar el acelerador.

Cuando estaba a menos de un kilómetro del rancho, le pareció oler a humo. Entonces, al dar la última curva de la carretera, vio unas llamas anaranjadas que se erguían en el horizonte.

El pánico se apoderó de ella.  Aumentó tanto la velocidad que llegó al rancho en un abrir y cerrar de ojos. Justo entonces, tuvo que pisar los frenos para no llevarse por delante a un coche que salía precipitadamente a la carretera desde el acceso al rancho.

Enamorada de la enemiga (Cinco Amigas 01)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora