Como una alternativa para ayudar a sus hermanos, JiSung intenta buscar un trabajo, pero al ser menor de edad no consigue nada y decide comenzar a robar a las personas, comenzando con aquellas que van solas por la calle, por esa razón conoce a ChenLe...
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•Perspectiva de JiSung•
JaeMin estaba enojado esa mañana fría de febrero, creo que había tenido una discusión con alguien, no lo tenía muy claro puesto que él nunca hablaba de los temas que le afectaban o que lo rodeaban. Era obvio que al no saber de que se trataba no podría opinar porque no era mi asunto y porque tampoco quería escuchar a JaeMin peleando para decirme que no era mi tema, que no me importaba o que mi edad no era suficiente para comprenderlo; pero fue SiCheng quién se dio cuenta de su comportamiento tan esquivo y grosero.
Terminé de atar las agujetas de mis únicos e intactos par de tenis cuando escuché llamarme para desayunar.
Estaba tan concentrado pensando en JaeMin y toda la situación que atravesava que no leí el reloj de mi muñeca para ver que tenía menos de media hora para irme, por eso salí de la habitación, sentándome en la mesa a comer.
SiCheng es una persona bastante paciente y desde que pasa menos tiempo en casa, entreteniéndose con algo, que parece involucrar pintura, su ánimo había mejorado un mil por ciento, claro también admiro la valentía de mi hermano mayor, acercándose mientras batía algo en un envase rosa, a donde se encuentra JaeMin con cara de pocos amigos.
― Alguien por aquí al parecer se ha estado juntando con ya sabemos quién.
― ¿Tú crees?
Pregunté curioso mientras veía a Jaemin a un lado de la ventana, leyendo algo.
No dijo nada, no hubo una respuesta de su parte, lo que si hubo fue una indecisión y bajó el libro, mirando a Sicheng como si quisiera tener las respuestas de todo.
― Hyung, ¿usted se ha enamorado alguna vez?
Mi cabeza va de JaeMin a SiCheng.
― ¿Por qué lo preguntas?
Ahora va a JaeMin.
― ¿Qué no es de mala educación responder una pregunta con otra pregunta?
― JaeMin...
― Sicheng-hyung...
Paseé mi mirada entre ambos antes de volver a ver mi plato, comiendo mis tostadas como si el tema no fuese conmigo, aunque en realidad, yo no tenía nada que ver pero estaba en el medio. Pensé que sería una que otra tontería de ellos, hasta que brinqué en mi lugar cuando los escuché.
― ¡¿Te enamoraste de alguien?!
Ese fue el grito al unísono de ambos.
No entendía cual era el alboroto, pero ambos parecieron ignorar la pregunta volviendo a sus actividades como si el tema fuese algo prohibido o que no tuviese que ser explicado. El ambiente se torna algo silencioso, incómodo y tengo que cortar esa tensión porque no quiero que mis hermanos se distancien por cosas tontas, supongo.
