🍁Capítulo 26

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*HANNA*


Me molestaba demasiado que esas chicas chismosas le dijeran sobre su posible sospecha.

¡Bah! Pura basura.

Después de que los tres salieran de la habitación que hace poco empecé a compartir con Jimin, salí de la cama con sumo cuidado, pues, cuando puse los pies en el suelo e intenté pararme, un mareo repentino me hizo estar de nuevo en la cama.

Di un respiro profundo y lo intente de nuevo, esta vez usando la pared de apoyo en todo momento, camine despacio y coloque mi oído en la fina madera marrón de la puerta y escuché.

Estás mujeres siempre metiendo sus narices donde no les llaman. No deberían interesarse por mi. No me llamaban nada. Además, ¿Por qué le estaban diciendo todo eso a Jimin?

Él no tenía nada que ver conmigo, solo es mi esposo por un estúpido contrato, no debería sentir nada por mi.


Mi estómago dio un vuelco por ese pensamiento.

Tonta, soy una tonta.

Una charla se estaba llevando, reconocí las voces de sus compañeros y las demás casadas. No era su casa para que estuvieran muy cómodos. Y yo aquí, encerrada y aún débil de mi recaída.

Recaída, no me había dado una después de ese día. ¿Por qué tenía que suceder precisamente este día?


Recuerdo haber salido del tocador del recinto y casi correr hacia el edificio y después...

Abrí mis ojos de golpe y retrocedí hasta que mis piernas sintieron la cama y caí sobre ella.

Un auto.

Un hombre.

Corrimos por el pasillo del edificio.

Él cargándome...

No, no podía ser, no podría ser él.


Un gemido lastimero salió de mi garganta y mi vista se puso borrosa en segundos, un llanto salió de mí.

Era él, por dios, cuánto lo había extrañado.


Rodee mis brazos en las piernas y las atraje a mi pecho, me balancee cómo una niña de adelante hacia atrás.

Años habían pasado cuando lo deje de ver, mis padres no apoyaban nuestra amistad. Nos conocimos en el jardín de mi casa; él provenía de una familia humilde pero bastante amable, a comparación de la mía que mis padres se desvivían entre gritos y reclamos. Nada era como la familia de Woozi.

Amaba pasar tiempo con ellos por qué siempre platicaban, sonreían, reían, y se apoyaban como la unión que eran. Una familia.

En ese tiempo vivíamos en Nuevo York y ellos también. Fuimos al mismo jardín de infancia, escuela primaria; todo era risas y juegos.

Pero todo cambio cuando entramos a la preparatoria.

Sus padres habían adquirido una jugosa herencia por parte de los abuelos paternos. Pero tenían que viajar hasta Seoul para cobrarla. Esa despedida fue dura para mí. Woozi era mi único mejor amigo desde mi infancia. Jamás había sentido un dolor tan grande por haberlo perdido. Ese día cuando lo despedí en el aeropuerto, sentí que una parte de mi corazón se fue con él, para no volver.

Lo extrañe demasiado.

Los niños siempre me molestaban por ser una presumida, pero no lo era. Mi amigo fue el único que me entendía a la perfección. Ni siquiera mis padres lo hacían mejor que él.


Toda comunicación se fue a la borda cuando no recibí respuesta de la última carta que le escribí cuando tenía 17 años. Las cartas las regresaba el remitente y las llamadas fueron desviadas. Durante años pensé que le había ocurrido algo grave. Por lo tanto, no insistí más y me hice a la idea que jamás lo volvería a ver en mi vida.

Hasta ahora.

Él sabía sobre mi problema, pues en la última carta que recibí respuesta sabía que él aún estaba bien. Me dio ánimos y concejos para confrontarlo, recordaba solo sus palabras cuando sentía la opresión en el pecho y los temblores repentinos, y como arte de magia, ese dolor desaparecía.

Pero, ¿Por qué ahora?

¿Por qué volvió ese dolor de nuevo cuando todo estaba marchando bien?


Y la respuesta me llegó como un balde de agua helada.

Jimin.

Desde que Jimin a estado en mi vida fueron peleas y desacuerdos; estrés y malhumor.

LOVE IS NOT OVER (JIMIN) - 7 - Donde viven las historias. Descúbrelo ahora