Alfa con las manos llenas.

Cap 1 🐺

Hola, mi cómplice. Este es la segunda entrega de la saga Lobos de Yer. Recomiendo mucho leer en orden, todos los libros están relacionados y te brindan un panorama más amplio de la historia. Ahora si, espero que lo disfrutes.

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Chanyeol acarició su mentón por tercera vez poniendo, finalmente, la carta del Consejo Lobo sobre la mesa del comedor. Su café ya estaba frío. Una sola cosa buena tenía todo esto: no había perdido su toque. Sabía positivamente que el Alfa Jackson era un gran montón de mierda, pero la notificación recibida por parte de los ancianos le confirmaba sus sospechas. Su instinto Alfa no lo había defraudado, ese instinto que tanto le elogiara su padre cuando era joven y que, según su progenitor, lo hacía digno de su posición actual.

Sacó sus larguiruchas piernas debajo de la mesa y llevó su café al microondas. Sin el brebaje no podía empezar su día. Arrastró su enorme cuerpo al baño y tuvo una cálida ducha: la jornada de hoy parecía ser larga. Su agenda tenía varios puntos.

Ser el Alfa de la manada era... era una mierda. "Dios, ya hasta sueno como el imbécil de JongDae" pensó. Una "vida de servicio" había dicho su padre. Sí, claro, para él era fácil: tenía a su esposa, su pareja enlazada, su alma gemela. Su padre había sido de los pocos afortunados en encontrar a su otra mitad perfecta, se sentía pletórico, completo, satisfecho, triunfador. De ese modo podía darse a los demás, trabajar arduamente por la manada.

Chanyeol se sentía solo, frustrado, enojado.

"Porque no follas..." había llegado a la conclusión JongDae. Claro que para su amigo todoooo tenía que ver con follar. Pero Chanyeol se levantaba a las seis de la mañana, se ejercitaba por dos horas, tomaba treinta minutos para desayunar y bañarse, se encerraba en el despacho por otras diez horas, de allí lo rescataba JongDae con un escándalo de aquellos, volví a comer y a bañarse y regresaba a la cama. Aún así no era suficiente. El trabajo se acumulaba sobre su escritorio como hojas secas de otoño sobre el suelo.

Todos dentro de la manada merecían su momento de atención y la suya no era pequeña en números de miembros. ¿Dónde iba a encontrar tiempo para salir a un bar y buscar un agradable trasero para follar? Ese era JongDae, no él. Y desde que apareció Minseok... ya ni JongDae.

Entonces Chanyeol apagaba las luces de su habitación, se recostaba en las almohadas y abría sus pantalones. Rebuscaba en su mesa de luz un tubo de lubricante y recurría a sus manos e imaginación.

Cerraba los ojos, suspiraba alejando todo pensamiento del día... y ahí estaba: un chico hermoso, delgado pero definido, con fuego en los ojos pero tímido en sus maneras, que parecía estar dispuesto a todo pero pidiendo ser guiado. Y el gran Alfa se convertía en solo un hombre necesitado.

Abría las piernas y mostraba toda su hombría ofreciéndola orgulloso. El chico subía a la cama y gateaba hasta él con una mirada tierna y pícara a la vez. Cuando la boca del chico tomaba su polla, su mano derecha también. El chico trabaja sobre su largo eje concienzudamente, dejándolo resbaloso y palpitante mientras el Alfa crecía en su boca, estirando sus hermosos labios, llegando más profundo cada vez dentro de ese calor húmedo. Chanyeol gemía bajito en su garganta y esa era la señal para su amante. Con una larga chupada dejaba el duro pene y se daba la vuelta para sentarse sobre él.

A medida que el chico tragaba hasta la raíz al Alfa, este se sostenía con las dos manos, aplicando un poco de presión simulando el apretado culo. Comenzaba la cabalgata. Una danza aprendida desde que era un adolescente y que siempre lo llevaba a feliz término. Rápido o lento según fuera demandando su líbido, presión donde se requiriera, rodar sus bolas si fuera necesario, estremecimientos, su pelvis con espasmos... cuerdas blancas disparadas con placer momentáneo.