Capítulo 1

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MANSIÓN MALFOY


Se encontraba observando hacia afuera de su gran ventana, veía la verja de su gran mansión, la mansión Malfoy, ya no le importaba que día era, ni cuando tenía que regresar a clases, con el verano que había tenido, en lo último que pensaba era en regresar a Hogwarts. Ése verano su padre Lucius había sido arrestado y llevado a Azkaban. Aunque Draco no se sentía triste por el encarcelamiento de su padre, si sentía algo por ello, sentía humillación al ver que un Malfoy había sido llevado a la cárcel, sintió un gran golpe en su orgullo al momento de que El Profeta publicara en primera plana lo sucedido, sentía pesar por su madre que cada noche lloraba su partida y desprecio por quien lo descubrió, el maldito San Potter, pero aún más sentía enojo, enojo, porque su padre lo había dejado a su suerte, con él, con el señor tenebroso. Después de haber sido arrestado y no haber cumplido con la misión que el señor tenebroso le había encomendado, Voldemort tomó a Draco y lo convirtió en Mortifago creando en su brazo izquierdo la marca tenebrosa y volviéndolo uno de sus seguidores. Aunque Draco no era precisamente lo que el señor tenebroso buscaba para servirle, él lo consideraba como solo la sombra cobarde de su padre, pero al haberle fallado Lucius, Draco tendría que pagar las consecuencias. Todo el resto del verano, Voldemort asignó a Bellatrix, su tía, para que fuera la guía de Draco. Cuando Bellatrix tenía alguna misión para su señor, ella lo llevaba consigo y veía como sin más su tía practicaba alguno de los 3 maleficios imperdonables, él trataba de seguir con su temple de indiferencia pero sus ojos tenían un sutil brillo de horror sobre ellos, al ver a los magos y muggles que su tía o algún otro Mortifago lograban torturar con un Cruciatus y terminando con sus vidas con un Avada. Draco siempre los miraba horrorizado, sin poder huir, porque era así, ningún Mortifago podía desertar, si él quería salir de ahí, solo podría hacerlo, si Voldemort lo mataba.

Una voz suave pero firme le llamó desde el marco de la puerta y lo interrumpió entre sus pensamientos, era su madre, Narcissa Malfoy que siempre mantenía una apariencia sobria y elegante, miró fijamente hacia dentro de la habitación y dijo:

-Draco, ya están aquí, baja, él no tarda en aparecer. -Dijo Narcissa sin doblegar su voz en un solo instante. -Sabes que todos deben de estar presentes antes de que él llegue.
Draco la miró y sin decirle nada se dirigió escaleras abajo rumbo al hall principal de la mansión Malfoy donde se encontraban ya Bellatrix, Greyback, Yaxley y también Voldemort estaba ahí. Con una mirada fría, Voldemort, siguió a Draco hasta que éste tomó el lugar que antes era el de su padre. Después de hablar y darle órdenes a los Mortifagos que ahí se encontraban, Voldemort se dirigió hacia Draco que estaba totalmente en silencio como siempre.

-Mi más joven servidor, espero que no hallas pensado que me he olvidado de ti. -Dijo con una voz seseante y fría. -Sé que haz esperado lo suficiente para que yo te de una misión, es de gran importancia. -Y sin más, lo dijo. -Quiero que mates a Dumbledore.

La cara de Malfoy se mantenía en calma, pero él sentía como se iban tensando sus hombros conforme su mente entendía lo que su señor le estaba diciendo. ¿Qué le estaba pidiendo a él? ¿Matar a Dumbledore? ¿El mago más poderoso de este tiempo?

-Sé que no me vas a fallar, eres un Malfoy, tu padre estaría orgulloso si pudiera verte... pero si no logras matarlo, pues no tendré otra opción que matarte a ti y a tus padres. -Voldemort miró a Bellatrix y asintió. -Bellatrix sabe cómo será el plan para ayudarte a matarlo, pero al final, todo dependerá ti. -Sin más, todos los Mortifagos exceptuando a Bellatrix, desaparecieron.

Draco luchaba en su interior, en una pequeña parte de él no podía dejar de pensar en que su señor le había encomendado una misión tan importante a él. Toda su vida, su padre le había enseñado que lo mejor y más alto honor que tuvo su familia fue servirle a Lord Voldemort y ahora, él lo estaba haciendo por su padre, pero por otro lado estaba totalmente horrorizado con esa tarea sobre sus hombros, él no podía matar a Dumbledore, no podía aunque quisiera y él, por más que le pesara en su interior, no quería hacerlo.

Bellatrix comenzó diciendo a Malfoy que él tenía que pretender en ser un alumno normal, después, comenzó a explicarle todo acerca del Armario Evanescente en Borgin y Burkes. Draco salió de ahí cuando Bellatrix acabo de explicar el plan y con catela, entró Narcissa con la mirada distante y fría.

- ¿Es cierto? ¿Eso le ha encomendado el señor tenebroso a Draco? -Narcissa la veía directamente y Bellatrix solo asentía con una sonrisa podrida. -¿Estás loca? ¿A caso no piensas en tu sobrino? Si él falla, tu señor lo matará.

-¡Nuestro señor! Que no se te olvidé que tu familia también le juró lealtad. Él no permite fallas y tú lo sabes. -Bellatrix aumentaba su sonrisa cada vez más conforme la mirada de Narcissa se iba apagando. -Pero... entonces será mejor que Malfoy que no falle, ¿no crees Cissy? -Narcissa solo se limitaba a mirarla.

-Entonces acompáñame si es que todavía tienes un poco de lealtad a tu familia.

Y ambas desaparecieron hacia una casa gris, en donde se encontraba Severus. Narcissa le contó todo y le pidió a Snape que persuadiera a -Quien-Tú-Sabes- para que Draco no corriera ningún peligro.

-Si es una orden directa de tu señor, yo no tengo el poder de cambiarlo Narcissa. -Dijo Snape con su tono lúgubre habitual. -Pero, podría ayudar a mantener a salvo a Draco.

-Júralo entonces. -Se escuchó una voz fría del otro lado de la habitación. -Si quieres mantener a salvo a Malfoy durante esto, no será inconveniente que lo hagas. -Snape y Narcissa lo hicieron, el juramento inquebrantable se había culminado.

El chico que no tuvo elección / The boy who had no choice.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora