Capítulo 22. | Para algunas cosas es tarde.

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Temothée Hammer.

Luego de terminar de cambiarme y haberme colocado una ropa acorde con el sitio en el que estamos, decidí dar una pequeña vuelta fuera de la cabaña.

Lo primero que sentí al salir fue el potente frío chocar contra mi cuerpo.

Todo estaba oscuro y lo único que iluminaba los alrededores era la tenue luz de la luna, que se colaba entre los inmensos árboles. La neblina cubría con suavidad el bosque impidiendo ver más dentro del mismo.

Estoy de frente a la cabaña de nuevo y me sigue impresionando lo grande, rústica y hermosa que es a la vez. Es de solo dos niveles, pero también es ancha.

No aguanto más el frío y tanta soledad en este lugar expuesto y oscuro, así que decido entrar de nuevo para calentarme. Al entrar noto que sobre la puerta en la entrada hay una enorme caña de pescar.

¿Eso estaba ahí cuando llegamos?

Me entretuve tanto admirando la fachada de la cabaña que no noté esa caña de pescar.

—¿Es real esa caña de pescar? —le pregunto a Julián cuando termino de entrar.

—¿La que está colgada sobre la puerta? —asentí en respuesta —sí, esa era de mi abuelo.

—Oh, ¿El pescaba? —me daba curiosidad.

—Todo el tiempo —respondió con sencillez — mucha gente venía al lago a pescar también.

—¿Hay un lago cerca de aquí? —me sorprendí.

Julián me vio extrañado por mi sorpresa y siguió —Sí, a unos minutos, se puede llegar fácil caminando.

Una cabaña hermosa y un lago cerca, es increíble, este sitio parece sacado de una película de Netflix o algún libro en Wattpad.

—Si quieres podemos venir otro día un poco más temprano para tener tiempo de pescar o bañarnos en el lago —sugirió.

No podía protestar, era obvio que ahorita no podíamos ir por lo oscuro que está y por el frío, y mañana teníamos que salir temprano para yo poder llegar a tiempo a mi trabajo.

—Me parece buena idea —sonreí ampliamente.

No me había dado cuenta de que Julián estaba cocinando, a veces hablo tanto que omito muchas cosas que pasan alrededor, pero esta vez el exquisito olor fue lo que me hizo reaccionar.

—Te ayudo —fue más un ofrecimiento y orden de mi parte, que una pregunta.

Sabía que cocinar no era lo de Julián, pero la verdad es que olía muy bien.

—No, está bien —abofeteó mi mano cuando intenté tomar un cuchillo —son cosas sencillas de cocinar.

Eché un ojo y entendí porqué lo decía, como no iba a oler tan bien, todo lo que estaba cocinando era comida chatarra. Papitas fritas, salchichas, huevos, había pan rebanado.

—¿Acaso me quieres engordar como un cerdo para luego comerme a mí? —inquirí juguetón luego de ver todas las cosas que estaba friendo, y él rió a carcajada abierta.

Su risa era potente y marcada, era una risa muy contagiosa. Me encanta verlo así.

Se acercó a mi para responder, —No es que te quiera engordar, solo que esto es lo más complicado que sé del arte gastronómico —comentó sincero y luego una sonrisa pervertida se formó en su rostro, dando pasos hacia mi y yo retrocediendo hasta que sentí mi espalda chocar con una pared, quedando acorralado entre sus músculosos brazos, habló —aunque, no voy a negar que comerte si quiero.

JULIÁN © (Boys #1)  [ COMPLETA ] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora