EXTRA I: NAVIDAD

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Kingsley
20 años atrás: 7 años.


―Lo... Los... ¡Ay, mamá, no sé! ―chilla Daniell, se aparta el pelo de la frente con frustración. Lo miro atentamente, está aprendiendo a leer y se frustra demasiado, pero si miro al otro lado de la habitación...

―Los... ―murmura Eloah con cara de fastidio, luce muy aburrido y enojado―... los tig... tigres ―lee y se frota la cara con ambas manos, pero vuelve a leer―... los tigres sooon ―, me cubro la boca y río cuando lo veo cerrar el libro, sin embargo, vuelve a abrirlo―. Mamá, ¿cómo se dice esta letra? Parece una torre ―se queja.

―Cariño ―se ríe Mía y se acerca a ver lo que está leyendo―. Mira, allí dice "criaturas" ―le explica, Eloah mira el libro con martirio.

―So... solitarias ―termina con esperanza y Mía asiente con la cabeza.

―Muy bien ―le celebra y Daniell se echa a llorar del otro lado de la habitación.

―Eloah es un tigre ―me burlo y el paliducho de mi hermano me dedica una mirada llena de rabia.

―¿Cómo llevas eso? ―cuestiona ella, señala el cuaderno que tengo en mi regazo.

―Bien ―, se lo entrego y revisa los ejercicios resueltos, asiente y señala una de las restas.

―Revisa esa ―susurra y me revuelve el cabello cariñosamente para volver con Daniell y consolarlo. Miro la puerta con esperanza de ver aparecer a mi mamá, pero mi padre se la llevó ayer y todavía no me la devuelve.

―Corazón, debes tener paciencia ―le dice Mía a Daniell, pero él no deja de sollozar―. La paciencia es una virtud.

―Oye ―llamo a Eloah, me mira de forma rara, parece muy enojado. Le hago señas para que se acerque, pero me ignora y termino yendo a su lugar. Me inclino a su lado y miro a Mía, vigilando que no nos note―. Andrey le pidió a papá un arco con flechas, ¿quieres ir conmigo a verlo? ―lo invito.

―Estoy ocupado ―reniega.

―Vamos, no seas aburrido ―, le sacudo el brazo, pero mira esa zona con desagrado―. Daniell está con Mía, vamos.

―Me da igual, no quiero ―gruñe y le doy un empujoncito.

―Aburrido ―lo molesto y vuelvo a mi lugar, pero apenas Mía se levanta al baño, corro hacia Daniell y le hago la invitación, él sí que acepta de inmediato.

Apenas salimos del cuarto, Eloah sale detrás de nosotros con su libro en las manos, parece molesto, pero nos sigue por los pasillos. Sujeto la mano de Daniell para que no se quede atrás, aunque me detengo a esperar a Eloah, es más bajo que nosotros, le llega al hombro a Daniell, es delgado y parece estar enfermo siempre.

―Apresúrate ―me quejo, le cuesta subir los escalones, se agarra de la baranda del costado y suelta gruñidos bajitos.

―No eres más rápido que yo ―me dice―, estás gordo ―. Pongo mala cara y termino de esperarlo cuando llega al mismo escalón que yo, Daniell ya está en la cima.

He notado que Eloah siempre está atento a todo lo que hacemos, y suele alejar del peligro a Daniell. Pero Daniell no es considerado, no lo espera, no lo ayuda, no se fija mucho en él, y sé que Eloah lo nota, pero hace como si no le importara. Tal vez Daniell no lo hace a propósito.

Tras acabar con la primera escalera subimos las restantes, recorriendo pasillos, en la última intento tomar a Eloah del brazo, pero no me deja así que desisto y solo lo espero sentado en el escalón más alto, viéndolo sujetarse con sus pequeñas manos de todo lo que encuentra, está rojo de cansancio, y es comprensible, mamá dice que tiene la apariencia de un niño de dos o tres años, y tienen seis.

A los pies de King [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora