꧁༒ Butcher Of Seul༒꧂

10. El ruiseñor canta

MARATON [3/?]

Hace mucho tiempo, Kim Bong Ju era capitán de su propio barco. Era un barco sin timón, sin rumbo ni propósito, hasta que atracó en un puerto con un faro perfecto. Durante el resto de su vida cuerda, la luz de esa torre lo había cegado y controlado indirectamente cada momento. Era una idea tonta creer que si se apagaba la luz, su barco le sería devuelto. Porque cuando la luz fue vencida, aún así, se desvió. Y ahora estaba en la oscuridad.

Era un hombre muerto caminando, sin historias que contar, nada que mostrar de una vida mal dirigida, y solo los vívidos recuerdos de un faro que en un tiempo fue una maldición y un refugio.

Era la primera lengua que le arrancaba de la boca a un ser humano vivo. Ese día aprendió cosas nuevas. No importa cuán fuertemente ató los nudos de las ataduras, nada pudo detener las convulsiones de pura agonía producidas en su víctima. Las lenguas eran cosas húmedas y resbaladizas, incluso sin los torrentes de sangre que podían producir con el más mínimo roce de un objeto afilado. El hombre atado a la silla aún estaba consciente. Globos oculares vidriosos sobresalían de sus órbitas, y cada vena de su cuello y sien sobresalía permanentemente por la fuerza de los gritos constantes y chillones.

Bong Ju lo empujó hacia abajo hasta que la silla a la que estaba atado quedó en su respaldo. Con una rodilla en el pecho, volvió a colocar las abrazaderas de la cara, forzando su boca a abrirse más.

"Esto será más fácil para los dos si dejas de retorcerse", dijo. "Cuanto antes saque esto, antes podré matarte. Ahora, quédese quieto ".

Respiró hondo y empezó a cortar. Fue un trabajo torpe. Simplemente no era bueno en el aspecto más práctico del asesinato. No fue un torturador. Ese era el trabajo de Minsoo. Fue refinado y elegante en su método de ejecución. Él era la Muerte, si la Muerte llevaba un monóculo y un sombrero de copa. Su camisa blanca crujiente estaba empapada casi por completo de color escarlata, y un nuevo chorro de sangre roció su rostro cuando el cuchillo golpeó los nervios principales. La voz del hombre era un gorgoteo ahogado, la silla se mecía violentamente.

"Oh, mierda", gimió Bong Ju, mientras la hoja cortaba el frenillo.

Fue demasiado para su víctima. Un último chillido prolongado y abrumado y luego se quedó quieto. Estaba entrando en shock. O eso, o se había desmayado. Sin embargo, sus ojos todavía estaban abiertos. Bong Ju sabía que lo había estropeado todo. Si fuera experto en esto, lo habría cortado en segundos y luego habría podido dispararle en la cabeza antes de que sintiera el dolor.

Dejó caer la lengua, algo fibroso y carnoso, y tomó una cámara polaroid en el creciente charco de sangre. Tomó una fotografía y luego agitó el pequeño trozo de tarjeta, una mueca estirando sus labios hacia atrás de sus dientes. Se puso de pie tambaleándose y se acercó al teléfono pegado a la pared.

"Se hace."

"¿Lengua?"

Y fotografiar.

Envuélvalos. Déjalos en el lugar habitual ".

Después de una ducha y un cambio rápido de ropa, robado del armario del muerto, Bong Ju se fue con los trofeos de su macabra tarde envueltos. El lugar "habitual" era una oficina de correos en la sexta calle. La anciana que estaba sentada detrás del mostrador estaba participando en el juego Geomjeong-pa, aunque no sabía de qué manera. Bong Ju nunca había preguntado. Le recordaba demasiado a un maestro de escuela particularmente astuto que había tenido, uno que le había rechazado la idea de seguir estudiando después de la secundaria.

El resto de su velada fue libre.

Nunca existió un "día libre" para él. Pero en los intervalos entre las breves llamadas telefónicas de su jefe, solo tenía un lugar donde disfrutaba pasar su tiempo. Por supuesto, eso dependía de su marido, pero él sabía con certeza que él estaba de viaje de negocios en Luxemburgo y ella estaría sola en una casa del tamaño de un palacio.