꧁༒ Butcher Of Seul༒꧂

15. Taehyungie

Darkling, escucho; y, durante muchos años

He estado medio enamorado de la muerte tranquila,

Lo llamé nombres suaves en muchas rimas meditadas,

Para tomar en el aire mi aliento tranquilo;

Ahora más que nunca parece rico morir

Para cesar en la medianoche sin dolor,

Mientras derramas tu alma

¡En tal éxtasis!

Aún quieres cantar, y tengo oídos en vano.

A tu alto réquiem conviértete en césped.

Oda a un ruiseñor - John Keats

Muchas emociones en el mundo causaron estragos en el corazón humano, pero ninguna tanto como la traición. Jimin lo comparó con un cuchillo recubierto de miel, cortado a través de la caja torácica con una hoja dentada como dientes de tiburón. Taehyung preguntó para qué era la miel. Jimin respondió: Entonces puedes quitar los pedazos de mi corazón después y disfrutarlos como manjares. Segunda vez con suerte y todo eso . Esta conversación había ocurrido hace un tiempo, el rencor se había ido, pero él todavía se sentaba y pensaba en eso las noches en las que no podía dormir, en cómo dos personas tan horribles aún podían señalar con el dedo y culpar al otro cuando peleaban.

Pero ya no pelearon mucho.

Estaban entumecidos, firmes en aferrarse el uno al otro en un mundo que realmente los había dejado varados. La cima de la montaña seguía siendo un lugar solitario, con poco oxígeno y temperaturas heladas que hacían escaso el calor corporal. Pero dos era mejor que uno cuando se trataba de amar.

La burbuja de la disociación se fortalecía con cada día que pasaba. Jimin prefirió ver a Taehyung sentado en la pequeña sala de la antecámara, mientras observaba a su padre que permanecía desprevenido, en lugar de ir a desempeñar su papel como sajangnim.de Geomjeong-pa. Se había rendido. Sabía lo que estaban haciendo Madame Go y los demás jefes de distrito. Invadiendo un territorio que no era de ellos, saliendo de sus carriles para encontrar sus propios fines. Más especialmente, sabía que Seokjin estaba sentando activamente las bases para recuperar su trono. El puñado de hombres que todavía le eran leales, incluso leales a Taehyung, lo mantuvieron informado con la esperanza de que les ordenara tomar represalias. Tenían sed de sangre, y cuanto más tiempo pasaba Jimin sin satisfacerlos, más probable era que cambiaran de bando. Ya no le importaba. El mundo se estaba cerrando y todo lo que podía hacer era acurrucarse en una habitación oscura, viendo al amor de su vida mirar a su padre como si un océano los dividiera y no solo una pared y una puerta.

Jimin lo envidiaba y amaba a Taehyung al mismo tiempo; si hubiera sido su madre en la otra habitación, no habría dudado tanto. Habría estado allí, abrazado a ella, llorando en su hombro como el niño pequeño que todavía no podía expulsar de lo más profundo. Pero en cambio vio al hombre más fuerte que conocía, sentado encorvado, ojos oscuros inmóviles y concentrados, boca baja, como si el significado de la vida residiera en el anciano en la habitación contigua. Esas palmas que alguna vez fueron toscas y que sostenían armas como si fueran una extensión natural de sus extremidades, ahora tiraban ansiosamente de los dobladillos de sus costosas camisas a medida. Tan valiente, siempre, pero en este asunto, seguía siendo un manojo de nervios.