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Soobin estaba de pié frente a la puerta de la casa de Kai, tímidamente golpeó la puerta, tenía miedo de ser rechazado por el menor, así que espero unos segundos y se alejó un poco. Movía sus piernas dando pequeños golpes en el suelo, estaba nervioso y sus manos sudaban.

-Oh Soobin... cariño- la mamá de hueningkai abrió la puerta haciéndose a un lado para que el menor entrara-, pasa, Kai aún duerme, ve a su habitación.

-Con permiso.- hizo una reverencia siguiendo su camino hacia la habitación de Kai.

Conocía esa casa como la palma de su mano, prácticamente vivió ahí cuando era niño, conocía a Hueningkai desde los 8 años, cuando el menor se tropezó cayendo sobre él y derramó su helado en su sudadera, Kai había llorado tanto ese día que le fue imposible a Soobin separarse de él.

-Hueningkai.- susurró abriendo la puerta, la habitación estaba oscura y solo alcanzó a divisar un bulto sobre la cama, se acercó al menor con pasos nerviosos.

-Me estás tocando el trasero- dijo con su voz somnolienta, el mayor sacó su mano rápidamente y se tiró sobre él- déjame en paz ¡Lea sal de aquí, quiero dormir!

-Ya despierta dormilón...- Hueningkai se tenso al oír la voz de Soobin, se quedó en silencio sin saber qué hacer, solo se oían sus respiraciones y estaba comenzando a ponerse nervioso.

-¿Qué hacés aquí?- preguntó al darse cuenta que llevaba demasiado tiempo sin hablar, su corazón se aceleró al sentir la respiración de su hyung cerca de su rostro.

-Dame un beso y te digo- el pulso del menor se detuvo por un segundo, Soobin rió escandalosamente y se separó para recostarse a su lado-, es broma, enciende la luz, no te veo y así no puedo hablarte.

Kai limpio el resto de lágrimas que había en su rostro, dió un largo suspiro y se sentó en la cama, estaba tardando a propósito, no quería que lo viera así. Últimamente todo lo lastimaba demasiado, antes esas bromas hacían que su corazón se acelere, que sus mejillas se pinten de carmín y que no pueda evitar sonreír, pero desde que MinJi apareció era todo lo contrario. Su corazón se sentía pesado dentro de su pecho y dolía, las lágrimas cubrían sus mejillas y aunque lo intentaba ya no podía sonreír.

Encendió la luz y observó a su hyung, era tan precioso, sus ojos, sus labios y esos pequeños pósitos que se formaban en sus mejillas cuando sonreía, sin duda sus hoyuelos lo hacían especial. Soobin era perfecto y él se sentía tan poca cosa a su lado. Choi Soobin jamás podría fijarse en él.

-Bien, se que fui un tonto, pero- sonrió abriendo su mochila, sacó un peluche de un pequeño pingüino- ayer gane esto para ti- se lo entregó, Kai lo miró con sus ojos brillando-. Y si aún tengo una oportunidad quiero que vengas conmigo a la feria hoy.

-Eres un tonto y te odio- murmuró aferrando contra su pecho el muñeco de felpa-, pero acepto tu invitación.

Si, puede que sea mala idea pero no puedo decirle que no a esa carita preciosa.

-En serio lo siento- dijo mirándolo a los ojos, estaba arrepentido-, arreglate para salir, aunque aún así te ves precioso, deberías cambiarte la pijama- sonrió poniéndose de pie-. Te espero abajo.

En cuánto el mayor salió de la habitación Hueningkai corrió al baño, se dió una ducha rápida y se cambió aún más rápido si eso era posible, cepilló su cabello y se puso un poco de maquillaje, cuando al fin estuvo conforme salió de su habitación con rumbo a la sala dónde Soobin lo estaba esperando.

-Wow, hermano ¡Te ves radiante!- le grito Lea desde su recámara, en serio amaba a su hermana.

Caminó con total seguridad hacia el mayor y le sonrió cuando estuvo de pie junto a él.

-Oh, eres tan chiquito.- Soobin apretó sus mejillas mientras acercaba su rostro al del menor para juntar sus frentes y rosar sus narices, ambos estaban acostumbrados a compartir ese tipo de contacto, eran muy cariñosos.

.

Ya en la feria, el menor veía todo con los ojos brillando como dos gigantescas estrellas, estaba fascinado; los juegos, la comida, los peluches. Sonreía tanto que Soobin no podía apartar la mirada de él.

-¿Qué quieres hacer ahora?- preguntó mientras le daba la última mordida a su manzana con caramelo.

-Quisiera subirme a la rueda de la fortuna- Kai devoró su algodón de azúcar de un solo bocado y se volteó a mirar a su hyung- ¡Por favor!- gritó poniendo ojitos de cachorro.

Soobin lo medito unos segundos observando la gran atracción frente a ellos, se veía demasiado peligroso, estaba asustado y no iba a fingir lo contrario, pero no podía negarse ante la imagen tan tierna que presenciaba, Hueningkai tenía sus labios abultados formando un pequeño puchero, se veía precioso.

-Esta bien.- tomó su mano y comenzaron a caminar juntos.

El menor reía mientras se acercaban al juego, estaba feliz, por primera vez en mucho tiempo podia disfrutar de estar completamente solo con su hyung. Lo amaba mucho y más amaba compartir tiempo con él.

Luego de pagar sus tickets tomaron sus asientos y la gran rueda comenzó a girar, se escuchaban algunas risas, Hueningkai vió cómo algunas parejas
se besaban y no pudo evitar pensar en cómo se sentiría ser besado por Soobin, sonrió y bajó la vista a sus manos, aun estaban entrelazadas.

Soobin lo miró con los ojos brillando y él se acercó a dejar un tierno beso en su mejilla.

-Te quiero hyung...







In your sweater 1 [sookai]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora