Capitulo / 26

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Louisa

Cuando la fiesta número dos de mi cumpleaños llega a su final no soy capaz de caminar por mi propia cuenta, mi prometido me guia hacia mis padres para despedirme de ellos y de mis hermanos, de mis primos y de mis tíos. 

—Hablamos luego, manita —le digo a Francina; mi prima hermana de toda la vida.

—Hablamos mañana —escucho que dice.

Con Max sujetándome la cintura y con unos de tacones en la mano me guia hacia mi auto.

—Los amo —balbuceo para luego lanzarle un beso con la mano que no esta ocupada.

—Nosotros tambien —me responde mi mamá.

—Ese no es mi auto —balbuceo hacia Max cuando me doy cuenta que en realidad me guia hacia su auto.

—No vas a conducir así, en ese estado —mi comisura se iza para luego explotar en carcajadas—. ¿Qué? —su comentario me recuerda a ese chico, a Jem, mi antiguo novio, era así de sobreprotector y de preocupado.

«A ver, Louisa, ¿Por qué traes eso a colación?»

—N-nada —me ayuda a montarme en el auto para luego avanzar hacia el asiento del piloto.

—Nos vemos allá —le dice a alguien corpulento y él asiente antes de retirarse. 

Max me echa un ojo antes de poner el carro en marca y caigo rendida a los brazos de Morfeo.

Siento como me elevan en el aire. Esto se siente tan bien, me siento en las nubes.

—Mmh —un gemido mitad chillido se me escapa al sentirme en el aire flotando. Es una sensación maravillosa. También, siento, unas manos grandes sujetarme por la cintura.

—Que rico —murmuro.

—¿Que es rico? —esa voz ¡Uf! Es hermosa. 

Siento que ascendemos y ahora si me siento en el paraíso flotando en el aire.

—Tus manos, Señor.

—¿Mis manos son ricas? —dice esa voz.

—Ujum.

—¿Por qué son ricas?

—No lo sé, solo sé que se sienten bien en mi piel —esa voz suelta una carcajada ronca—. Y tu voz es tan... varonil... Tan ronca —esa voz suelta otra carcajada mayor a la primera.

Siento que nos movemos hacia no se donde pero luego si toco el cielo con mis manos porque soy depositada en algo blando... suave..., como el algodón.

Abro un ojo con cuidado de que el dueño de esa voz me vea, lo veo desplazarse en la habitación hasta llegar a un cuartito, los cierro y luego siento algo húmedo pasearse por mi rostro, me sobresalto y le doy un manotazo.

—Déjame retirarte el maquillaje —gruñe esa voz.

—¡No! Déjame dormir —me pongo a boca abajo alejándome del tacto del intruso que quiere arruinar mis horas de sueño.

Escucho los pasos del intruso alejarse y aprovecho para cubrir mi cuerpo con la frazada ubicada a mis pies.

Y... Luego caigo nuevamente en los brazos de Morfeo y sueño con la voz ronca.

***

Un sonido medio chillón hace que pegue un salto y abra los ojos de inmediato, me siento de golpe lo que hace que un mareo me asalte abruptamente. Salto de la cama y corro al baño, suelto en el retrete todo lo ingerido la noche anterior y cuando digo todo, es todo.

Volviendo A Levantarme © BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora