Capitulo / 24

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Nunca he entendido a esas personas que tienen esa imperiosa necesidad de hacerle daño a las personas, tampoco he entendido el por qué lo hacen, ni que ganan haciendo ese tipo de actos que lo hace es perjudicar su vida. Acaso no piensan en la cárcel, ni siquiera la palabra "cárcel" se le pasa por la mente cuando están haciendo esos actos delictivos, ni "cadena perpetua" porque a mi de tan solo pensar en una acción de esa manera se me erizan los pelos y me da pavor llegar a hacer algo así o pensar algo así, a decir verdad, prefiero que me maten a tener que realizar una agresión hacia alguien de cualquier magnitud. Le tengo miedo a la muerte pero si me obligan a hacer un acto así preferiría mil veces la muerte que hacer lo que se me ordena. 

—¿Qué tal tu día? —le pregunto a Louisa una vez que hemos terminado de cenar, compré pizza en el camino y una botella de refresco, le brindé a los guardaespaldas de Louisa pero ellos se negaron hasta que Louisa le dijo que si iban a trabajar para ella no podían pasar hambre lo que termino convenciendo a ambos hombres.

—Caótico, Max —bufa—. Hoy se me juntaron todos los pacientes porque ayer Larry no pudo asistir ni Aurora tampoco y tuve que recibirlos a ellos más los otros pacientes que tenia para hoy.

—¿Le pasó algo a Larry? —según lo poco que me ha contado Louisa de Larry es un chico muy vulnerable y siento la imperiosa necesidad de ayudarlo, de salir con él y hacer que salga de su zona de confort, que sea solo una salida de hombre a hombre y nadie sabe si quizás le pueda dar consejos de auto-ayuda.

Suspira antes de responder:

—No, solo que él... se tranca —dice—. A veces veo mucha mejoría en él pero otras veces vuelve a su cajita y se oculta.

—¿Él va mañana?.

—No, vuelve el viernes.

—Me ofrezco como voluntario para ayudar a Larry a salir de su zona de confort —me mira sorprendida—. ¿Que? Yo también sé dar buenos consejos y quizás es eso lo que él necesita, un hombre que hable con él, pueda ser que él no sea tan abierto conmigo pero haré que hable conmigo.

—Max, no puedes hacerlo, esto es confidencial..., esta es una relación entre paciente-medico en ningún lado del contrato dice que el novio o el esposo del medico encargado del paciente debe meterse en esos asuntos.

—Solo quiero ayudar.

—Si vas ayudar hazlo a través de mi, oriéntame y dime que puedo decirle.

—Confidencialidad —pone los ojos en blanco—. Como es confidencialidad, no te puedo decir.

—¡Bah! Es mi paciente... No importa, buscare a otro hombre a quien preguntarle —se pone de pie y deja su plato en el fregadero. Sin que ella se percate, me pongo de pie y la brazo desde atrás, medio grita cuando la tengo entre mis brazos—. ¡Max! ¿Quieres que me de un ataque cardíaco? Si me da, viudo te vas a quedar.

—Me quedo viudo —me da un manotazo y pellizca la piel de mi brazo—. ¡Ay! No puedes recurrir a la violencia siempre.

—Si cuando es necesario si se recurre a ella —deja el plato en el escurre platos junto con el vaso que utilizo para servirse el refresco.

—Volviendo al tema; puedes preguntarle a quien tu quieras pero nadie va a orientarte mejor que yo.

—Pero igual va a orientarme... no con las mismas palabras que vas a utilizar tú, pero lo harán.

Le hago caso omiso a su comentario y me dispongo a repartir besos en la curvatura de su cuello; ella inclina su cabeza hasta el lado contrario de donde me encuentro yo. Pego mas a mi cadera a la suya y acaricio su cuello con mis labios, gira su cabeza y nuestros labios se encuentran para darse amor, engancha sus manos en mi cuello y profundiza el beso.

Volviendo A Levantarme © BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora