CAPITULO UNO

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—¿Por qué no puedes parecerte más a Thomas? Es el hijo que nunca he tenido.

Timothée reprimió un gemido y apretó el respaldo de una de las sillas para invitados del despacho de su padre.

—Tienes un hijo, papá. Yo.

—Últimamente Thomas parece más hijo mío que tú.

Timothée odiaba aquella conversación, que tenía lugar al menos una vez al mes desde hacía dos años, desde que Marc Chalamet había decidido jubilarse en un futuro cercano. La elección del sucesor se reducía a dos opciones: Thomas, el yerno, o Timothée, el hijo que no cumplía las expectativas paternas.

—Dime —replicó Timothée— ¿Ha sido Thomas el que ha duplicado el valor neto de la compañía en sólo 4 años? ¿Fue él el que consiguió el proyecto Winterbrook o el trato con West Washington? -hizo una pausa efectista—. No, espera. Fue tu otro hijo el que se deja la piel por esta compañía. ¿Cómo se llama?

Timothée era asesor y vicepresidente ejecutivo de Chalamet Comercial Properties, pero había subido desde abajo, donde empezó cuando estaba todavía en el instituto y donde entró con un puesto fijo cuando se licenció de Derecho. Poseía talento y ambición para continuar lo que había empezado su padre treinta años atrás y mejorarlo. Lo que no tenía era una esposa, que por alguna extraña razón que sólo su padre conocía parecía ser importante en aquel terreno.

La mera idea de casarse lo ponía nervioso. Sabía que podía haber matrimonios felices, el de sus padres así lo probaba pero sabía también que esa felicidad podía desaparecer en un abrir y cerrar de ojos.

—Thomas no está preparado para dirigir esta empresa —dijo—. Es muy conservador, tiene que pensar tres veces cada decisión y la mitad de las veces la toma mal. ¿No lo has observado pedir de comer? "Tomaré el salmón, no espere, ¿cómo está el bistec? O quizá deba pedir una ensalada. ¿Alguien ha probado el chuletón?" Me extraña que no se haya muerto de hambre.

—No te extrañe —declaró su padre—. Tiene una esposa en casa que le prepara la cena todas las noches.

—¿Y por qué una esposa y tres hijos lo cualifican para dirigir la compañía?

—Está asentado. Ha tomado decisiones en su vida y tiene responsabilidades, tu hermana y mis nietos. No tengo que temer que se fugue a las Fiji con la próxima azafata que conozca.

—Se llaman auxiliares de vuelo. ¿Y quién dice que no pueda tomarme vacaciones de vez en cuando?

Su padre hizo una mueca.

—Llamaste el martes por la tarde para decir que no vendrías a trabajar el lunes por la mañana.

—Me confundió el cambio de horario.

Su padre suspiró.

—Sé que tienes que disfrutar también, hijo, pero en la vida hay que tomar decisiones y no puedes seguir siempre soltero.

Timothée soltó un gruñido de frustración. ¿Por qué siempre tenían que volver a la misma discusión? Él no evitaba el matrimonio, simplemente no había encontrado a la mujer ideal. Y él, que no conducía el mismo coche más de un año seguido, ¿cómo iba a elegir una compañera para los siguientes cincuenta años?

—No todo el mundo tiene lo que tuvieron tú y mamá —murmuró.

Pensar en su madre le produjo una punzada de dolor a pesar de los años transcurridos. Nicole Flender Chalamet había muerto cuando él tenía doce años y su hermana diez. Después de su muerte, Marc se enterró en el trabajo y convirtió su pequeña compañía inmobiliaria en una de las empresas de construcción y desarrollo de más éxito de Nueva York. En el proceso, dejó que sus dos hijos sufrieran solos y básicamente también se criaran solos.

Legalmente suya (Timothée Chalamet)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora