—¿Qué hora es?
Timothée miró el reflejo de Jane en el espejo del cuarto de baño.
—Dos minutos más tarde que la última vez —contestó— Tienes tiempo de sobra. No llegarán hasta dentro de quince o veinte minutos.
—¿Y cómo voy a prepararme contigo mirándome así?
—No te miro —echó la cabeza a un lado y pasó la cuchilla por su mejilla— Me estoy afeitando. —Llevaba toda la mañana tratando de animarla, pero sin resultado —Podemos anular esto. Cuando lleguen les diré que se marchen.
—¿Tú harías eso? —sonrió ella.
Timothée empezó a aclarar la cuchilla.
—Haría cualquier cosa por verte sonreír —repuso, con una sonrisa más seductora. Jane puso los ojos en blanco y tomó el pintalabios. Timothée se lo quitó de las manos con gentileza.
—No necesitas eso. Eres muy hermosa al natural.
Jane se lo arrebató y lo dejó en la encimera.
—Quieres animarme a base de halagos, ¿verdad?
Timothée la abrazó por la cintura y la atrajo hacia sí.
—No tengo motivos ocultos. Cuando te beso, no quiero que nada se interponga entre nosotros, sobre todo pintalabios.
La sentó en la encimera y la besó. Comprobó con alivio que la indiferencia de ella desaparecía en cuanto sus labios se encontraban. Las manos de ella le apartaron la camisa y rozaron su pecho desnudo.
En los últimos días, había llegado a la conclusión de que no podía vivir sin Jane y aún no se había acostumbrado a esa revelación. Cuando decidió usar el contrato, no tenía intención de enamorarse y, ahora que había ocurrido, no sabía qué hacer. ¿Cómo revelar sus sentimientos sin espantarla? ¿Y cómo conseguir que ella le correspondiera?
Le besó el cuello, desabrochó su blusa y depositó una serie de besos en su hombro. Su olor hacía que le diera vueltas la cabeza. Apoyó los muslos de ella en su cadera y la falda se le subió y dejó al descubierto las piernas. Bajó con las manos hasta los tobillos y volvió a subir, sin dejar de besarla en la boca.
—No deberíamos hacer esto —murmuró ella— No tenemos...
Timothée subió más las manos y le bajó las bragas, que sacó por los pies.
—...tiempo —terminó ella.
—Tenemos tiempo de sobra —deslizó las manos por los muslos de ella y empezó a acariciar su centro húmedo. Jane lanzó un gemido y se arqueó sobre sus dedos. ¿Por qué era tan sencillo poseer su cuerpo y tan difícil atrapar su corazón? Cuando la besaba y acariciaba, había siempre un rincón de su corazón que no podía tocar.
—Dime que quieres que pare —susurró. Se inclinó para besarle el interior de los muslos— Dímelo. Pararé si quieres.
—No —repuso ella sin aliento— No pares.
Timothée la sujetó por la cintura y la acercó al borde de la encimera, donde le subió la falda hasta las caderas. Bajó la cabeza y prosiguió su asalto, ahora con la boca y la lengua.
Oyó acelerarse su respiración y noto que su cuerpo se tensaba. La deseaba, pero se centró en el placer de ella, complaciéndose en los gemidos y súplicas que precedían siempre a su clímax.Jane se movió encima de él y Timothée levantó la vista hacia ella. Tenía los ojos cerrados y se mordía el labio inferior. Le introdujo la lengua y ella gritó de placer.
En ese momento, sonó el timbre de la puerta. Jane abrió mucho los ojos y su cuerpo se tensó. Bajó las manos para colocarse la falda, pero Timothée se las apartó.
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Legalmente suya (Timothée Chalamet)
Roman d'amourCuando Timothée Chalamet preparó un contrato matrimonial entre Jane Singleton y él, ella supuso que sólo estaba bromeando. Pero no pensó lo mismo cuando seis años más tarde Timothée se presentó a su puerta para formalizarlo. ¿Qué podía hacer ella pa...