III

654 71 21
                                        

[   19 de Febrero, 2021   ]

─ Córrete, maldito idiota.─   escuché a mis espaldas. Ya era viernes a todo esto, un día normal en la hora del  almuerzo, yo debajo del árbol de siempre con las galletas que solía comer, hasta que bueno, me dijeron idiota.

Me corrí para no buscar problemas, incluso más de los que ya estaba teniendo, ayer había sido un día bastante malo para mí, mi madre nunca vino ni llamó, pensé todo el día en ella y el por qué no lo hacía. Hoy pasaba exactamente lo mismo, ni siquiera un mensaje había llegado a mi casilla.

Aquel chico pasó a mi lado y aunque tenía metros y metros de patio para pasar lo ví dandome una mirada con odio, desprecio plasmado en su cara. Jamás llegué a comprender el motivo de aquellas personas, la razón por la cual eran así,  aún sabiendo que soy un cero a la izquierda, no importaba.

Coloqué mis auriculares.

Prom Queen de Peach Bunny sonaba fuerte, haciendome doler el pecho, porque me gustaba sufrir de esta manera y no olvidarme de lo que soy.

Una etapa no superada para mí.

El patio estaba con sus hojas verdes y vivas, todo debido al verano. Los chicos jugaban al fútbol en la cancha mientras las chicas los alentaban a lo lejos, estereotipos ya saben. Mi miraba repasaba a cada uno de ellos.

Cerré mis ojos, poniendo mis manos sobre mi regazo, apretando fuerte mi celular entre ellas. Suspiré. Abrí nuevamente mis ojos mirando a mi alrededor. Chicos y chicas disfrutando su adolescencia, moviendose e interactuando entre ellos, riendo, siendo felices.

Quizá fingiendo serlo, nadie lo sabría.

Se veían libres, algunos chicos estaban sin remera, viendose seguros de sí mismos e incluso disfrutando eso. Las chicas en top deportivo y pantalón corto me hacían sentir un poquito de envidia. Miré mi ropa y mi pecho se apretó dentro de mis costillas, llevé mis piernas hacia el y las apreté contra mí.

"Desearía ser como tú, ojos azules, rubio, cuerpo bonito.."

Mi vista se levantó, mis ojos ardieron ante las lágrimas acumuladas, tanto por el dolor en mi pecho como por lo que había visto. Se estaban acercando, los ví a lo lejos acecharme, casi como lo hace un león con su gacela. Abrí mis ojos desesperandome por un momento.

La presión en mi abdomen dolió tanto como lo que sabía me esperaba, sabiendo que hacer y como reaccionar, era tan inevitable aquello que me lastimaba tanto. Mi mano sacó los auriculares de mis orejas de un tirón, tomando mis cosas para ir al baño. El mundo temblaba, los pasos me pesaban.

Me siguen, los siento a mis espaldas.

Abrí la puerta e ingresé, importandome muy poco el chico que se estaba lavando las manos, sólo quería llegar al cubículo.

Mis rodillas sintieron frío, mis manos dieron un abrazo al inodoro, mi garganta suplicó que parara de hacer aquello.

Mis dedos entraron a mi boca llegando a mi garganta, las arcadas comenzaron a salir, mi respiración acelerandose, mis ojos llenandose de lágrimas con cada acción. Pronto el vomito comenzó a salir, lo que antes habían sido galletas y leche ahora se veían en el agua de aquel inodoro, el olor dando contra mi nariz.

Sentí sus pasos y como se acercaban a mí, aquel chico de mi edad me tomó de mi ropa, importandole muy poco que el vómito que faltaba por sacar se esparciera por mi ropa. Mi cuerpo quedo en el aire, mi espalda chocando contra la puerta.

Trouvaille. // KTH + JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora