Misterios en París (Lukadrien)

Caballo Galopante

22

Los presentes se encontraban desconcertados ante la repentina llamada. 

Era inusual que llamasen a una reunión sin siquiera avisarles con anticipación, todos tenían horarios muy ocupados y debían encargarse de asuntos importantes para el futuro, por lo que aquel extraño evento, en definitiva, arruinaba la agenda de muchos. 

Apenas el muchacho de anteojos entró a la sala, los presentes se quedaron callados por la tensión que pareció dominar al instante. 

Alix observó a su compañero desde su sitio. A ella también le era irregular aquella conducta por parte del moreno, sin que este le contase a ella sus preocupaciones antes de convocar a esa curiosa junta. 

Max suspiró para, momentos después, mostrarles a los presentes una gráfica que mostraba una línea recta en un principio para volverse muy irregular e inestable cerca del final. 

La muchacha frunció el ceño al advertir aquello, comprendiendo que algo no andaba bien. 

—Esta gráfica marca la estabilidad en nuestro mundo, como podrán ver... el equilibrio se ha perdido —bufó molesto antes de darles la noticia a la Brigada que veían todo con horror—. Se ha creado una brecha dimensional no muy lejos de aquí. 

Las personas se vieron entre ellos a la vez que comenzaban a murmurar, pronto la sala entró en caos por las habladurías y emociones de los trabajadores que sabían el grado de riesgo que eso significaba. 

—¡Esto es inaudito! ¡¿Qué se supone que hacen en el establo?! ¡El departamento del espacio no está haciendo lo que debe! —gritó un hombre de repente, culpando a sus compañeros teriomorfos. 

—¡¿Qué dices?! ¡Nuestro trabajo es más importante que el de ustedes! ¡Tienen la vida solucionada sólo con retrasar un reloj! ¡Nosotros debemos gestionar cada mundo personalmente! 

Las culpas y discusiones no se hicieron esperar por ambos lados. Max suspiró al verles así, de hecho ya se lo esperaba. Hacía tiempo que ambos departamentos parecían no estar llevándose bien y, en lugar de limar asperezas, aquel conflicto había destruido la poca unidad que quedaba. 

—¡Ya basta! —regañó Alix, azotando ambas manos sobre la mesa y levantándose para reunirse con su amigo—. En momentos así debemos mantenernos unidos, no pelear. Si no estamos del mismo lado, esta dificultad podría ser peor. 

—Que bueno que lo mencione, señorita Kubdel —expresó un hombre de traje negro, mientras entraba a la sala con una expresión seria. Todos se quedaron callados al instante, pues aquel hombre era uno de los más allegados al jefe de la Brigada—, porque justamente encontramos este video en las cámaras de seguridad. 

Otro sujeto de cabello azabache mostró las imágenes que dejaron a todos muy atónitos, sobre todo a Alix, quien se vio a sí misma robando tecnología importante de la base principal. 

Max la observó, escandalizado, pero ella negó al instante. 

—¡Esa no soy yo! ¡Jamás traicionaría a la Brigada, yo...!

—Lo sabemos —volvió a hablar el hombre de mirada y voz tranquila—. De hecho, investigamos el asunto y... creo que les sorprenderá lo que encontramos. 

El video anterior fue reemplazado por nuevas imágenes que sorprendieron a todos los allí presentes, pues lo que presenciaron estaba lejos de ser algo normal o que pudieran ver en cualquier lado. 

Alix contuvo una jadeo de sorpresa al ver a Luka Couffaine en diferentes tomas, desde el secuestro de uno de sus compañeros hasta esa forma inusual de transformarse en ella para entrar a la Brigada y robarles.