Arácnido Ponzoñoso

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10

Fue como si el tiempo se hubiese detenido de repente. 

Luka le veía directo a los ojos con gran sorpresa, mientras la morena le enviaba una mirada llena de enfado, como si le odiara. 

Ella formuló una sonrisa ladina que al azabache le pareció malvada y descarada. 

Couffaine apretó los puños con la ira recorriendo su semblante. La visión de Adrien tan vulnerable y desprotegido le provocó una cólera inigualable. Se levantó de donde la mujer le había arrojado y le devolvió una mirada iracunda. 

—Suéltalo —ordenó, entrecerrando los ojos e intentando contenerse. No podía dejarse llevar por el enfado que estaba sintiendo. 

Nora soltó una carcajada sonora que estremeció a Kagami. La japonesa se había repuesto y buscaba a tientas la tarjeta-llave luego de que se le cayera en el altercado. 

—¿Por qué iba a obedecer a un asqueroso teriomorfo como tú? De sólo verte, me dan nauseas. Tú y los tuyos simplemente deberían someterse a lo que los humanos digan. No eres más que un fenómeno —espetó con arrogancia, mas Luka ni siquiera le prestó atención a sus palabras. 

Su vista seguía fija en Adrien. Buscaba la manera de llegar a él sin que Nora pudiese lanzarlo lejos. Claramente, ella le ganaba en fuerza aunque Luka fuese más ágil. Quizá, una buena distracción funcionaría. 

Y, como si le hubiesen leído la mente, Nooroo se abalanzó contra la mujer para encajarle una mordida. Luka aprovechó el descuido que se formó y corrió hacia Adrien tan rápido como pudo. 

Sin embargo, Nora advirtió su plan de inmediato. Lanzó el cuerpo inconsciente del rubio al otro lado de la habitación, observando al azabache transformarse para agarrarle en el aire, mientras ella tomaba al lobo por el cuello y le estrellaba en una pared contigua con fuerza. Un aullido de dolor fue lo que el animal emitió antes de perder la consciencia. 

Se volvió a su presa al instante y sonrió al notar la desesperación del azabache por llegar al menor. La desgracia de ese par le producía un placer incomparable. 

Sujetó las telarañas que había enredado alrededor del Agreste sin que fuesen visibles, consiguiendo, de ese modo, atraerlo hacia ella cual yoyo. La sorpresa y el terror reflejados en los ojos de Luka al caer sobre sus pies, nuevamente transformado, le hicieron reír con fuerza. 

Quería destruirlo, llevarle hasta el límite y comprobar si eran ciertos los rumores sobre el descontrol en los teriomorfos. Nada le haría más feliz que deshacerse de ambos chicos de una vez por todas. Por el mundo, por su familia y, sobre todo, por su orgullo. 

—Es increíble, él tenía razón. Harías cualquier cosa por este maldito metamorfo. ¿Qué caso tiene salvar a alguien que morirá de todas formas? 

La ira de Luka aumentó a la par de sus palabras—. Cállate. 

—¿Qué pasa? ¿La verdad duele? Llevaré a este mocoso inútil con alguien que se deshará de él. Si crees que su vida es corta entonces olvídate de volver a verlo. Este será un adiós definitivo —sentenció.

Se dio la vuelta, dispuesta a marcharse con el rubio bajo el brazo. Creía imposible que el azabache pudiese detenerla a esa distancia, pero le tomó por sorpresa percibir la piel escamosa enrollarse en su abdomen y los colmillos hundirse en su hombro. 

La sola idea de no ver a Adrien de nuevo, le hizo actuar por instinto. Sólo podía pensar en acabar con Nora. Debía asesinarla para que el rubio estuviera a salvo, no había otra elección ni una segunda oportunidad

Misterios en París (Lukadrien)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora