··- Cisnes de Origami -·· [ Izuku Midoriya x Lectora ]

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Con Izuku:

Suspiró, tomando con ambas manos su cabello con frustración, dejándolo más revuelto que de costumbre, ya habían pasado 2 días desde el secuestro de 4 alumnos de primero.

Las autoridades ya estaban al tanto, y junto a los héroes profesionales, buscaban arduamente el nuevo escondite de la liga de villanos para poder encontrar al menos un pequeño rastro de Hatsume Mei, Ayato Okumura, Tetsutetsu Tetsutetsu y (T/N) (T/A).

Eso no hacía más que exasperar al pequeño chico de cabellos verdes, ¿Por qué? Simple.

No les permitían saber ni involucrarse en nada, manteniendo a todos los alumnos fuera de esto, ya había sucedido una vez, y luego del – Casi obligatorio y claramente obvio– retiro del símbolo de la paz, claramente la ciudad y sobre todo los habitantes no estaban del todo tranquilos. Creo que nos desviamos del tema.

En conclusión, nuestro querido chico de orbes esmeralda no tenía la información suficiente para hacer su propia búsqueda y operación de rescate. Y es que, ¡Joder! Había sido su culpa, o eso pensaba.

Pudo haberla sostenido, pudo haberse aferrado a ella, pudo haberla salvado.. pero aún era un inexperto estudiante, aspirante a ser héroe.. ¿Qué tanto podría hacer?.

Claro, gracias a sus apuntes y gran atención, retención y habilidad para analizar, había hecho varias cosas en favor al prójimo, lo sabía, pero, está vez no fue así, está vez lo veía más amargamente e importante. Aunque claro, había logrado mantener al menos una docena de estudiantes a salvo, si, y se sentía feliz por esto, pero..

Se trataba de ella.

Y no había hecho nada.

No había hecho nada para salvar a (T/N).

Ese era el problema.

O tal vez el problema era que apenas en ese momento hizo el descubrimiento del siglo –Sin sarcasmo–, y por culpa de su falta de atención a su entorno –Que ocurría rara vez– No se dió cuenta de (T/N) era la anónima. Bravo, merecía un premio.

Todos estos pensamientos, siendo incluso algo duro consigo mismo, se dejó llevar, estando prácticamente mudo desde que ocurrió todo.

Jugaba distraído con los palillos, empujando un poco de la ensalada que yacía casi intacta. Hasta que una voz lo hizo salir de su burbuja de pensamientos.

– ¿Hijo? Izuku.. – Habló preocupada Inko Midoriya.

– ¿E-eh? Perdón, mamá, ¿Qué decías? –Sonrió débilmente, claramente decaído y perdido del tema de conversación.

– ¿Qué ocurre, cariño?  –Se acercó a el, recorriendo una de las sillas del humilde comedor, sentándose en esta una vez que la acercó lo suficiente para poder hablar bien con su hijo, evitando así que el quiera huir a su habitación una vez que la próxima conversación llegara a un punto donde el quiera huir.