Capítulo 27: "Consuelo"

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— ¿Levi, puedes abrir la puerta? 

— Vete 

— Pero no has almorzado 

— ¡Déjame solo!  

Lukas suspiro y dejó la bandeja con comida en la entrada de la habitación, sus hombros se hundieron mientras contaba los pasos hasta la escalera y bajaba al estudio, tenía tantas cosas que hacer que Zacarías lo iba a regañar si no lo entregaba pronto, pero era imposible concentrarse en algo cuando su cuerpo entero se estremecía con cada respiración. Levi llevaba dos días evitándolo desde el festival, no quería verlo, hablar, ni siquiera había salido de la habitación en la que se encerró. La casa tenía un olor agrio, triste. Estaba a nada de perder la cabeza. 

Su compañero estaba sufriendo tanto y no tenía idea de cómo aliviarlo. Se sentía insuficiente.

Quería decirle a Levi que habló con su padre, cosa que aún seguía siendo muy confuso, y hablarle sobre la espada, que por cierto ¿Por qué no había dejado de brillar? Tuvo que envolverla en su capa y esconderla para no llamar la atención. 

— Madre Lúa, ilumíname — murmuro para sí mismo mientras se pasaba los dedos por el cabello. 

Hizo una mueca cuando un nuevo corrientazo de dolor le recorrió el pecho. Respiró hondo hasta que el dolor paso a segundo plano. Si tan solo Levi le dijera lo que le pasaba, podría pensar en una forma de solucionar el problema, si tan solo pudiera darle un lugar donde se sintiera a salvo… 

Una idea iluminó su cabeza como una lámpara de aceite, dejó en su lugar los papeles que estaba a punto de revisar y corrió escaleras arriba. Abrió la puerta de su habitación y comenzó a moverlo todo. 

Desarmó la cama y bajo las tablas al primer piso, movió el armario al otro lado de la habitación y organizó el pequeño escritorio lleno de papeles, del armario sacó mantas y pieles y las clasificó todas, puso las más gruesas a un lado y las más suaves en otro. Barrio la habitación y colocó el colchón redondeado en una esquina, cubrió los cojines más pequeños y alargados con las mantas más delgadas y creó pequeñas paredes que delimitaban el nido. Extendió las demás mantas en el centro y colocó más cojines. Buscó en el armario una larga manta de piel y con ayuda de una silla la colgó del techo, formando una pirámide suspendida. Serviría como una cortina para que no se viera el interior desde la puerta.

Se tomó un segundo para respirar antes de darle el toque final, cubrió con su olor todo el nido, marcando cada cojín y manta. Olfateo el aire hasta que estuvo completamente satisfecho. Muchos omegas solían querer el aroma de su pareja en el nido, esperaba que Levi fuera igual.

Ahora solo debía hacer que su pequeño salvaje saliera de su refugio y entrara al nido. No iba a permitir que Levi siguiera apartandolo. 

Le gustara o no, estaban justos en eso.

(...)

Dentro de la habitación el omega se retorcía en el piso, sus ojos azules estaban completamente hinchados y casi no podía mantenerlos abiertos. Se llevó las rodillas al pecho y se hizo una bolita, las encías le dolían de morder la sabana para evitar hacer cualquier ruido que pudiera alertar a Lukas. 

Nuevas lágrimas cayeron cuando su mente se volvió a nublar y recuerdos fluyeron como el agua de un río. Una puerta estaba abierta en su mente y no tenía idea de cómo cerrarla. 

Oye Draven, conocí a alguien hoy 

Su amigo lo miró confundido através del espejo, siguió trenzando su largo cabello blanco sin prestarle mucha atención. Eran tan iguales físicamente, pero tan diferentes, Draven tenía las manos delgadas y largas mientras que las suyas eran más pequeñas, el cabello de Draven caía largo hasta la altura de sus hombros, el suyo iba cortado a la altura de sus orejas. Draven era alto, con la complexión ideal para ser un alfa o beta, aunque no fuera ni uno ni otro. Tampoco era omega. 

Profecía De Un Omega (Pausada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora