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-¿Qué? ¿Pensaste que no lo sabía? ¿Acaso no tengo derecho a enterarme del nacimiento de mi nieto?

-No es eso- Contesto rápidamente Hipo –Solo que no pensé que estuvieras tan informado. Sobre lo otro... Como solo hace unos minutos me entere de tu llegada abuelo, no he tenido tiempo para ir por mi esposa y presentártela.

-Eso no es excusa muchacho, como tu mujer ella debería estar constantemente a tu lado.

-Astrid es libre de elegir. Ella tiene derecho de ir a donde le plazca, con quien le plazca, sin mi consentimiento. Confió plenamente en ella.

-Astrid... simboliza la preciosidad inusual y fuerza, "Diosa de la belleza". ¿Es de casualidad la hija de Bertha? ¿Jefa de la extinta tribu de los Bog-Burglar?

-Esa misma.

-¿Y cómo está eso de que ella es libre, que puede ir donde y con quien le plazca? Las cosas no son así muchacho.

-Todas las mujeres tienen aquellos derechos padre- Contesto rápidamente Estoico –Siempre los han tenido. Además de que muchas cosas han cambiado.

-Sí, los dragones. Aquella es otra noticia que me llego. ¿Cuándo creen que pueda conocer a mi nieto? Después de todo ni a la boda fui invitado.

-Todo fue muy apresurado padre. Los chicos tenían prisa por casarse. Entenderás que con Astrid de encargo no había tanto tiempo.

-La intimidad antes del matrimonio, veo que no te bastó con romper una regla muchacho- Hipo se mantuvó firme ante su abuelo, aunque por dentro su corazón empezara a latir tan rápido que en cualquier momento se le saldría del pecho.

Un hombre llego junto con ellos y para suerte del chico, distrajo al peliblanco.

-¿Le dijiste?- Susurro Hipo a su padre, más alejados del hombre.

-Tenía que hacerlo, ¿Qué excusa le daríamos entonces por no haberlo invitado a la boda? Además, a mí no puedes echarme toda la culpa. Tú eres el que se puso a hacer estupideces con Astrid antes de tiempo.

-Le estás diciendo estupidez a mi hija.

-Yo no dije eso.

-Claro que lo hiciste.

-Que no.

-Que sí.

-Que no.

-Que sí.

-Que no.

-Que s- Hipo se interrumpió a sí mismo y clavo su vista en un punto lejano. En aquel momento, la preocupación tiño su rostro.

-En lo que estábamos- Volvió el hombre. Sin notar como Hipo seguía con la mirada clavada en aquel punto.

-Por el momento vayamos al gran salón padre. En cualquier momento Hipo te presentara a su esposa. Mientras tanto enviare a algunos vikingos a que dejen tus cosas en una de nuestras casas para huéspedes.

-¿Para huéspedes? Sin desfile, bailes, caravanas y me hospedan en una casa de huéspedes. Como mínimo esperaba que mi nieto me diera un lugar en su casa. A ver si esa mujer libre sabe cómo atender a su hogar.

Hipo, que ya había salido de su shock, aunque a veces daba leves y cortas miradas a su derecha, se tensó ante lo que decía su abuelo. Por supuesto que Astrid atendía su hogar pero no como otras mujeres, ella era una guerrera he Hipo jamás le quitaría eso.

El castaño le dirigió una mirada recargada de súplica a su padre.

-Padre, no te parece mejor ir conmigo. Después de todo hace mucho que no nos vemos. Hipo y Astrid son una pareja joven que aún se está acostumbrado a una vida de casados y deben de cuidar de su hij... de su familia.- Se corrigió antes de que fuera demasiado tarde, lo cual Hipo agradeció ya que su corazón se detuvo cuando imagino los mil y un escenarios posibles con aquella metida de pata.

Todo por amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora