Capítulo 10: Despedidas y promesas

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Sus manos se resbalaron y perdió por completo el equilibrio. Veía el vacío frente a sus narices, nada la salvaba de una muerte inminente.

Todo sucedió muy rápido. Cerró con fuerza los ojos esperando, o bien desmayarse en el trayecto, o sentir dolor por última vez. Lo único que sintió fueron unas manos agarrándola con torpeza y, de nuevo, el frio de la fachada del castillo. Una fuerte corriente de aire la había hecho ascender.

—¡SUBE, RÁPIDO! —aquella era la voz de Hermione—. ¿EN QUÉ ESTABAS PENSANDO?

Abrió los ojos y se encontró atrapada entre una ventana y uno de los hipogrifos de Hagrid. Estaba en shock. El animal daba sacudidas y Mía cada vez estaba más cerca de caer de nuevo. Cogió impulso apoyándose en la pared y consiguió subir al animal.

Emprendieron de nuevo el vuelo. Planeaban silenciosamente hasta que Harry tiró de la rienda de la izquierda y Buckbeak viró. Harry trataba de contar las ventanas que pasaban como relámpagos.

—¡Sooo! —dijo Harry tirando de las riendas todo lo que pudo.

Buckbeak redujo la velocidad y se detuvieron. Pasando por alto el hecho de que subían y bajaban casi un metro cada vez que Buckbeak batía las alas, podía decirse que estaban inmóviles.

—¡Ahí está! —dijeron Harry y Mía al unísono tras localizar a Black. Al estar más cerca de la ventana, Harry sacó la mano y golpeó el cristal, llamando la atención de Sirius.

Mía vio cómo levantaba la cabeza y se quedaba boquiabierto al verlos. Saltó de la silla, fue aprisa hacia la ventana y trató de abrirla, pero estaba cerrada con llave.

Hermione pronunció un Alojomora y la ventana se abrió de golpe.

—¿Cómo... cómo...? —preguntó Sirius casi sin voz, mirando al hipogrifo.

—Monta, no hay mucho tiempo —dijo Harry, abrazándose al cuello de Buckbeak para impedir que se moviera—. Tienes que huir, los dementores están a punto de llegar— a Mía se le encogió el pecho.

Black se sujetó al marco de la ventana y asomó la cabeza y los hombros. En unos segundos pasó una pierna por el lomo de Buckbeak y montó detrás de Mía. Estaba tan delgado y el animal era tan grande que cabían los cuatro sin problemas. Se agarró como pudo al suéter del pijama de Mía y el hipogrifo batió las alas y volvió a emprender el vuelo.

—Has tenido suerte de que tuvieran la idea de traer al hipogrifo, Sirius... —dijo como pudo—. Si hubiese tenido que rescatarte yo estaríamos los dos muertos.

Navegaron a la altura del techo de la torre oeste. Buckbeak aterrizó tras las almenas con mucho alboroto y los chicos bajaron inmediatamente.

—Será mejor que escapes rápido, Sirius —dijo Harry jadeando. Mía asintió mirando a su padre. Si no se daba prisa los descubrirían.

—¿Qué le ocurrió al otro chico? A Ron —preguntó Sirius. Mía miró a Harry con incredulidad preguntándose lo mismo.

—Se pondrá bien. Está todavía inconsciente, pero la señora Pomfrey dice que se curará. ¡Rápido, vete!

Mía estaba en shock ¿Qué le había pasado a Ron? ¿Acaso le había atacado Lupin?

Black se agarró de nuevo a las riendas de Buckbeak, comenzando a darle la vuelta.

—¡Espera, Sirius! —Mía sacó con torpeza el pequeño pergamino en el que había escrito antes y se lo entregó—. Toma —ambos sonrieron levemente, lamentando que no pudieran hablar más.

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⏰ Última actualización: Dec 26, 2020 ⏰

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