Otra faceta.

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El sonido de unos ruidosos pájaros frente a mi ventana me devuelve a la realidad de un fogoso sueño donde era reina y señora de un hombre al que tenía de rodillas frente a mí y no precisamente pidiéndome matrimonio.
Me río sola negando con la cabeza y las mejillas ruborizadas.
Desconecto mi móvil del cargador para mirar la hora y revisar mis mensajes y redes, y lo que me encuentro es algo mucho más impactarte que cualquier cosa.
Tengo un mensaje suyo.

Querida Ana.
Seguiré insistiendo hasta que tengamos una cita. Tengo mucha paciencia.
Christian.

Me río muerta de los nervios, como una tonta.
¿Una cita?
Que fuerte.
¿Sabra él el significado de lo que una cita implica?
Tal y como la pregunta se reproduce en mi cabeza, la tecleo con los dedos.
Agendo su teléfono sin plantearme el reprocharle por husmear en mi vida privada y conseguir mi teléfono.
Total, ¿qué hay imposible para un futuro rey?
Espero su respuesta, pero para mi sorpresa una llamada suya me entra al teléfono.

—Buenos días, Anastasia. —El corazón se me va a salir del pecho al oír su ronca y seductora voz.

—Buenos días, alteza.

—Christian —corrige—. ¿Desayunamos juntos?

—Am...

—¿Almorzamos? —Sonrío —. ¿Cenamos?

—Se está quedado sin opciones —me burlo.

—¿Un brunch? —Me río —. Encontraré algo —asegura muy confiado—. Ana, me encantaría tener una cita contigo. Y sí, por supuesto que sé lo que implica.
Suspiro llevándome la mano a la cara y me pellizco el puente de la nariz.

—Con todos mis respetos...

—No me llames más de tú —ordena.

—Lo siento, es la costumbre.

—Pues ve haciéndote a la idea. Me gusta que me llames Christian. Niño pijo si te parece mejor.
Me río.

—Eres terrible —le regaño.

—Me gustas. Estoy dispuesto a hacerte todas las concesiones que quieras.
Me vuelvo a pellizcar la nariz y bajo la cabeza hasta meterla entre los hombros.

—Alteza, lo siento, pero no es apropiado.

—No es apropiado no es un no.

Anastasia —grita mi madre.

—Lo siento, tengo que colgar.

—Seguiré insistiendo, Ana.

—Seguiré negándome.
Noto como sonríe encantado a través de la línea.

—Desafío aceptado, preciosa. —Y cuelga.
Cierro los ojos y me llevo el móvil al pecho permitiéndome el lujo durante solo un momento disfrutar de esto.
Me lo merezco. Por lo menos un momento. El príncipe de Portland, futuro rey de Oregón, está flirteando claramente conmigo, incluso se ha tomado la molestia de investigarme.
Me río negando con la cabeza.
Debería estar enfadada. Sí, esa es la reacción normal.
¿Entonces por qué tengo esta estúpida sonrisa en los labios?

Como cada año, vistamos a los niños del orfanato. Sacamos a las pequeñas revoltosas que llevamos dentro y desplegamos nuestro arsenal de imaginación para ellos.
Mia ha surtido una enorme mesa con un desayuno típico navideño. Y se ha esmerado. Galletas de jengibre, chocolate, y todo tipo de decoraciones navideñas para que los niños hagan.
Kate recicla toda la tela de sus diseños y las convierte en ropa para los niños.
Yo, les hago los zapatos.
Me encanta ver sus caras cuando abren sus paquetes. Es solo un pequeño esfuerzo para nosotras y una gran felicidad para ellos.

Una princesa para un príncipe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora