CAPITULO XIV

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10 de junio 1998
¿Por qué coño me mira de esa manera?
Lleva ya más de media hora mirándome mientras desayuno. Me molesta demasiado. Desde hace un mes no soporto que la gente me mire y mucho menos que me hablen con tanta cordialidad.
Aún me cuesta creer todo lo que Potter dijo ¿Que yo volví en el tiempo a ayudarlos a derrotar a Voldemort? Bueno, eso último no es tan descabellado, ya que no soportaba a ese mestizo de mierda en mi mansión. Pero de ahí a haber vuelto en el tiempo... de no ser porque madre me confirmó que dicho artefacto si existe y es parte de las reliquias de la familia, aún lo dudaría.
-Draco ¿Seguro que estas bien?
-Vaya, treinta y dos minutos. Es un nuevo récord madre. - dije con sorna, mirando el reloj en mi muñeca.
Ella suspiró profundamente. Desde hace un mes ha tratado, sin éxito, que le hable de mi repentino cambio de actitud.
¿Que se supone que le diga? No recuerdo absolutamente nada del último mes.
Solo sé que mi "Yo del futuro" se escapó con Potter y sus amigos el día que estaban torturando a Granger y que ayudó (o ayudé) a derrotar al mestizo ese.
Es todo lo que necesitas saber por ahora. dijo Potter ese día que desperté en San Mungo.
Pero yo sé, que hay más. Mucho más.
-Creo que necesitas hablarlo con alguien hijo. Si no quieres hacerlo conmigo, tienes a muchos amigos que con gusto te escucharían. - pronunció con suavidad.
Como si fuera un enfermo mental.
Lo que ella no entiende es que no puedo hablarle a nadie del "problemita" del futuro.
Además ni ella ni nadie, podrá entender jamás, que me siento como si olvidé algo realmente importante. Algo que era parte de mi.
Y en efecto, así era.
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19 de septiembre 1998
Era el tercero. El tercer café del día. Luchaba con fuerza para mantenerse despierta. Pero ellos no tenían por qué saberlo.
-Hoy no te salvas. Es tu cumpleaños y no pienso dejarte pasar la noche en ese hospital. - decía Ginny decidida, parecía enfadada.
-Es cierto Hermione. Necesitas un respiro. Esta noche vamos por unas cervezas de mantequilla. Yo invito. - dijo Harry, sus ojos verdes mirándola fijamente a través del cristal.
-No aceptaremos un No como respuesta. - reafirmó Ron.
Entendía que se preocuparan por ella. Pero no parecían terminar de entender que no quería frecuentar sitios demasiado públicos.
No quería encontrárselo.
No lo había visto desde ese día en el hospital. Salvo por unos artículos sobre él en el periódico.
Gracias a Merlín, no sabía nada de su vida sentimental y quería que eso siguiera así. Visitar un bar, un viernes en la noche, tenía una alta probabilidad de encontrárselo, posiblemente acompañado por alguien.
-Escuchen, aceptaré con gusto un desayuno mañana. Esta noche me toca guardia en la sala de emergencias. Lamentablemente no puedo cambiarlo, pero tal vez la semana que viene si... - dijo tratando de convencerlos.
Los tres se miraron en silencio y asintieron. No dijeron más nada sobre el tema.
-Kingsley está esperando tu respuesta. Dice que no permitirá que nadie ocupe ese puesto hasta que lo convenzas en serio de que no lo quieres. - dijo Harry acomodando sus lentes.
-Ya le dije que no...
-Lo sé. - dijo con brusquedad Harry. - Lo siento. Sabemos por qué no estás tomando el puesto. Pero no es justo, sabes que no es lo que él hubiera querido. - dijo Harry. Sabía que nombrarlo traería consecuencias pero era la única carta que le quedaba para sacar a su amiga de ese hospital donde permanecía solo para esconderse del mundo mágico, o más específicamente de él.
Ella lo miró sin pestañear hasta que sintió una picazón en sus ojos. No podía creer que lo dijo en voz alta ¿Era mucho pedir que ignoraran su existencia al igual que ella?
-Gracias por el almuerzo. Voy tarde. - se levantó con rapidez y dejó a sus tres amigos con las palabras en la boca.
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19 de septiembre 1998 (En la noche)
-Es viernes y ya es tarde ¿Que haces así vestido?
-Te dije, explícitamente que no tenía ánimos de salir hoy, Blaise. - dijo cortante el rubio.
-Y yo te dije, implícitamente que me importa una mierda, a Daphne la dejaron salir conmigo solo si venia su hermanita y no pienso ser el chaperon de nadie. Así que levanta tu culo y sácalo de esta biblioteca ahora mismo. - exigió Blaise.
¿En serio creía que lo llevaría de niñero?
-Si necesitas niñera, llévate un elfo. Yo no voy. - dijo despectivo.
-¿Ya te dije que esta buena?
-¿Quien?
-Astoria, la hermanita de Daphne.
-¿Sabes lo depravado que sonó eso? - Preguntó Draco seriamente preocupado por la salud mental de su amigo.
-¿Por qué? Dije que esta buena, no SÚPER buena, ahí hay una gran diferencia.
Draco lo miro con incredulidad. Si, definitivamente estaba mal de la cabeza.
-Estás hablando de tu futura cuñada, sigue sonando mal, Blaise. - dijo regresando la mirada a su libro.
Blaise pareció considerarlo por un minuto y luego sacudió ese pensamiento de su cabeza.
-Entonces ¿Eso es un si?
-No, dile a Theo.
-El marica tiene que trabajar. Además creo que está saliendo con alguien a escondidas. Cada vez que le pregunto me evade el tema. - bramó recordándolo y sintiéndose un poco molesto por el tema.
-No me imagino el por qué. - ironizó Draco.
-Yo tampoco. - dijo el moreno sin entender la indirecta de Draco. - ¿Entonces? Ya le dije a Daphne que si venías.
Draco rodó lo ojos. Por una extraña razón no tenía ganas de estar con nadie. Aún le daba vueltas a ese mes en blanco en su cabeza ¿Que mierda habrá hecho ese pequeño intruso durante un mes? ¿Por qué no lo dejaba ir?
-Voy a ir, me quedaré una hora y me largo ¿entendiste? Luego no quiero que me molestes por un mes. - aceptó con tal de quitar su fastidiosa cara de enfrente.
Luego volvería a la biblioteca y seguiría su investigación. Blaise asintió satisfecho.
Cerró con brusquedad el libro que estaba leyendo y lo dejó sobre la pequeña mesita de té frente a él.
Estaba saliendo de la biblioteca cuando escuchó a Blaise preguntar.
-¿Viajes en el tiempo y sus consecuencias? - preguntó leyendo el título del libro que hace un instante Draco sostenía en sus manos.
El rubio rodó los ojos, regresó hasta donde estaba Blaise, lo tomó del cuello y lo arrastró fuera de la biblioteca.
Una hora. Solo se lo aguantaría una hora.
Tres horas después.
-Draco, hermano ¡Háblame!
Escuchaba perfectamente la voz de Blaise perforándole los tímpanos, pero no tenía ganas de responderle a ese bastardo.
¡Que dejara de darle palmadas en el rostro!
-Estás sangrando, mierda.
Lo escuchó decir ¿Sangrando? Debió ser el golpe que le dio el Pobretón luego de que me abalanzara sobre él al verlo coquetear con Astoria.
No se ni por qué lo hice. Ni siquiera me importa.
-Voy a llevarlo a San Mungo, Daphne. Te mandaré una lechuza más tarde, nena.
Este idiota. Me estoy muriendo y sigue coqueteando.
Pasó mi brazo sobre su hombro y me ayudó a levantarme. No debí beber ese quinto vaso de Whisky ¿O era el sexto?
Si mi padre me viera ahora, borracho.
Me importa una mierda.
Blaise me aferró con fuerza y se apareció frente a ese gran edificio blanco con gris que no abandonaba mis pesadillas. No venía desde ese fatídico día.
Entramos a la sala de emergencia y me cegó tanto blanco ¿Pero que mierda?
-¡Ayuda por favor! - gritaba Blaise en mi oído. Este cabrón a parte de volverme niñero me quería dejar sordo.
De repente una imagen castaña salió de una habitación. Al fin alguien oía los maullidos del imbecil que me sostenía.
¿Pero que le pasaba?
¿Por que se quedaba como una estupida estatua viéndolo?
¿No se da cuenta que necesito su ayuda?
Mierda ¿Esa no es... Granger?
————
Jamás. Pero jamás, se imagino que volvería a verlo en esas circunstancias.
Se imaginó cruzándose con él en la calle.
Se imaginó viéndolo a través de la vitrina de la nueva pastelería, Gales and Bakes comiendo y riendo con alguna chica.
Se imaginó encontrándoselo en el ascensor del Ministerio, si aceptaba la oferta de Kingsley.
O entrando a una cafetería y él saliendo sin molestarse en sostenerle la puerta.
Se había imaginado, muchos posibles escenarios, ideando también algunas salidas para sobrevivir a esos posibles encuentros.
Pero nunca se imaginó a Draco Malfoy entrando por la sala de emergencias, ensangrentado y oliendo a cantina de burdel.
-¡Por Salazar! Granger, gracias al cielo ayúdame. - decía el chico moreno que sostenía a Draco. No presté atención a quien era, estaba muy ocupada, recolectando suficiente aire para mantenerme consciente.
Vi como Draco chicaba los ojos. Esos hermosos ojos grises que tanto extrañaba. Luego su semblante se relajó y sonrió de esa forma tan endiabladamente sexy que me doblegaba.
-¿Vas a ayudarme o no, Granger? - dijo con esa voz burlona que tanto recordaba. Esa voz que repetía su nombre, cada noche en sus sueños.
-¿Hermione? ¿Que... mierda! - gritó detrás de ella Theo, sacándola del shock que acababa de sufrir.
Se palmeó el rostro y descubrió que algunas lágrimas habían caído sin permiso.
Se dio la vuelta y se las limpió disimuladamente. Al voltear vio que Draco la veía fijamente.
Por favor deja de mirarme así. Pensó para si misma.
Esquivó su mirada y se acercó rápidamente a la camilla donde Theo estaba recostándolo.
-¿Qué le paso? - preguntó su compañero.
-¿Que que me paso? Pasa que fui un maldito niñero por tu culpa Theo ¿por qué estás trabajando aquí recuérdamelo? - se burlaba el rubio.
-¿No es obvio? - preguntó Blaise señalando a Draco, como si su aspecto explicara todo.
-¿Tuvo una pelea? - adivinó Theo, ignorando deliberadamente el comentario de Draco.
-Y esta borracho. - concluyó Blaise revisando su reloj. Draco rodó los ojos.
-Hermione, llévatelo. Deje al señor McMillan en el baño, tengo que atenderlo yo. - dijo Theo.
Ella aún estaba en shock, ni siquiera prestó atención a la conversación que tenían los tres hombres.
-Hermione. - la llamó otra vez Theo.
Un minuto ¿Que había dicho Theo?
-¿Puedes atenderlo tu? Por favor... el señor McMillan me está esperando. - repitió el castaño.
-No, Theo, si quieres yo puedo ir con el señor... - dijo con la voz demasiado chillona para su gusto, olvidando por completo el apellido de aquel viejo.
-Sabes que es muy quisquilloso con ese tema. Iré yo, en cuanto termine atiendo a Draco por favor, estabilízalo. No me tardo. - dijo y sin esperar respuesta se fue.
-Amigo, estas en buenas manos, tengo que regresar o Daphne no volverá a salir conmigo nunca mas, gracias por todo. - decía Blaise despidiéndose.
Draco lo miraba con ganas de matarlo.
Ella, con el corazón latiéndole en la garganta, tomó la camilla y la llevó rápidamente a una de las habitaciones desocupadas.
Había logrado todos estos meses mantener ese perfil frio de un medimago, sin involucrarse con ningún paciente, con éxito. Pero esto era demasiado.
Esta prueba que le ponía el destino, era mucho incluso para ella.
-No sabía que me odiaras tanto, Granger. - su voz la sobresaltó sin poder evitarlo. No estaba logrando mantener los nervios a raya y él se estaba dando cuenta.
-¿Odiarte? - se las arreglo para decir con voz temblorosa.
-Si no es odio ¿por qué otra razón te comportas de esa forma? - dijo.
Ella evitaba su mirada a toda costa. Si lo veía a los ojos, sabía que no lo soportaría.
-No te odio Draco. - dijo en un susurro, aguantando a toda costa, las lágrimas que se acumulaban en sus ojos.
Si tan solo supieras, pensó.
No obtuvo respuesta de parte de él. Pero su silencio la perturbaba, sentía su mirada gris sobre ella. Lo sabía, porque recordaba perfectamente esa sensación que sentía en esos momentos.
Tendría que encararlo. Debía limpiar la herida en su frente para revisarla bien.
Así que reuniendo todo el valor que pudo, lo hizo.
Sus hermosos ojos grises, más claros que nunca, estaban muy abiertos. Tal y como ella sospechaba, atravesándola con la mirada.
-¿Qué? - dijo ella con un hilo de voz, a solo centímetros de su rostro limpiando la herida.
-¿Desde cuando me llamas Draco, Granger? - dijo con voz grave, parecía que el efecto del alcohol había desaparecido, porque tenía los ojos más abiertos que nunca, exigiendo una respuesta.
Ella se sintió desfallecer con su pequeño desliz.
-Hermione, listo. Si quieres atiende tu a la Señora Nuriel. - la voz de Theo la hizo saltar en su sitio, salvándola de un posible suicidio emocional.
Dejó todo lo que estaba haciendo sin esperar ni un segundo, ni siquiera intentó actuar con normalidad.
Necesitaba salir de ahí.
Necesitaba llorar por horas.
Oh Draco, cuanta falta me haces.
————-
02 de mayo de 1999
-Felicidades, Granger.
-Gracias, Malfoy.
Justamente a él tenía que encontrárselo en el ascensor. Eran más de las cinco de la tarde ¿Que hacía ahí todavía? En un par de horas sería la fiesta de conmemoración, iba atrasada. Anunciarían su nuevo puesto como Jefa en el departamento de investigaciones delante de todos y con tantos nervios, se le había ido la hora con un caso de Little Hampshire.
Sintió su mirada sobre ella. Por un segundo sintió algo rozar su mano. Pero no podía ser. Se quitó un mechón de pelo del rostro y comprobó que no había nada sujetando su mano. El fantasma de lo que fue, la perseguía todavía y aunque pensó que podría soportar al Draco grosero, egoísta y despreciable, jamás valoró la posibilidad de que tendría que soportar a un Draco amable y caballero.
Y eso era muchísimo más difícil.
En cuanto el ascensor se abrió, salió disparada, sin recordar si quiera despedirse. Sintiéndose realmente incómoda al sentir sus pisadas detrás de ella.
Tomó la primera chimenea disponible y desapareció de ahí.
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20 de mayo del 2000
-Hermione...
Llevaba unos cuatro o cinco días evitando los calendarios con éxito, justamente para no saber cuantos días habían pasado. Pero eso Ginny no lo sabía evidentemente.
Hermione le dedicó una mirada asesina a su amiga y esta entendió rápidamente el mensaje. Pero como Ginny es Ginny, a pesar de que entendió el significado de su mirada asesina, la ignoró y pronunció las palabras que ella no deseaba oír.
-Han pasado diez días ¿No piensas ir a buscarlo? Tal vez...
-Tal vez nada Ginny. - dijo dejándose caer en el piso. - tal vez... deba empezar a acostumbrarme. Sabía que esto podía pasar.
-Pero llevas todo este tiempo esperando y aguantando... no es justo.
-Ya se que no es justo.
-Ustedes se aman, estoy segura que él te ama a pesar de que no recuerda nada.
-Ginny... Basta. - dijo rascándose el ceño.
-Tienes que mostrarle tus recuerdos.
-Sabes que no es tan sencillo como eso Ginny...
-Pero Hermione, si lo es...
-¡No Ginny no lo es! Mis memorias y mis emociones son todo lo que él va a percibir si le enseño ¡No serán sus emociones! - hizo una pausa para respirar y dejó caer las lagrimas que había aguantado con éxito hasta ahora. - No es... el mismo Draco. No es... mi Draco. Él ya no existe... - dijo impregnando de todo el dolor que sentía cada sílaba pronunciada, derrumbándose ante la inminente realidad, de que había perdido a Draco, hace mucho tiempo atrás.
Ginny la aferro con fuerza, dejándola llorar y cuando al tercer día tenía que volver al trabajo Harry ocupó su lugar.
Llorando internamente por ella, porque a pesar de que la guerra había dado lugar ya hace dos años, su amiga recién se daba cuenta, de que había perdido a un ser muy querido en ella.
————
05 de junio del 2000
Feliz cumpleaños. Que estupidez.
No estaba para nada de humor y madre insistía en celebrarlo en conjunto con mi compromiso. Ella no soportaba a Astoria ¿Por qué coño insistía?
Ni siquiera yo sabía lo que estaba haciendo.
Los sueños con cierta persona habían vuelto desde el mes pasado y no paraban.
El año pasado pasó por algo similar. Pero estos sueños habían terminado antes de su cumpleaños.
Este año, cada noche era peor. Se despertaba sudando, exaltado y confundido. No entendía dónde estaba. Inexplicablemente la buscaba alrededor y luego caía en la cuenta de que estaba en su habitación ¿Que coño iba a hacer ella en su habitación?
Estaba de mal humor. Nada de lo que hacía evitaba esos sueños. Ni siquiera la maldita poción para no soñar. Pero es que esos no eran simples sueños y él empezaba a darse cuenta. O mejor dicho, a aceptarlo.
-Draco... - su madre lo llamaba desde la biblioteca. Tenía ganas de hacer oídos sordos y seguir de largo. Pero para desaparecer por la chimenea debía pasar por ahí.
Maldita sea.
Intentó seguir de largo pero las puertas de la biblioteca estaban abiertas de par en par. Y ahí estaba su madre de pie, con una reluciente sonrisa esperándolo y una delicada mano extendida hacia él.
-Hijo, Feliz Cumpleaños. - dijo ella.
Me acerqué a regañadientes. Mi madre me dio un suave abrazo, algo nada común en ella, y posó una mano en mi mejilla.
Sin entender cómo ni por qué, su delicado rostro se materializó frente a mi y esa mano fría que acariciaba mi mejilla se volvió cálida.
Granger me sonreía.
Parpadeé y de nuevo mi madre estaba frente a mi.
Perfecto, ahora volvía a las alucinaciones.
-Gracias, madre. Voy de salida.
-¿Volvieron las alucinaciones cierto? - preguntó ella, siempre tan receptiva.
Sabía de las alucinaciones, pero no sabía exactamente con qué alucinaba. Se imaginaba que era con cosas de la guerra que vivió mi otro yo durante ese mes.
-Si, pero estoy bien. Pronto acabarán. El año pasado fue lo mismo, es por la fecha supongo. - dije con indiferencia.
Ella asintió. Parecía comenzar a sospechar que algo raro sucedía, al igual que él.
-Ten, no sabía que comprarte. - dijo con una sonrisa tendiéndome un pequeño paquete perfectamente envuelto en un fino papel verde metálico.
Sus ojos brillaban ¿Qué tramas madre?
-Gracias. - dije tomándolo y moviéndolo suavemente para escuchar su contenido ¿Era otro anillo para Astoria? Me contuve de no rodar los ojos.
Lo abrí sin delicadeza alguna. Sentí cómo arrugaba sus ojos al verme destrozar el papel de regalo ¿Mencioné que no estoy de humor para nada?
Al ver su contenido fruncí el ceño ¿Eso era un...?
-¿Un Giratiempo? ¿Estás loca? Esto es ilegal. - Era oficial, estaba loca. No quería meterme en problemas y menos hoy.
-Hijo, ese es EL Giratiempo de la familia de tu padre. - dijo ella mirándolo detenidamente.
-¿Y que se supone que haga con esto? - dije tomándolo y enseñándoselo.
Fue en ese preciso momento, en que mis dedos hicieron contacto con ese maldito artefacto, que algo en mi interior hizo clic.
Y de repente, no se cómo, supe que es lo que debía hacer.
Mi madre me veía con ojos llorosos a medida que los míos se abrían desmesuradamente. Le di un beso en la mejilla y corrí a la chimenea.
No se ni que dije, solo se que unos minutos después estaba corriendo, empujando a todos los que se interponían en mi camino. Tomé el primer ascensor del ministerio que se abrió frente a mi y sin esperar que nadie más subiera, marqué el piso cinco.
Corrí como un poseso, mis pies sabían exactamente donde llevarme. Una vez frente a su puerta, toqué, no sé para que si igual no pensaba esperar a que me abriera.
Ahí, sentada sobre el escritorio, estaba ella.
Era ella. Cabello castaño, nariz respingada, mejillas rosadas, labios carnosos y ojos miel, vidriosos, mirándome con confusión.
Se levantó con precaución del escritorio y pude percibir un ligero temblor en su labio inferior. Se sostuvo del mueble sin dejar de verme ni un solo segundo y tomó aire para hacerme la siguiente pregunta.
-¿Para que tocas si igual vas a entrar? - dijo en un susurro, reteniendo las lágrimas sin ningún éxito.
Esa pregunta se me hacía muy familiar y sabía exactamente la respuesta que ella esperaba de mi.
-Se llaman "Modales" Granger. - dije sonriendo, una solitaria lágrima cayó por mi mejilla antes de abrir mis brazos y verla correr hacia mí.
Al final, el destino se había apiadado de mi. Yo, Draco Malfoy, si merecía un final feliz después de todo.

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