CAPITULO XIII

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"Harry Potter El Niño que vivió, salvador del mundo mágico"
Así como leen, mis queridos lectores, el pasado 02 de mayo, El Niño que vivió se convirtió en nuestro salvador, derrotando al mago más poderoso y oscuro que el mundo había visto, más aún me atrevo a decir que el mismísimo Grindelwald. El trío de oro, conformado por Harry Potter, Hermione Granger y Ronald Weasley, fueron los encargados de embarcarse en la peligrosisima tarea de recolectar y destruir los Horrocruxes, que como ya muchos saben, era la forma en que "El Innombrable" mantenía su inmortalidad. Pero ya no más, gracias a ellos, el mundo mágico volvió a ser un lugar seguro, donde todos cabemos y sin barreras que nos separen. Una sola comunidad, unida por un terrible pasado que no volverá a repetirse.
En la página no. 5 una lista de los nombres de todos los héroes que lucharon valientemente en la Batalla de Hogwarts, no olviden que el día de mañana 13 de mayo se llevara a cabo el gran homenaje a nuestro héroes caídos, en El Valle de Godric.
Cerró el periódico con fuerza, dañándolo un poco. El artículo seguía, pero últimamente nada lograba captar su atención por más de diez minutos.
Diez días.
Habían pasado diez días y Draco aún no despertaba. Las enfermeras decían que tenía un pulso estable y seguía respirando pero entonces ¿Por qué no despertaba?
Lo que más temía es que ya se fuera ido. Que por alguna inexplicable razón, al haber cumplido su misión, el Giratiempos se lo hubiera llevado.
Sus ojos se empañaron y su respiración se volvió irregular, solía pasarle muy a menudo, cada vez que pensaba en él.
Lo peor de todo es que fue su culpa, el hechizo que le lanzó a Yaxley fue tan potente que destrozó la columna que cayó sobre Draco y es que cuando escuchó las palabras de ese desgraciado, sintió cada gota de su sangre hervir. No lo controló, ni lo razonó, solo actuó. Ahora entendía perfectamente por qué no había parado en Ravenclaw.
Necesitaba decirle cuánto lo sentía.
Necesitaba agradecerle por haber salvado a Luna, a Molly, a George, a Ginny, a Ron y prácticamente a todos.
Necesitaba despedirse.
Necesitaba decirle cuánto lo amaba...
Sus lágrimas mojaban las paginas arrugadas de El Profeta. Tomó su café y salió de la cafetería, alejándose de las miradas curiosas. Últimamente no podía ir a ningún sitio sin ser adulada o sin que le estrecharan la mano fervientemente.
Y estaba bien, ella y sus amigos los habían salvado. Pero eso solo engrandecía el nudo en su garganta, ya que el verdadero héroe de esta historia, yacía en una cama de hospital, nadie lo sabía y lo más triste de todo, es que nunca lo harían.
Llegó con paso apresurado a San Mungo, como hacía cada mañana desde la batalla de Hogwarts.
Se había ofrecido como voluntaria para ayudar a los heridos, para así estar cerca de Draco y saber de todos y cada uno de sus avances, descubriendo que le gustaba mucho ese tipo de profesión.
Kingsley le había ofrecido el puesto de Ayudante en Jefe de Investigación, lo cual la catapultaría rápidamente en el Ministerio. Pero no podía aceptarlo, no mientras Draco siguiera en coma. No podía pensar en nada más que en él en esos momentos.
-Buenos días. - Dijo saludando a las recepcionistas, las cuales se levantaron al verla llegar.
El nerviosismo de estas puso a Hermione alerta, ya era algo usual en ella. Alerta permanente.
-¿Pasó algo? - preguntó rápidamente.
-Señorita Granger, es el señor Malfoy... ha despertado. - dijo una de ellas, Karen; con una sonrisa.
Su corazón se detuvo por unos segundos.
-Draco... - su nombre escapó de sus labios con un suspiro. Su corazón empezó a latir desenfrenadamente y las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos.
Apenas asimiló la noticia, caminó lo más rápido que sus pies le permitieron hasta la habitación de Draco.
Se detuvo frente a su puerta dudosa. Iba a tocar pero se detuvo cuando escuchó la voz de Draco y Harry dentro.
Abrió con cuidado y lo vio de espaldas, de pie frente al ventanal, con el pijama blanco característico del hospital.
-Ciertamente no eras el primer rostro que esperaba ver Potter. - dijo el rubio con voz grave.
-Vaya, veo que estás bien, eso me alegra. - dijo Harry riendo.
Ambos voltearon al escuchar el rechinar de la puerta. Sus ojos fríos se posaron inmediatamente sobre ella. Estudiándola, parecía no creerse que ella estuviera ahí ¿Es que acaso no la recordaba?
Al pensar en esa posibilidad un frío demoledor se apoderó de su cuerpo, su corazón dio un vuelco y sintió ganas de vomitar. Sus ojos escocían ligeramente y un gran nudo se formó en su garganta.
Necesitaba salir de ahí. Pero sus pies estaban clavados en el piso. Él se veía bien. Tenía el cabello bien peinado hacia atrás y su semblante estaba mucho mejor que los días anteriores, sus labios ya tenían color y sus ojos estaban más brillantes que nunca.
-Yo... lo siento... - dijo conteniendo las lágrimas. Sentía su corazón destrozarse en miles de pedazos, él no la recordaba.
Entonces, Draco se dio la vuelta completamente y corrió a ella con una velocidad sobrenatural, tomándola de la cintura y besándola con fuerza.
Sus lágrimas se perdían entre sus labios y sentía literalmente que le faltaba el aire.
Draco no la dejaba respirar ni un segundo, la besó con fuerza y ternura, saboreando cada movimiento de su boca, inhalando el aroma que llevaba días sintiendo alrededor. Tocando esos rizos castaños que tanto anhelaba sentir.
Gracias a que recordó que no estaban solos, Hermione pudo volver a respirar, pero no completamente ya que él se mantenía a a escasos milímetros de su rostro, respirando su mismo aire.
-¿Por qué hiciste eso? Creí que... - murmuró ella llorando entre sus brazos, dándole un ligero golpe en el pecho.
-Shh... perdóname. No sabes cuánto he deseado volver a verte. Me tomaste por sorpresa. Llevo horas, días, ya ni se cuánto ha pasado, escuchando tu voz aquí en mi cabeza. - susurro sobre sus labios, dándole un suave beso cada tres palabras.
-Díez días. - carraspeo Harry llamando la atención de ambos. Sentía serias ganas de irse de ahí pero aún tenía que hablar de algo con Malfoy.
Harry se veía bastante incómodo. Hermione se sonrojó también al recordar que su amigo aún estaba ahí y que había presenciado ese beso tan intenso.
-¿Diez días? ¿Que pasó? - preguntó Draco, aún manteniéndola con fuerza entre sus brazos.
-Pues Gracias a ti, lo logramos. Muchos se salvaron y lo más importante, estaremos a salvo en el futuro. Voldemort ya no existe, oficialmente. - sonrió Harry.
Draco sintió la nostalgia apoderarse de su cuerpo. Lo habían logrado, pero eso quería decir que su tiempo ahí había acabado.
Le tendió la mano a Harry y esta vez, el chico la estrechó sin dudar.
-Todo hubiera sido más fácil si la hubieras aceptado en primer año. - bromeó Draco.
-Bueno cuando algo está destinado a suceder, no importa cuánto tiempo pase o cuantos obstáculos enfrentes, - dijo mirándolos detenidamente a ambos, fijando su mirada más tiempo en Hermione. - sucederá. - le guiñó un ojo y salió de la habitación.
-Por cierto, - dijo parándose en el marco de la puerta tapándose los ojos, no tenía ganas de presenciar otro momento tan intenso. - Hermione, ponlo al tanto de todo. Tienen hasta la noche.
La castaña asintió riendo y el chico salió de la habitación dejándolos solos.
-¿Al tanto de todo? - preguntó Draco. Ella asintió.
-Atraparon a tus padres, bueno la verdad es que ellos se entregaron. No huyeron como todos esperaban, cuando fueron a tu casa los encontraron desayunando como si nada. No pusieron resistencia alguna, se levantaron y fueron voluntariamente al ministerio. - relató Hermione.
-¿Y entonces? - preguntó, no sabía por qué estaba conteniendo la respiración. A él no le importaba el futuro de sus padres, no debía importarle. Pero saber que se quedaron y no huyeron, hizo a Draco dudar.
-Su juicio fue hace dos dias. Tú madre ayudó a Harry en el Bosque Prohibido, le ocultó su muerte a Voldemort, él testificó a su favor y solo la condenaron a cinco años de arresto domiciliario. Tu padre no tuvo tanta suerte... estará en Azkaban por quince años.
Ella hablaba con genuina tristeza. Como si en verdad le doliera la situación de sus padres ¿Como podía ser tan bondadosa con personas que la despreciaban por ser quien era?
-¿Estas bien? - preguntó ella sacándolo de sus cavilaciones.
-Mejor que nunca. - dijo con sinceridad. Su madre estaría bien. Su padre no tanto pero al menos estaba vivo. Y la tenía a ella entre sus brazos otra vez. Volvió a acercarla a él y la besó con pasión.
Sus manos enroscadas en su cuello se sostenían con fuerza, con miedo a que sus piernas fallaran y cayera al suelo, aunque sabía que eso no pasaría, porque Draco la sostenía firmemente de su cintura.
-Lo siento Draco, fue culpa mía... - intentó decir ella pero Draco la silenció con otro beso.
-No lo sientas ¿Sabes por que? - preguntó y ella negó - llevo diez días escuchando tu voz. Todo lo que decías al oído, sentía tu olor al entrar por esa puerta y me reconfortaba enormemente sentir tus manos acariciándome. Fueron diez días en coma, pero fueron diez días más junto a ti.
Y ahí estaba esa mirada que lo atrapaba. Esa mirada que le daba propósito a su vida. Ella lo era todo para él.
Se lanzó sobre sus labios calmando todas sus dudas y miedos. Ella era su luz, el único motivo que tenía para vivir y quería que lo supiera. Quería que no le quedaran dudas de que había una persona en el mundo que la adoraba en toda su expresión.
La desvistió con delicadeza y la trató con toda la dulzura que se merecía. Besó cada espacio desnudo de su cuerpo, adoro cada centímetro de su piel y la hizo llegar a las estrellas con más de una forma.
Jamás, ni aunque pasaran mil años y su mente nunca regresase, él podría volver a estar en la misma habitación que ella sin sentir ese irrefrenable deseo de fundirse en su cuerpo. De hacerla suya. De entregarle todo de él.
Pasaron el resto del día en esa habitación de hospital, adorándose entre sí, riendo de cualquier estupidez y hablando de lo que podrían hacer si todo fuera normal.
Karen les había traído el desayuno, para nada digno de un hospital. Hermione abrió la puerta sonrojada, pues se había puesto lo primero que vio al sentir los golpecitos en la puerta y lo primero que vio, fue el pijama blanco de Draco.
Después de que éste se burlara y que ella intentara asfixiarlo con una almohada, la tomó de ambos brazos y la obligó a volver a la cama con él, para desayunar juntos.
-Esto está mejor que lo que me diste ese día en la choza esa... - se burló Draco.
-¿Hablas de mi patética excusa de desayuno? - dijo riendo al recordar sus palabras.
-Si ¿Que pretendías ese día?
-Quería ganarme tu confianza... - confesó mordiendo una manzana seductoramente para provocarlo. Jamás se cansaría de él.
Él se contuvo de empujar la bandeja del desayuno lejos y volver a hacerla suya ¿Iba a provocarlo? Entonces él la molestaría un poco.
-Admítelo, te morías por meterte en mi cama desde ese entonces.
-Eso quisieras...
-¿Tengo que recordarte que lo dices mientras estás metida en MI cama? ¿Y que acabo de salir de un coma? ¿Quien se muere por quien ahora?
-Exactamente, acabas de salir de un coma, no te pude haber obligado a nada.
Touché. Bruja insoportablemente brillante.
-Admítelo y ya.
-Me muero por ti Draco. - dijo imitando su tono burlón y su sonrisa de medio lado.
-Que maduro de tu parte Granger. - dijo sintiéndose un poco dolido. Él si sentía, literalmente, que moría por ella.
-Lo digo en serio, me muero por ti. - volvió a decir esta vez con sus brillantes ojos fijos en los suyos. Esta vez lo decía en serio.
-Y yo por ti Granger.
Ella le dio un suave beso y se acostó sobre su pecho. Inhalando su olor, escuchando el palpitar acelerado de su corazón y sintiendo bajo las caricias de sus dedos su piel.
Ninguno mencionó el hecho de que se acercaba la hora de despedirse. Eso parecía sobreentenderse y ninguno pretendía decirlo en voz alta.
-¿Que pasará conmigo? - preguntó Draco de repente recordando que él llevaba la marca tenebrosa y ella no le había mencionado nada de su propio juicio.
-No te preocupes, tu juicio ya se llevó a cabo, Kingsley y yo fuimos tus representantes. Él insistió, es parte de la orden, así que sabe de tu "situación". Presentamos suficientes pruebas de que ayudaste y habían muchos testigos en la batalla de Hogwarts. Además del testimonio de Luna de que la ayudaste mientras estuvo cautiva en la mansión.
-¿Y ya? ¿Shacklebolt me ayudó así sin más? - preguntó incrédulo.
-Quiere asegurarse que volverás a tu tiempo... - murmuró con tristeza.
Él asintió. Por supuesto que tenía que volver. Eso quería decir...
-Esta misma noche... - reafirmó recordando las palabras de Potter.
Ella asintió con pesar.
@@@@
Sus ojos grises la miraban con dolor. Le molestaba mucho ser el causante de su tristeza.
-Tienes lo ojos más sorprendentes que haya visto. - dijo ella posando una mano en su mejilla con ternura.
-Todo en mi es sorprendente... - bromeó, feliz de hacerla reír. Pero aún así no se sentía bien. Cada risa, cada beso, cada minuto robado al tiempo que pasaba ahí, tendría que pagarlo ella.
-Deja de pensar... voy a estar bien. Gracias a ti hay un futuro lleno de oportunidades para muchos, incluyéndome. No te lamentes de nada Draco, no hay nada de lo que me arrepienta. - dijo mirándolo a los ojos. Es irónico que diga que le sorprendían sus ojos, cuando eran los de ella los que lo dejaban sin habla.
Pero tenía razón. De no haber vuelto, ella estaría muerta. Al menos así, viviría una vida plena y feliz. Aunque sin él.
Pero es que él nunca figuró en ese cuadro. Él era el malo, ella la buena. Él no merecía un final feliz y a pesar de eso, ella se lo dio.
Tendría un final, pero uno muy feliz.
Pasaron las horas y llegadas las siete un toque en la puerta les indicó que había llegado el momento.
Ron y Harry entraron a la habitación con el semblante serio. Draco saludó a ambos con un asentimiento, pero Ron se acercó a él y le tendió la mano. El rubio se la estrechó y aceptó un vago Gracias que salió de la boca del pelirrojo.
Luego de eso, Harry sacó de su bolsillo un collar de oro y diamantes con un pequeño reloj de arena en un extremo.
-¿Lo encontraste fácilmente Potter? - preguntó Draco.
-Sin problemas, seguí tus instrucciones al pie de la letra. - Draco le había dicho esa mañana donde lo había escondido para que Harry se lo trajera.
Se lo tendió y él lo tomó con dedos temblorosos.
-¿Sabes? - dijo Harry interrumpiéndolo. - podemos... solo estamos nosotros tres. Podemos decirle a Kingsley que lo hiciste, nadie lo sabría nunca.
¿Potter estaba diciéndole lo que él creía? Hermione, estaba sentada junto a él y mantenía la mirada apagada hacia el suelo, abrió los ojos y con un destello de esperanza miró a Draco.
-¿Y tú estás de acuerdo con esto Weasley? - preguntó el rubio.
-Acepto que me caes menos mal que el otro Draco. - confesó, conteniendo una pequeña sonrisa.
Hermione miraba a sus amigos y a Draco con los ojos vidriosos. No podía creer lo que estaban sugiriendo ¿Sería posible...?
-Pueden dejarnos solos un momento. - pidió Draco a los dos chicos. Estos asintieron y salieron de la habitación.
Ella temblaba sin poder evitarlo, mirándolo con nerviosismo. Él tomo ambas manos de la chica y las besó con ternura, luego la miró a los ojos, directamente a su alma.
Como odiaba hacerle esto.
-No es lo correcto y lo sabes. - dijo él. Las lágrimas corrían libremente por sus mejillas y Draco sentía unas ganas irrefrenables de besar cada una de ellas.
Ella tampoco estaba de acuerdo y odiaba a sus amigos por haberle dado una pequeña luz de esperanza.
-Lo sé. - dijo llorando. Tenía la nariz y las mejillas rojas. Sus ojos más cristalinos que nunca. Se veía hermosa.
-Hemos hecho todo mal desde que llegue. Quizás el destino se apiade de nosotros si hacemos lo correcto ahora. - dijo él aún sosteniendo sus manos.
Ella asintió luego de unos segundos. Se levantó y se sentó en su regazo. Le dio un beso casto, un breve roce de sus labios que fue más que suficiente para decirle cuánto lo amaba y por si le quedaban dudas se lo dijo en voz alta.
-Te amo Draco Malfoy.
-Y yo a ti Hermione Granger. - dijo, dejando caer una solitaria lágrima de sus ojos grises.
La aferró en sus brazos y luego... Llamó a Harry y a Ron.
Ambos entraron y sintieron ganas de llorar ante esa imagen.
Ron le tendió una mano a Hermione, esta lo sujetó con fuerza y la ayudó a levantarse.
Draco se colocó el Giratiempos alrededor del cuello.
Dio un último vistazo a su castaña.
-Cuídala, Weasley. Es lo más valioso que tengo. - pronunció sosteniendo el nudo en su garganta.
El pelirrojo asintió con los ojos vidriosos, pasó un brazo alrededor de los hombros de la chica y está se aferró con fuerza a su camisa. Potter tomó la otra mano de ella y Draco supo que ella estaría bien.
-Voy a esperarte. - susurró ella.
Posó una última vez sus ojos grises sobre ella y activó el Giratiempo.

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