CAPITULO VI

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Llevaba cuatro días evitándolo con éxito.
Solo se encontraban durante el desayuno y estaban acompañados de todos los demás.
Los primeros dos dias sintió su mirada gris sobre ella. El tercer y cuarto día pareció haberse dado por vencido.
Aún no sabía como se suponía que debía actuar con él. Esa noche se dejó llevar por el deseo.
Estaba cansada de huir, los habían capturado y estuvieron al borde de la muerte.
Cuando Bellatrix la tenía retorciéndose sobre la mullida alfombra, no podía dejar de pensar en lo vacía que fue su vida. Tantas horas de estudio, no le sirvieron para nada.
Por un segundo, se arrepintió de haber abandonado el mundo muggle. Tal vez si hubiera ignorado esa carta, nada amenazaría su vida ahora, estaría de vacaciones en alguna parte del mundo con sus padres y aún la recordarían.
Todas, absolutamente todas las decisiones que tomó la llevaron a ese punto.
Y es que solo te das cuenta de tus verdaderos deseos cuando estás al borde de la muerte. Esos deseos que normalmente escondes en una parte muy profunda de tu ser, para poder ignorarlos, porque en el fondo todos somos cobardes cuando de tomar lo que más anhelamos se trata.
Ella deseaba haber vivido más.
Dos días antes de ser capturados, había tenido por primera vez un encuentro íntimo con Ron.
Y no fue todo lo satisfactorio que imaginaba que sería. Lo habían hecho en medio del bosque, estaba asustada de que alguien los encontrara, fue todo muy rápido. No hubo juego previo y fue algo doloroso. Él la trato todo el tiempo como una princesa, pero simplemente no era el momento adecuado.
Y tal vez eso lo estropeó todo.
O tal vez así estaba destinado a suceder.
Por eso esa noche, sintió que debía dejarse llevar. Sintió que se lo merecía, necesitaba saber por qué con Draco se sentía tan diferente el aire que respiraba.
Bastó con bajar sus defensas una única vez frente a Draco Malfoy, para que su pulso se acelerara, su respiración se dificultara y su vista se nublara.
¿Siempre había estado ahí esa química entre ellos? No había forma de saberlo ahora, pero bastó un solo roce y las palabras adecuadas, para permitirle a Draco Malfoy llevarla al cielo.
Y no es que las circunstancias fueran mejor que cuando estuvo con Ron. Ahí en esa sala, también habían posibilidades de ser descubiertos.
Muchas PEORES posibilidades.
Bill pudo haber bajado por un vaso de agua o Fleur por una taza de té.
Peor aún.
Tal vez Ron o Harry hubieran decidido bajar a hablar un rato, jugar ajedrez o seguir armando estrategias de combate.
Era consciente de que eso podía suceder.
Pero ese miedo era diferente, porque no impidió que lo disfrutara, que lo deseara.
No quería romper ese mágico momento. Tenía miedo de que él despertara de ese trance y se diera cuenta de quien era ella y se alejara.
Quería sentirlo. Se sentía fría y vacía, y misteriosamente él desprendía ese calor que tanto necesitaba.
Tal vez sea masoquismo, pero el hecho de ver a una persona que te odió por tanto tiempo, acercarse con aquel deseo nublando su mirada, te sube el libido, el autoestima o lo que sea.
Se sentía como una mujer realmente deseable si Draco Malfoy la veía de esa manera.
Ron la veía con cariño, con cuidado de no romperla o como si le tuviera miedo.
Draco la veía con lujuria, poniendo a prueba sus límites, no tenía miedo a romperla porque sabía que era fuerte, no le temía. Todo lo contrario, buscaba retarla todo el tiempo.
Lo volvía loco con esa actitud decidida. A Ron lo desesperaba.
Y si recordaba la forma en que la hizo suya, tenía que sujetarse firmemente a lo que tuviera al alcance. Sus piernas temblaban de pensar en sus labios y su lengua sobre su piel.
Necesitó dos dias para llegar a una conclusión (o más bien aceptarla). Todos sus sentidos se inclinaban a Draco. Y esa realización la asustó muchísimo.
Ella no podía preferir a Draco antes que a Ron.
Simplemente no era lo correcto.
Además de que sus amigos jamás lo aprobarían y ella entendía la razón.
Pero también era ella la que sentía como el aire se volvía denso cuando estaban en la misma habitación. Era ella la que sentía las ondas de electricidad que le enviaban su mirada.
Eso, jamás podría explicárselo a ellos.
Porque ni ella misma se lo explicaba.
Tal vez él pensaba que se mantenía alejada por los recuerdos que le mostró.
Seguro pensaba que estaría aterrada de él y la verdad es que si lo estaba, solo que no por los motivos que él suponía.
Si, aún le costaba dormir en las noches. Al cerrar los ojos revivía con claridad el momento en que Nagini devoraba a su amiga.
Podía sentir el terror de esos muggles, el dolor en el rostro de Narcissa Malfoy cuando un mortifago la arrancaba de las manos de su hijo con fuerza. Podía sentir la sangre correr por las manos de Draco. Podía escuchar el llanto de esos niños.
El terror en su rostro cuando el Señor tenebroso le ordenó abusar de ella y su determinación a matarla antes de que alguien más osara a tocarla.
Pero no había sido él. Todo ese tiempo fue torturado cruelmente. No era dueño de sus acciones y no pensaba culparlo por ello.
De seguro él si se culpaba a sí mismo y por Merlín quería cambiar eso.
No sabía cómo lo haría. Pero quería ayudarlo. El problema era que si se acercaba mucho ¿Quien le aseguraba que no volverían a terminar como aquella noche?
Y aunque se moría de ganas por volver a entregarse a él, para que la adorara de la misma forma en que lo hizo, sabía que no debía.
Harry jamás se lo perdonaría y ni hablar de lo que haría Ron.
Así que, como aún no tenía un plan, siguió la misma rutina de los días anteriores.
Desayunó y se escabulló al sótano para terminar de preparar los brebajes curativos que podrían necesitar cuando salieran en su próxima misión.
Estaba inmersa en su libro, contando las espinas de puerco espín y las lenguas de iguana cuando escuchó la puerta abrirse.
Harry llevaba muchos días con depresión. Aún no lograba convencer a Griphook de ayudarlo a entrar en la bóveda de Bellatrix, no habían hablado mucho en esos días, así que suponía que no debía ser él.
Luna se había ido esa mañana. Recibió una carta de Neville, estaba reuniendo al ejército de Dumbledore, los estudiantes en Hogwarts estaban siendo cruelmente castigados por los Carrow y necesitaba la ayuda de todos los que pudieran volver.
Bill y Fleur habían salido a buscar suministros.
El señor Ollivanders nunca salía de su habitación y Griphook tampoco era una opción.
Así que las únicas dos opciones que le quedaban no le gustaban para nada. Aún estaba muy confundida como para hablar con Ron y no tenía fuerzas para resistirse a Draco.
-Hermione ¿Estás evitándome?
-¿De que hablas Ron? ¿Por que habría de evitarte? - fingió ella. Una pequeña punzada de decepción la inundó al no escuchar la grave voz de Draco.
Él se quedó en silencio unos minutos. Estaba observando su minuciosas manos picar las raíces de Belladona.
-¿Estas bien? Me refiero a... entiendo que aún estás lidiando con lo que pasó- dijo él acercándose a ella.
Hermione no quería rechazarlo pero su cuerpo instintivamente se retraía.
-Pero estoy aquí para ti, siempre lo estoy ¿Lo sabes? - preguntó con timidez.
Terminó de picar las raíces y tomó dos besoar. Los aplastó y los agregó al caldero.
-Hermione...- insistió al no obtener respuesta de su parte.
-Si Ron, lo sé, gracias... - dijo con nerviosismo y le dedicó una tímida sonrisa. Siguió contando las ramas de pino blanco.
Se mantuvieron en silencio unos dos minutos hasta que Ron volvió a hablar.
-Esa noche... no creas que siempre es así. La primera vez siempre es dolorosa. - se atrevió a decir.
Se detuvo en el acto, trago grueso y se obligó a asentir con una débil sonrisa.
-Si, me imagino Ron.
-¿Sabes? Si esta noche no tienes nada que hacer... me refiero, es obvio que no tienes nada que hacer... estamos aquí escondidos. Pero... - él divagaba y ella sentía un nudo en la garganta. No podía seguir haciéndole eso a él ¡Maldita sea!
Con cada insinuación que Ron le hacía, los ojos grises de Malfoy brillaban frente a ella. Sentía su lengua recorrer su cuello. Sus manos tomándola de las caderas con seguridad. Su respiración sobre su vientre.
No podía concentrarse en Ron ahora mismo.
Un carraspeo interrumpió el horrible discurso del pobre Ron y ambos voltearon al pie de las escaleras.
El rostro de Ron se puso más rojo que de costumbre y el de Hermione tan pálido que parecía a punto de desmayarse.
-¿Se te perdió algo Malfoy? - preguntó con bastante brusquedad Ron.
-A mi no Comadreja. Potty tiene una hora llamándote desde afuera. Recuerda que no puedo salir. Apúrate, ya estoy aturdido. - replicó con desdén. Estaba recostado del umbral de la puerta con los brazos cruzados y expresión de fastidio ¿Tendría mucho tiempo ahí? ¿Cuánto habría escuchado?
Ron lo miro con el mismo desdén y se volteó dándole la espalda a él. Se acercó al oído de Hermione y le susurro "te espero abajo a las 10".
Hermione tembló al sentir el cálido aliento de Ron sobre su cuello.
No era frío, como el de Draco.
Se alejó de ella sin esperar respuesta y pasó al lado del rubio empujándole el hombro intencionalmente.
Draco claramente estaba dándole su espacio, porque sin esperar palabra alguna de ella se dio la vuelta y se dispuso a salir de inmediato.
-Draco... - lo llamó ella. Sintió que Ron detuvo sus pasos al tiempo que él lo hizo. - ¿Puedes ayudarme con esta poción? Necesito revolver las otras dos y no puedo parar. - se apresuró a decir y escuchó como el otro par de pasos reanudaba su marcha.
Draco se quedo de pie en el umbral de la puerta mirándola de reojo.
-¿Puedes o no? - repitió Hermione ya poniéndose nerviosa con su escrutinio visual.
-Claro.
Pídeme lo que quieras.
Esas palabras resonaron tan fuerte en su mente que dudó por un momento que fuera producto de su imaginación.
No tenía idea de por qué le había pedido que la ayudara. En realidad no lo necesitaba y Draco se estaba dando cuenta en ese mismo instante al verificar las pociones.
-¿Para que querías que me quedara exactamente Granger? - preguntó él sin darle tiempo a pensar en una buena excusa.
Se limitó a observar los calderos frente a ella, con las palmas apoyadas sobre el meson. No tenía fuerzas para verlo.
-Si tanto miedo me tienes...
-¡No te tengo miedo Draco!
-Entonces ¿Por que coño no me miras a los ojos?
-¡Porque tengo miedo de mi! - replicó volteándose para encararlo.
Gran error.
Se veía demasiado bien. Con una camisa blanca de Bill a medio abrochar y sus pantalones oscuros. Tenía el cabello revuelto y sus grises ojos brillando de rabia.
Así eran ellos dos.
Constantemente peleando, retándose, tentándose.
-Tienes miedo de mi Granger, no de ti. - murmuró con cansancio.
-No tienes idea de lo que pasa por mi mente en estos momentos.
-¿Ah no? Déjame ver - dijo enumerando con sus dedos - Tú primera vez fue con Weasley y fue horrible ¿Me equivoco?
-¡No puedo creer que estuvieras escuchando! - resopló indignada.
-Pues si, soy Draco Malfoy ¿Acaso se te olvidó o eres ciega?
-¿Como podría olvidar al gran hurón botador?
-Perfecto, estamos de acuerdo entonces, sigo - continuo enumerando - como fue un asco quisiste tener una referencia, pero nunca imaginaste que te gustaría tanto - dijo esto último acercándose peligrosamente a ella - y ahora no puedes tener a Weasley cerca porque sientes remordimiento de conciencia ¿Me equivoco? - murmuró con una sonrisa de medio lado, provocándola.
Se acercó a sus labios y cuando faltaban sólo milímetros se detuvo. Inhalo su olor y después de unos agonizantes segundos, ella cerró los ojos y entreabrió sus labios.
Draco sonrío para si mismo, se acercó más y apenas rozando sus labios, se alejó de ella.
Ella abrió los ojos claramente confundida y frustrada.
-No temas de mi Granger, no voy a volver a tocarte sin tu consentimiento. - dijo relajado, como si lo que acababa de hacer no le afectó ni un poco.
¿Como podía estar tan calmado? Con solo el roce de sus labios logró acelerarle el pulso. Estaba ruborizada, lo sabía.
-Ya te dije que no te temo. - se las arreglo para susurrar, bajo la mirada y concentró su mirada en sus zapatos - La guerra está a la vuelta de la esquina, no tengo idea si voy a morir y estoy cansada de negarme a mis deseos. Dije que tengo miedo de mi Draco... porque mientras estes cerca, mientras te sienta a mi alrededor, vas a tener mi consentimiento y no podré resistirme a eso.
Se sentía patética. Estaba diciendo en voz alta lo que se negó a si misma todos esos días. No podría resistirsele a él.
No quería hacerlo.
Sintió sus frías manos tomar su rostro y lo alzó con suavidad para que lo observara.
-No te haré nada que no apruebes. No voy a tocarte. No voy a mirarte ni siquiera. No tienes que preocuparte más por mí ¿esta bien? - jamas pensó escuchar a Draco Malfoy hablar con dulzura. Pero ahí estaba frente a ella la prueba viviente.
Él estaba retirando sus manos de su rostro cuando ella las tomó y las reafirmó ahí. No quería que la soltara. No quería dejar de preocuparse por él. Quería que la hiciera sentir viva, que le ayudara a calmar sus miedos, que no se alejara de ella. Iba a lanzarse de cabeza en una piscina vacía y lo sabía. Pero no le importaba, por los momentos, necesitaba esto.
Soltó sus manos que sostenían su rostro con dulzura y entrelazó las suyas alrededor de su cuello.
-Bésame Draco.
Suplicó.
Y él no espero ni un segundo para hacerlo.

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