5 | Enséñame

4.3K 476 344
                                    

Fernando, el chico con el que estaba, era bonito. Era rubiecito de ojos claros y tenía una carita muy angelical. Pero solo la cara porque en la cama, donde ya lo conocía, no lo era para nada. Intenté convencerme de que lo había elegido a él para pasar la noche porque hacía mucho que no lo veía y no porque me recordara a Tomás por su apariencia. Pero mierda, sí me recordaba a Tomás. 

Estábamos en su casa, él preparaba unos tragos en la cocina mientras yo miraba el reloj en la pared encima de su cabeza. ¿Qué estaría haciendo Tomy? ¿Habría invitado a la chica como dijo? ¿Estaría en casa ya? ¿Cómo les estaría yendo?

— Nacho — escuché que me llamaba Fer. 

— ¿Uh, qué? 

— Te pregunté qué querías que le pusiera a tu trago. ¿En qué pensabas? — sonrió. 

— ¿Sabes? Bebí mucho anoche con mis amigos. Mejor no me des nada. No lo necesito — me acerqué a él y lo tomé de la cintura. 

No perdí tiempo y lo besé. No quería ninguna previa de charla trivial ni nada de eso. Solo necesitaba sentir esto. 

Él me correspondió por supuesto y así nomás comenzamos lo que ya sabíamos cómo iba a terminar. 

El sexo fue bueno, como lo recordaba con él. Fer era atrevido pero también demasiado dulce y cariñoso en la cama. Cuando terminamos, se quedó apoyado en mi pecho y me abrazó. Por lo general no me agradaba esa parte de los mimos y la evitaba, pero esa noche lo dejé acariciarme. Físicamente había descargado mucha tensión pero extrañamente me seguía sintiendo igual que antes. Ya me había relajado y aún así la imagen de Tomy volvió a aparecer en mi mente. O mejor dicho nunca se fue. Lo tuve presente durante todo el acto.

Esto nunca me había pasado. De tener sexo y pensar en otro chico. 

Estaba en graves problemas y empezaba a comprenderlo. 

— ¿Te quieres quedar a dormir? — preguntó Fernando rompiendo el silencio.

— Sabes que nunca me quedo — respondí mirando el techo. 

— Bueno. Como hoy no estás tan arisco pensé que quizás querrías quedarte. 

— Solo estoy algo cansado. Eso es todo. 

— Supongo que la universidad te tiene como loco este último año — comentó. Hacía círculos con su índice en mi pecho y eso se sentía bien. 

— Sí, claro, la universidad — coincidí. Giré mi cabeza para verlo y me encontré con su bella carita mirándome con una sonrisa. De verdad era un chico muy lindo pero...no era ese el rostro que esperaba ver. 

Me levanté y empecé a cambiarme. Ya quería volver. Si Tomás aún seguía con su chica, no me importaba. Era tarde, estuve varias horas en lo de Fernando, quizás ella ya se había ido. 

Sabía que lo correcto era enviarle un mensaje para saber si no interrumpía nada en su cita, pero no lo hice. Fui directo a casa con la esperanza de encontrarlo solo. 

Cuando abrí la puerta del departamento, todo estaba oscuro y en silencio. La cocina estaba limpia y no había rastros de que hubieran venido visitas. 

La puerta del cuarto de Tomás estaba entreabierta y sabía que no debía espiar pero no me aguanté. Quería ver si estaba ahí, y si estaba solo. 

Sonreí como un tonto cuando lo vi durmiendo, boca abajo, tan pacífico, tan tierno, las manos bajo la almohada y sí, estaba solo. 

Pero también estaba destapado. Y solo vestido con un boxer. Tenía una vista perfecta de su trasero, mierda. 

Se lo miré como todo un calentón, como si no hubiera venido recién de follarme uno. ¿Qué me pasaba? 

El chico que amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora