La fiesta estaba llegando a su fin. Mucha gente ya se había ido y aunque todavía había varios bebiendo y comiendo o bailando, se notaba que pronto finalizaría todo.
Le pregunté a Tomy si quería quedarse hasta el final pero estaba tan cansado que solo su expresión me bastó para entender que ya era momento de irnos.
— Llamaré al uber — dije entonces.
— Espera, antes quiero que conozcas bien a mi mamá — me llevó de la mano hasta ella quien estaba ya más relajada y descansada luego de tanto ajetreo durante la fiesta. Yo ya la había saludado de lejos pero no había tenido oportunidad para acercarme a hablar.
— Mamá, él es Ignacio. El chico del que te hablé — me presentó Tomás cuando estuvimos frente a ella.
La mujer se puso de pie y me sonrió.
— Oh, mucho gusto, soy Lucía. — me dio su mano — Tomy me contó que tú lo trajiste. Estoy muy agradecida contigo. Gracias por cuidar tanto a mi pequeño.
— De nada. Me ha encantado la fiesta. La pasamos muy bien — le dije.
— ¿Así que ustedes viven juntos, no?
— Sí, Nacho es el mejor compañero de piso que me pudo tocar, mamá — respondió Tomás.
— Me alegro entonces. ¿Vinieron en auto? ¿En qué planean volver? — quiso saber.
— De hecho estaba por llamar un uber. No tengo vehículo propio — respondí.
— Oh, no, no — negó de pronto ella. — Olvida eso. Deben estar cansados. Un uber tardaría mucho. ¿Por qué no se quedan en el hotel que está aquí cerca? Ahí nos estamos quedando nosotros y varios de los invitados.
— Wow, nos encantaría, mamá, pero Nacho ya ha gastado mucho dinero en mí esta noche — le contó su hijo.
— Con el uber estaremos bien, no se preocupe — añadí yo.
— No me entendieron. Nosotros lo pagaremos.
— ¿Qué? No, no — ahora era yo quien negaba.
— Por favor, hemos pagado el alojamiento para gente que ni conozco esta noche — susurró en voz baja y con una risita — ¿Cómo no voy a pagarle una habitación a mi propio hijo? No se diga más.
— Pero…— quise detenerla pero ya estaba haciéndole señas a su reciente esposo para arreglar todo el asunto.
Tomy y yo nos negamos para no generar molestias pero no hubo caso. Nos enviaron al hotel a descansar y pasar el resto de la noche allí.
— Creo que me daré una ducha y dormiré hasta el año que viene — comentó Tomás en medio de un bostezo mientras íbamos en el ascensor hasta nuestra habitación asignada.
— Fueron muchas emociones por una noche. Pero al menos dormiremos como nunca en este hotel de ricachones — respondí.
— Tener un padrastro rico tiene sus ventajas — rió Tomy.
Las puertas del ascensor se abrieron y salimos. Abrí la puerta de la que pensé sería una habitación para que compartieran dos personas, y en definitiva lo era, para dos, solo que había una sola cama.
Una cama de dos plazas.Yo me quedé mirando, confundido. Tomy en cambio no perdió tiempo y se echó en la cama.
— Debe haber un error y nos dieron un cuarto para pareja — dije.
— ¿Y qué? La cama se siente espectacular — respondió con la cara hundida en la almohada. — Quedémosnos aquí.
— No vamos a dormir juntos.
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El chico que amo
RomanceIgnacio es un chico tranquilo, algo callado y solitario que está terminando la universidad y solo piensa en la futura vida profesional que siempre soñó. Pero en su último año de estudiante se ve obligado a buscar un compañero de piso y compartir el...