19 | Un intenso comienzo

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Tener novio era algo completamente nuevo para mí. Pero a pesar de ello, me salía de forma muy natural el lado romántico que no sabía que tenía. 
Me encontré a mi mismo siendo más dulce, más cariñoso, más feliz. 

Tomy, quien a diferencia mía siempre había sido así, ahora lo era el doble. Se había convertido en un pequeño monito que vivía prendido a mí. Siempre creí que ser tan empalagoso era algo que no iba conmigo, que no lo soportaría en una persona pero con Tomás nada me molestaba. Estaba tan embobado con nuestra naciente relación que solo quería estar con él 24/7. 

Dormimos juntos cada noche de esa semana a partir de la primera vez. Incómodos y muy apretados, pero tampoco nos importaba. Todo estaba yendo a una velocidad increíble y con una intensidad sin medida. 

— Los primeros meses siempre son así — me comentó Nathan una mañana en que coincidimos en nuestras prácticas en el hospital de la universidad. — Después te calmas y empiezas a soportar al otro un poco menos — rió.

Lo había dicho con tanta naturalidad pero yo me quedé mirándolo preocupado. 

— ¿Por qué dices eso? — pregunté. — Yo veo que Liam te soporta... y demasiado para llevar ya dos años juntos — añadí. 

— Solo digo que es normal que todo sea color rosa y muy intenso al principio — explicó. — Pero a medida que pasa el tiempo, la relación se va estabilizando, se empiezan a notar más las diferencias, hay un poco más de peleas y esas cosas. Ya no necesitas estar todo el tiempo juntos pegados como dos siameses. Pero nada de eso quiere decir que ya no haya amor. 

— Supongo que tienes razón — dije pensando también en las relaciones de mis amigos. Pero ni Nathan ni ellos estaban de novios con una persona tan única y particular como Tomás. Me resultaba difícil imaginarnos no siendo como éramos entonces. 

— Tomás tiene 18, es muy joven y es tu primer novio. Eso explicaría también por qué están tan estúpidamente emocionados por su relación como dos niños de primaria — me molestó. 

— Estamos enamorados, es por eso — lo contradije. — Estamos muy felices juntos. 

— ¿Y cuándo dije lo contrario? Disfruta tu relación, amigo, nadie te dice que no lo hagas. Solo recuerda mantener los pies en las tierra. Además ustedes están viviendo juntos, se supone que eso es algo que haces después de un tiempo, así que ten cuidado.

— ¿Disculpa? — lo miré indignado. — Liam me contó que ustedes enseguida se mudaron juntos. Hasta le propusiste casamiento — reí. 

— ¡Oye! — exclamó ofendido por mi risa burlona. — Sí, también fui así de intenso como tú, por eso te digo estas cosas. Además nosotros pasamos por mucho drama antes de llegar al punto de vivir juntos. 

— Creo que Tomy y yo tuvimos algo de drama también. 

— No como el mío — protestó y yo rodé los ojos. ¿Por qué tenía que contradecirme en todo? Aunque bueno, supongo que en eso sí tenía razón. 

— ¿Qué sugieres entonces? ¿Que me mude para no ir tan rápido? 

— ¿No te vas a ir de todos modos? Ya fue, espera unos meses más y ya está. 

Aquello no se lo pude afirmar pero tampoco negar. Seguía evitando pensar en ese tema y todavía no tenía una decisión clara. 

— Ya no estoy tan seguro de lo que voy a hacer — confesé preocupado. — Me cuesta pensar en la universidad ahora. Ni siquiera he empezado a trabajar en la tesis y es preocupante el hecho de que no me interese hacerlo.  

— Está bien, tienes permitido estar confundido. No seas tan exigente contigo mismo— me sonrió Nathan. — Con tiempo sabrás que es lo correcto. 

El chico que amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora