9 | Solo compañeros

3.9K 445 156
                                    

Un par de semanas pasaron. Las peores desde el beso con Tomás debía admitir, pues nuestra relación estaba cambiando poco a poco. Mis esfuerzos habían valido la pena. No se sentía bien pero era necesario.
 
La cuestión era que doblé mis turnos de trabajo y de prácticas en el hospital para pasar menos tiempo en casa con él. Entre aquello y las clases me dejaba poco tiempo de estudio pero me obligaba a aprovechar las noches para estudiar y así también seguir evadiendo a Tomás. 

Lo mejor era que no tenía que darle explicaciones ni excusas a él por estar tan ausente. Entendía que estaba ocupado y que solo estaba enfocándome en mi futuro. 

Pero Tomás seguía siendo Tomás. Y cuando podía, esos pequeños momentos que encontraba para hablar conmigo los aprovechaba como nunca. Me contaba de sus cosas y me preguntaba cómo me estaba yendo. 

Yo moría por responderle y charlar como antes pero me recordaba que debía ser distante. Si empezaba a ser lindo con él sabía que no iba a parar, y todo comenzaría otra vez. 

— ¿Cómo van tus clases? — me preguntó una mañana que nos encontró desayunando juntos. Últimamente estaba desayunando más temprano para no coincidir con Tomy pero ese día decidió levantarse igual de temprano que yo. 

— Igual que siempre — respondí sin siquiera mirarlo. No pregunté por las suyas ni que hacía despierto casi una hora antes que lo usual. 

— Bueno, uh...este finde voy a quedarme aquí ¿Sabes? Estaba pensando que podríamos hacer algo juntos el sábado — propuso de repente. 

— No puedo. Tengo que estudiar — lo rechacé. 

— Ya sé. Pero también puedes descansar un poco. Has estado de aquí para allá todo el tiempo. ¿Tienes exámenes pronto? 

— ¿Y tú qué crees? — respondí de mala forma. Tampoco era la idea ser mala onda con él pero me era difícil regular qué decir y qué no y cómo decirlo. 

Agachó la mirada, triste, y yo me sentí un maldito. 

Pero tenía que ser fuerte. Tenía que aguantar. 

— Quizás vea a los chicos un rato. Salgamos a beber o algo de eso. Suficiente para relajarme una noche — le expliqué. 

— ¡Que bien! — sonrió de nuevo. — ¿Puedo ir con ustedes? 

— Sabes que no puedes entrar a los lugares donde vamos. 

— Vayamos a algún lugar donde podamos estar todos entonces. O podemos cenar aquí. ¡Yo cocino para todos! — propuso todo emocionado y lindo como era él. 

Mierda, si actuaba así ¿cómo demonios dejar de gustar de este niño? Me la complicaba demasiado.

— No — negué. — Quizás tenga otro planes luego. No quiero estar en casa un sábado a la noche.

— Oh, ya entendí. ¿Vas a ir a tener sexo con alguien? — preguntó directamente. — ¿Esos son tus planes para este finde? — añadió luego como desilusionado. 

— Si surge algo, con gusto aceptaré obviamente. ¿Crees que prefiero quedarme encerrado aquí cuando puedo ir a follar?

— No sé...— respondió sin mirarme. — Yo...creí que después de estar tanto tiempo ocupado, querrías pasar tiempo conmigo...como antes. Ya ni cenamos juntos.  

Oh, mierda. 
¿Por qué tenía que ser tan malditamente tierno? 

Apresuré mi café, tenía que salir de allí cuanto antes.

— ¿Y tu novia? Aprovecha y pasa tiempo con ella — le dije tratando de mantenerme serio y cuerdo. 

Hasta ahora Tomy no me había contado específicamente cómo iban las cosas con esa niña. Solo sabía que seguían saliendo y nada más. Pero no me contó si la besó o pasó algo más con ella. Y yo obvio tampoco pregunté aunque me moría por saber. Suponía que a esa altura ya debieron de haber pasado muchas cosas e imaginarlas era una maldita tortura para mí. 

El chico que amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora