Hace pocos años, muchas cosas parecían normales. Con 24 años uno piensa que tiene todos los problemas resueltos, ya que los adultos son lo máximo o eso pensaba ella cuando tenía seis años. Pequeña ingenua. Aún recordaba con ternura e inocencia como de pequeña soñaba a lo grande con ser mayor, pensaba: "Tendré una casa, un esposo, mascotas, un carro, bebés, viajaré y seré feliz" sueños y anhelos comunes a esa dulce edad. Sin embargo, de todo eso lo único que tenía en su realidad eran recibos por pagar, problemas emocionales, exámenes y una deuda con el alquiler del mes, el cual le indicaba que tarde o temprano la botarían de su departamento y con ello se irían por la borda todos sus planes y proyectos. De verdad que era un mal momento para perder un trabajo y peor si estaba viviendo sola en la capital. Si sus padres se enteraran de la situación, sabía que la matarían o espantarían ¿Cómo demonios dejarían que su única hija se quedara sola en la calle? Es verdad que la harían volver, pero eso era lo último que quería. En su pueblo natal con las justas habían colegios y si hablamos de universidades, peor. Si la hacían volver algo le decía en su mente que nunca podría tener una carrera, o que sus padres ya no le ayudarían con una parte de los estudios. El fracaso y los malos rumores eran su mayor temor.
Sea como sea estaba cagada, necesitaba que le aceptaran en este nuevo empleo, pero cómo asegurar la victoria si estaba tan nerviosa, con su mente en miles de problemas. Se detuvo un momento para verse en el vidrio de un carro para pensar "Justo esta mañana no me veía atractiva" ¿Qué demonios tiene que ver el físico con el trabajo? Pues parece que hoy en día mucho. Le parece ridículo que a los contratistas no les falta con que uno esté estudiando en una de las mejores universidades o que tenga notas superiores, pues también es necesario ser alta, delgada, con curvas provocadoras y una risita chillona y molesta ¡Como le joden la vida! Se veía tan "Betty la fea", bueno nunca tanto, pobre chica.
Miró su reloj y vio que faltaban 20 minutos para las 9:00, maldecía ser tan dormilona y usar tacones altos. Miraba su reloj asustada a cada segundo, para encontrar algo de calma, sacó su celular y vio en el Guugle Maps que no faltaba mucho para llegar, al menos estaba cerca, pero vaya consuelo y más sabiendo que para una entrevista de trabajo siempre es bueno llegar con 20 minutos de anticipación. Llegó a la esquina estresada y sudando, iba a volver a maldecir para sus adentros, pero algo la distrajo. En esa esquina había un niño pequeño, pelirrojo, llorando, con una mochila negra en sus manos y los zapatos desatados, estaba perdido, era evidente, pero lo que más le preocupo fue ver cómo las personas pasaban de largo ignorando al pequeño pensando, tal vez "Alguien más lo ayudará", maldito pensamiento egoísta.
- ¡Hey! amiguito ¿Estás perdido? – se acercó a él con miedo de asustarlo
- Sí... – era poco entendible lo que decía
- Ok, ya no llores ¿de acuerdo? Yo te voy a ayudar a encontrar a tu familia – miró a todos lados – dime ¿Con quién estabas hace poco?
- Con mi hermano mayor... me dijo que me quedara afuera del edificio mientras guardaba el carro, pero me fui y me perdí – contestó asustado
- De acuerdo... - dijo un poco molesta ¿Cómo hace que un niño lo espere mientras guarda su carro? - ¿Sabes la dirección de tu casa? Te puedo ayudar a llegar
- No... – respondió asustado y temblando
- De acuerdo, no te preocupes – lo miró fijamente y notó la mochila - ¿Esa mochila es de tu hermano?
- Sí señorita – la estaba matando de ternura que sea tan educado
- De acuerdo – se sentó en el piso – primero te voy a amarrar esos zapatos, luego necesito que veas dentro de la mochila y me digas si hay algún documento que podamos usar para encontrar a tu hermano – de repente vio que el pequeño agarraba su estómago con vergüenza, lo cual le dio risa y pena, no pudo evitar preguntar - ¿Te gustan los triples? Aquí hay una cafetería, te invitó algo y vemos lo de tu hermano
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La casualidad de querer quererte
Romance¿Era un encuentro casual o una mera coincidencia? Tal vez sería un capricho del destino o solo una acción en cadena imposible de detener. Ni ella misma lo sabía, pero sí entendía que, de ser así, el destino es lo más complicado de entender y perdona...