- ¿Tienes ya todo listo? – preguntó nervioso
- Sí Diego, no te preocupes por mí – dijo mientras recogía sus cosas para salir
- ¡Me preocupo por el cliente! – daba vueltas por toda la oficina – no entiendo, de verdad que no entiendo, padre sabe muy bien lo importante que es este cliente, sabe que es una persona con mucho dinero y grandes clientes en el mercado y sabiendo eso... ¿Por qué demonios te manda a ti a presentar los servicios?
- ¿Tan importante es para el estudio?
- Tienen muchas acciones...
- La verdad... me pongo un poco nerviosa con lo que dices...
- ¡Claro que debes ponerte nerviosa! Y mucho... - la miró un poco desconfiada, pensó que a lo mejor estaba mal lo que hacía, no debía decirle eso, ya que peor era, la preocupaba – ok, ok, ok, vamos a calmarnos – se sentó y frotó su cabeza con cansancio – no entiendo el motivo por el cuál tú vas a llevar el cierre de este proyecto, pero lo hecho, hecho está y no podemos negarnos
- ¿Y si lo conversamos con el señor West? A lo mejor se anima para que seas tú...
- Ni hablar – la interrumpió – a ese hombre cuando se le mete algo en la cabeza, nadie se lo saca, es muy terco y testarudo, solo vamos a perder nuestro tiempo hablando con él – Sabina pensaba que se parecía a él
- ¿Entonces qué hacemos?
- ¿Hacemos? Hacemos me suena a manada... yo no voy a hacer nada ¡Tú vas a ir, te sentaras con el señor Rossi, le presentaras los servicios, escucharás sus necesidades y luego le ofrecerás lo que necesite! – se quedó en silenció, luego la miró, ella no hacía nada, seguía ahí parada sin hacer nada y se alteró - ¿Sigues aquí? – sorprendió a Sabina por su tono de voz alto – ¡Ya anda niña, ve, ve! – la espantó con sus manos
Vaya problema en el que se estaba metiendo. Recordaba como justo ese mismo día, sin aviso, sin consultar y sin prepararla, el señor West le informó que ella llevaría una reunión muy impórtate con Rossi De La Prada, un importante empresario en el sector de exportaciones. Era una oportunidad de oro, pues el señor Rossi siempre había trabajado con otros estudios, sin embargo, por actos de competencia desleal dejó de contar con los servicios del otro estudio, al parecer el estudio cortó relaciones con él. Algunos dicen que era porque las exigencias del empresario eran muy demandantes, ya que era uno de los mayores competidores en el mercado local y a nivel global. Entró a la sala de reuniones y vio al señor Rossi, era un hombre de mediana edad, un poco robusto, con rasgos americanos y muy canoso. Lo saludó y luego se sentaron a conversar. Las cosas estaban yendo bien, el señor Rossi entendía lo que Sabina le explicaba y se sorprendía por lo que ella le ofrecía.
- Y dígame señorita ¿Ustedes están saturados con las demandas de otros clientes? Porque necesito disponibilidad inmediata y dedicación total para mi empresa
- De eso no se preocupe señor Rossi, tenemos un equipo muy amplio de trabajo, contamos con más de 140 abogados y para su caso armaremos un equipo especial que se dedicará solo a su marca
- Entiendo, eso es bueno
- Correcto sobre la reunión ¿Tiene alguna duda adicional?
- Sí quisiera saber ¿Qué servicios suele brindarles a las demás marcas? – Sabina se sorprendió, esperaba otro tipo de pregunta
- ¿A nuestros otros clientes?
- Sí – se acomodó en su silla – tengo entendido de que ustedes ven diversos clientes, ya sean marcas dedicadas a productos y servicios, economías del mercado, bancos y empresas de importaciones y exportaciones
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La casualidad de querer quererte
Romance¿Era un encuentro casual o una mera coincidencia? Tal vez sería un capricho del destino o solo una acción en cadena imposible de detener. Ni ella misma lo sabía, pero sí entendía que, de ser así, el destino es lo más complicado de entender y perdona...