Sin decir nada, se levantó de su silla, quiso salir con calma del salón de reuniones, pero como estaba abrumada por la vergüenza y la pena, terminó corriendo. Mantuvo la calma en sus ojos, aunque cada vez viera más borroso, hasta que por fin llegó al baño, cerró la puerta con seguro para luego desplomarse en el piso, comenzó a temblar para romper al fin en llanto. Se sentía minimizada y avergonzada pensaba ¿Por qué demonios se fue corriendo? Eso era lo peor ¿Ahora cómo daría la cara? ¿Cómo podría seguir en este lugar? Pero más que eso ¿Quiero seguir aquí? Estaba frustrada, tenía muchas cosas en su mente, ya no sabía ni qué quería, pero creía que no valía la pena soportar todo lo malo. Estaba imaginando que tendría que buscar otro trabajo, calculando en bruto, tendría un mes para buscar algo nuevo o en consecuencia se tendría que mudar o ver de hacer algo más, pero ya no podía seguir en esta situación. Su mente estaba en caos, solo pensaba, pensaba y pensaba ¿Por qué eran así con ella? ¿Todos los demás estudios serían así? ¿Ser un "profesional" implica ser malo y cruel con las personas? No tenía ni una sola respuesta, pero tampoco quería pensar más, solo estaba concentrada en las escenas que acababan de pasar y en el dolor que le causaban sus ojos de tanto llorar, le ardía la garganta de tanto aguantar los gritos del llanto. Tenía que calmarse y pensar en otras cosas.
Al parecer, la idea de pensar en algo más funcionó un poco, ya que luego de varios minutos logró tranquilizarse, se levantó y quedó asustada al verse en el espejo, su rostro... siempre que lloraba terminaba con la cara inflada, los ojos hinchados y la nariz roja, como Rodolfo el Reno. "Esto me pasa por ser tan blanca, debería broncearme" Pensaba molesta. Salió esperando que no fuera tan evidente su rostro lloroso, quería irse al último piso del edificio para pensar mejor, pero se tapó de inmediato al ver que Liam estaba afuera del baño, apoyado en la pared, esperándola.
- Ya iba a entrar... - dijo al verla salir
- ¿¡Cómo sabías que estaba aquí!? – dijo avergonzada tapándose el rostro
- Soy bueno siguiendo a las personas – se acercó a la chica – oye, pero ¿Por qué te tapas la cara? Te vas a ahogar – dijo entre bromas
- ¡No es por nada, déjame un rato por favor! – dijo en voz alta
- Tranquila, no te voy a decir nada – sentía su mano dando masajes en su cabeza, eso le daba tranquilidad, parecía una niña de reconocerlo, pero en esos momentos necesitaba consuelo – te seré honesto Sabina, creo que no hiciste nada malo, tu intervención fue magnífica, lo único malo que hiciste fue darle una idea tan buena a alguien tan idiota como Diego
- Solo quedé en ridículo... – dijo volviendo a llorar
- No – hizo una pausa - él quedó en ridículo y por eso reaccionó como un mal perdedor – Sabina solo lloraba tratando de encontrar confort en las palabras de Liam – Sabina, mírame – dijo en voz baja – ya no llores por favor
- Me siento como una tonta... ¡No quiero ni saber qué me van a decir cuando vaya a la oficina! – dijo rápidamente
- ¿Lloras por eso? No te van a decir nada porque me quedaré contigo
- ¡Tú nunca estás aquí tonto! – contestó sarcásticamente
- Es verdad... pero ahora tengo otros motivos para venir – sonrió – ¿Te cuento por qué? Pues como no dices nada te contaré... veras... tengo una buena amiga que trabaja para un idiota que conozco muy bien, pero mi amiga es tan tonta que no sabe defenderse, es muy brillante y trabajadora, pero es un poco boba, entonces no puedo dejarla sola, ya que la pueden tratar mal ¿La conoces?
- Sí... es una idiota
- No, es una chica muy brillante, pero las personas con las cuales trabaja sí son unos verdaderos idiotas, creo que se rodea solo de tontos, incluido yo
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La casualidad de querer quererte
Romance¿Era un encuentro casual o una mera coincidencia? Tal vez sería un capricho del destino o solo una acción en cadena imposible de detener. Ni ella misma lo sabía, pero sí entendía que, de ser así, el destino es lo más complicado de entender y perdona...