Otra semana ¿Desde cuándo maldecía los lunes? Desde que entró a trabajar en WWM. Sabina no perdía tiempo, ya que había adelantado y organizado muchas cosas durante las primeras semanas. Primero, con la casera quedó en que le pagaría a fin de mes el alquiler del departamento, al inicio la casera no le creyó, ya que tenía dudas, en consecuencia, Sabina tuvo que enseñarle su hoja de contrato "Que poca fe la de esa señora, como si cobrará mucho dinero" Pensaba cansada de la desconfianza de aquella mujer. Segundo, estaba acordando con sus padres que no la apoyaran en los siguientes meses con los gastos de la universidad, con eso les podría quitar ese peso y darles tranquilidad por un tiempo. Tercero, ya estaba haciendo planes de ahorro y proyectando ingresos. Todo estaba en relativa tranquilidad y yendo por el camino correcto, sin embargo, todo tenía un costo y en este caso, era su trabajo.
Desde que comenzó a trabajar dejó de lado todas las demás actividades, o las pocas que ya tenía, ahora solo se dedicaba a estudiar y trabajar. Pensaba con pena como se había olvidado de la idea de ver a sus amigos, almorzar con tranquilidad, desconectarse para relajarse o dormir lo necesario y normal para un ser humano, pero no podía, estaba en un lugar donde la carga laboral era alta y donde cada vez se convencía más de que era una esclava y no una practicante. Diego solía pedirle cosas sin sentido, como que recogiera su ropa de la lavandería, que pidiera su comida, que le llevara café, que contestara sus llamadas y escribiera sus documentos. Si bien todo era frustrante, este último detalle la terminaba de matar. Sabina se sentía frustrada, reconocía que Diego era un gran abogado, sin embargo, en varias oportunidades se olvidaba de detalles o de ser especifico e incluso en algunos casos veía fallas que eran fáciles de solucionar, pero nunca prestaba interés en las sugerencias de la chica y solo le respondía "No te metas", "Cuando tengas más tiempo opina", "Limítate a tu trabajo y deja mis cosas en paz" o "No me toques nada, que nada sabes hacer bien" estaba cansada de esos comentarios, pero por desgracia no solo tenía que aguantar la mala lengua de él.
- ¿Sigues aquí? Ya deberías estar recogiendo el pedido del señor Diego – entró Sandra, la asistente personal de Diego, la mujer de la cual Liam la advirtió. Era una mujer alta, de voz aguda e irritante, tenía el cabello rubio, sus ojos eran azules y tiene la piel bronceada. Era muy guapa, tenía que reconocerlo, pero también estaba bien operada, ese culo no es de tamaño natural, pensaba Sabina - ¿Niña me escuchas? – volvió a decir molesta
- Señorita Sandra... yo no tengo que ir, estoy organizando los papeles – contestó en voz baja, ya que cuando se negaba a hacer las cosas que le indicaba, se quejaba con Diego y este le llamaba la atención
- ¿Qué estas insinuando? ¿Acaso crees que yo tengo que hacerlo? Yo soy la asistente personal del señor Diego – la miró con desprecio – no su empleada, creo que tenemos que comenzar a ubicarnos en este mundo niña...
- Le aseguro que ella está bien ubicada y que tampoco es su empleada – Sabina conocía esa voz, tan despreocupada y relajada, pero agradable
- ¿Liam? – efectivamente era él, pero estaba bien vestido, distinto a la primera vez que lo vio, su cabello estaba bien peinado, usaba un terno de color negro, camisa blanca, corbata negra y sin sus zapatillas blancas
- Hola Sabina – le sonrió para luego ver a Sandra con mayor seriedad - ¿Qué sucede señorita Sandra? ¿Sique aquí? ¿No tiene que ir a recoger el pedido del señor Diego? Ya va a comenzar la reunión
- Señor Liam... disculpe, pero esas tareas no me competen, yo no soy una empleada – su actitud cambió, hablaba en tono más bajo y sin sarcasmos, parecía una lame culos
- Entiendo y siguiendo esa lógica ¿Qué le hace pensar que la señorita Sabina sí es su empleada? Porque así está describiendo esas labores como "empleada" y le dice adicional que se "ubique", con eso puedo asegurar que la está menospreciando. Ahora, le informo que tampoco es obligación de ella hacer lo que le dice, así que por favor no la esté tratando como si fuera su empleada, si necesita algo pídalo a otra persona, pero no a los que sí tienen trabajo por hacer
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La casualidad de querer quererte
Storie d'amore¿Era un encuentro casual o una mera coincidencia? Tal vez sería un capricho del destino o solo una acción en cadena imposible de detener. Ni ella misma lo sabía, pero sí entendía que, de ser así, el destino es lo más complicado de entender y perdona...