Capitulo 7

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Sara estuvo deprimida todo el resto del día. No comió y tampoco se levanto de la cama. Eso me estaba preocupando por lo que a eso del atardecer, la lleve casi a rastras a comer un helado. Se dice que lo mejor para la tristeza es el helado de chocolate, y según mi experiencia, es verdad. Mi hermana subió sus ánimos finalmente y eso me hizo feliz. 
-ese idiota- decía  Sara entre bocado y bocado de helado- no lo perdonare aunque venga rogándome de rodillas. De todas formas esto no estaba funcionando. ¿Te había contado que un chico me invito a salir? eso demuestra lo muy poca falta que me hace. 
Parecía que no iba a detenerse pronto por lo que me dedique a observar mis alrededores. Para comprar el helado tuvimos que caminar bastante hasta la plaza de la ciudad. No es que no hubieran otras tiendas más cercanas, si no que la plazuela era particularmente el sitio de reunión para los jóvenes (por encontrarse en el centro de la ciudad), y en este momento, lo que mi hermana necesitaba era distraerse. El lugar no estaba demasiado lleno, pero tampoco vacio. Por suerte, no había parejas por todas partes como en otras ocasiones, pero se encontraban bastantes hombres y eso tampoco era bueno. Como si leyeran mi mente, dos chicos de más o menos mi edad se acercaron a nosotras.

-Muchachas, ¿vienen solas?- pregunto el más alto de cabello castaño y ojos color chocolate- dice mi amigo que si podemos hacerles compañía.

-No le crean muchachas. Este hombre les manda saludos- dijo su compañero. Un chico más bajito de pelos rojizos y que usaba lentes oscuros.

Esto siempre ocurría cuando salía fuera. Era por eso que prefería quedarme en casa, mirando anime todo el día, aunque me tacharan de rara. Nunca me gustaron las multitudes y menos los hombres.

-no estamos interesadas- contesto mi hermana, metiéndose una cucharada de helado a la boca.

-Mi madre nos dijo que no habláramos con personas extrañas- continúe

-No piensen mal- se defendió el castaño- solo queremos acompañarlas. No haremos nada sospechoso.

-dijo que no estaba interesada- respondió una voz diferente detrás de mí al tiempo que sentía unos brazos alrededor de mis hombros- ¿buscas algo con mi novia?

Todos nos quedamos en silencio ante la aparición de un joven alto, musculoso y de cabellos rubios que hacían juego con sus ojos color verde. Los chicos frente a nosotros se miraron uno al otro.

-No, solo estábamos hablando. Un placer conocerlas muchachas- dijo el pelirrojo mirando al joven que me mantenía abrazada, antes de alejarse junto a sus compañeros.

-Josué, ¿Desde cuándo soy tu novia?- pregunte sin siquiera mirarlo.

-¿Pero qué dices Lucy? Nos acabamos de hacer pareja en este momento- respondió con una sonrisa, soltando su abrazo y posicionándose en frente de mí- ¿tan rápido quieres cortar?

-Creo que Lucy tendría mejores gustos- comento Sara, lamiendo su cuchara.

Nuestro hermano mayor hizo una cara de cachorrito a lo que nosotras correspondimos con una carcajada.

-¿Qué haces aquí Josué?- pregunte después de que las risas pasaran.

-¿Acaso es un crimen querer ver a mis hermanas favoritas?- pregunto haciendo un tierno puchero. Josué podía cambiar su cara en muchas distintas muecas que siempre lograban su cometido: hacerme rendir.

-Somos tus únicas hermanas Josué- dijo Sara levantándose de la banca para tirar a la basura el envase de helado vacio.

-Oye Lu- así me llamaba mi hermano- ¿Cuándo inician tus clases?

-La semana que viene. ¿Por qué lo preguntas?

-Solo tenía curiosidad. ¿Segura que no quieres vivir conmigo?- pregunto Josué de nuevo.

Mi hermano tenía problemas a la hora de ir a la universidad, pues esta se encontraba bastante lejos de casa (aunque en realidad es cercana), por lo que después de discutirlo con mama, decidió volverse independiente. Compro su propio apartamento, y desde que se entero que mama se volvería a casar y conociendo mi aversión a los hombres, me ha insistido para que me mude también.

-No es necesario, hermano. No quiero dejar a mama sin nosotros ahí. Se sentiría triste- conteste.

Sara vivía en otra ciudad, con nuestra abuela paterna, por lo que volvería dentro de un par de días. Eso me dejaba sola, y al cuidado de mi madre, aunque pronto eso ya no sería necesario.

-está bien. Por cierto, ¿Qué compraste tu?- pregunto de pronto seguramente notando que no llevaba nada en mis manos.

-Gaste todo mi dinero en la nieve de Sara- conteste con los hombros caídos. De hecho, yo también quería algo de helado, pero el egoísmo de mi hermana no me lo había permitido y solo por el asunto de su depresión, me había contenido las ganas.

-de acuerdo. Entonces, yo te invitare algo- sugirió mi hermano- por cierto, ¿le sucedió algo a Sarahi?- ese era el nombre completo de nuestra hermana menor. Josué era el único que aun lo usaba.- la veo muy decaída.

-Ella y Javier, tuvieron una discusión- mentí de inmediato. No era buena idea contarle los detalles, ya que Josué al igual que yo, era amigo de Javier y si supiera la verdad, ocasionaría bastantes problemas.

-Ya veo. Eso explica mucho- no parecía muy convencido pero aun así, decidió creer en mi palabra, lo que me causo un sentimiento de culpa por engañarlo. De pronto, mi hermano se dirigió a unas bancas que se encontraban en la dirección opuesta a donde caminábamos y que ocupaba un chico de cabellos oscuros- ¡Daniel!- lo llamo Josué

Yo seguí a mi hermano dirigiéndome hacia esa persona, quien se mantenía con la vista baja mientras en sus brazos sostenía una guitarra. De pronto, levanto el rostro y nuestras miradas se encontraron. Unos ojos cafés se mezclaron con el verde de los míos, y por un momento, me sentí desnuda. Mi corazón comenzó a latir tan fuerte, que el pecho me dolía. Aparte la mirada refugiándome en mis zapatos. Mis latidos aun eran rápidos y comenzaba a ponerme nerviosa. ¿Qué era esta sensación? ¿Miedo? No era eso. ¿Entonces qué era?

Levante el rostro y me di cuenta que el chico ya no me miraba sino que su atención estaba en mi hermano. Ellos hablaban de algo que no lograba comprender, pues mi mente estaba en blanco. Al no verme observada por él, mi corazón comenzó a tranquilizarse. ¡Ah!  Seguramente me puso nerviosa ser vista  directamente a los ojos por un hombre. Nunca eh podido soportar algo como eso, a excepción de mi hermano. Eso explica esta sensación como de pánico. Simplemente, fue repentino.

Una vez aclarado ese asunto, quedaba la pregunta. ¿Quién rayos era él?

Corazon de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora