Capítulo trece.

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Las siguientes dos semanas fueron tan grises como solían ser antes y esta vez la peor parte se la llevó Chan. Seungmin aún continuaba sintiéndose como la mierda pero no tanto como su, ahora, ex novio.

— Chan, el grupo Wei está aquí en Moscú... —ese fue Felix— El presidente Guan Baixing quiere verte.

— Programa una reunión en algún restaurante o no sé. —se encogió de hombros— No me molestes.

— Deberías dejar de tomar. —le dijo.

— Y tu deberías dejar de joderme. —lo señaló con su botella de whisky— Más vale que hayas aumentado la vigilancia en casa de Seungmin. Si algo llega a pasarle... —hipó— Tú serás el primero en morir.

— Vete a la mierda. —el peliverde rodó los ojos antes de salir allí.

Abrió su cajón y miró las pastillas de éxtasis, ni lo pensó cuando se metió dos a la boca. Si ya estaba borracho y drogado, ¿qué mal podía hacer un poco más de droga?

Él era fuerte, era una de sus características más distintivas. Pero no lo era cuando se trataba de Seungmin. Sabía que la había cagado pero no lo había hecho con mala intención, dejó que su chico lo creyera así porque no iba a arriesgarse a que su plan se fuera por la borda.

Pero aún así dolía.

Porque al igual que Seungmin, él tampoco había conocido a otra persona. Jamás depositó su confianza al cien por ciento en alguien que no fuera su novio.

Si sabía que iba a entregarlo a la DEA, pero no se resistió ni huyó. Comprobó que había hecho lo correcto cuando se enteró que su antigua casa se había incendiado.

Seungmin...

Aquel dulce chico de doce años que solía llamarlo hyung, que todos los días se tomaba su tiempo para enseñarle idiomas y todas las cosas que él no había aprendido por seguir un mal camino. Seungmin era inteligente, quizá la persona más lista que había conocido.

Era el amor de su vida.

Había entrado a su vida de tal forma que ahora no podía desprenderse de él por más dependiente que aquello sonase. Ambos eran jóvenes pero Chan supo de inmediato que ese lindo y regordete muchacho de mejillas rosadas y labios gruesos, sería su compañero para siempre.

Y sonrió, viéndolo sentado frente a él.

Ya no estaba seguro de si habían sido las drogas o el alcohol pero estaba feliz de poder verlo.

— ¿Me extrañaste, Chanie? —la dulce voz de su novio hizo eco en sus oídos.

Ex novio había dicho, pero Chan quería creer que eso no era cierto.

Así que se dejó llevar y asintió en respuesta al pelinegro, quien se paró de la silla frente a él y fue a sentarse sobre sus piernas. Comenzó a acariciarle el cabello con lentitud, haciéndolo sentir en el mismísimo paraíso aunque fueran unos segundos.

— ¿Tú me amas verdad? —susurró desesperado— Yo sí te amo, sé que tú lo sabes. —comenzó a llorar.

— Claro que lo sé. —se paró de sus piernas— Pero yo no sé si te amo... Es más, no sé si llego a quererte. —comenzó a caminar hasta la puerta para luego abrirla— Nos vemos.

Y salió corriendo de la habitación.

Chan se paró rápidamente para correr detrás de él aunque todo le daba vueltas. Apenas abrió la puerta que daba al patio, todo dejó de ser como lo conocía y se transformó en algo así como en un campo lleno de flores de cerezo.

Sirens ❣︎ chanseungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora