Capítulo catorce.

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Seungmin estaba harto de aquellos imbéciles. Incluso pudo reconocer a Jinwoo afuera de su casa y no pudo evitar jalarse los cabellos. ¿Acaso Chan sabía lo que significaba privacidad al menos? Ya que no eran nada, podría al menos respetar su vida en solitario.

Sabía que lo seguían incluso a su nuevo trabajo.

Nuevo trabajo que consistía en salir de su apartamento, caminar una cuadra y atender en un pequeño supermercado que estaba ubicado en la esquina.

Nada de otro mundo pero era mejor que nada.

Mientras tanto, en el sótano de la casa de Bang se oían solamente quejidos del pobre diablo que estaba atado a la silla.

— ¡Dime lo que sabes! —cortó otro dedo de su mano— Tu sufrimiento podría terminar aquí...

— No sé nada, lo juro... —jadeó.

— Sí sabes. Podrías hablar ahora y hacer todo más fácil. —se agachó para poder cortarle un dedo del pie.

— D-De verdad que n-no sé n-¡Mierda! —gritó al sentir otra herida.

— Vamos hombre... No me obligues a cortarte la polla. —amenazó— Dime dónde está ese imbécil y yo quizá te suelte.

— ¡D-De verdad no sé! Zhou está aquí en la ciudad p-pero no sé m-más que eso... —sollozó.

— Sabes más. —afirmó, antes de darle un puñetazo.

— ¡T-Te j-uro que n-no! —el tatuado le enterró una navaja en el muslo— ¡Ah!

— ¿¡Qué demonios busca él aquí!? —pateó directo a su rodilla.

— ¡D-De verdad no sé! —gritó.

Entonces, harto de aquella situación, Chan tomó el arma que estaba a su alcance y le disparó directo donde más le dolía.

— No pudiste salvar tu pequeña polla pero podrías salvar lo que queda de ti. —sonrió— Así que puedes decirme a qué vino Zhou y ahorrarte más dolor.

— V-Vino por S-Seungmin... —jadeó— É-Él quiere a tu novio... —escupió un poco de sangre— Déjame ir... Por f-favor...

El hombre rogó y rogó, pero ya harto, Chan tomó una escopeta y acabó rápidamente con su dolor. Ya tenía la información que necesitaba así que simplemente llamó a uno de sus empleados para que limpiara y arrojara el cadáver en ácido. Luego, rápidamente reaccionó y pidió que por nada del mundo, dejaran de vigilar a su rubio. Maldita sea, ojalá Seungmin jamás se hubiese quitado el anillo.

Se dió la ducha más rápida del mundo y se cambió en menos de cinco minutos, armándose por las dudas.

Subió a una de sus tantas camionetas y manejó rápidamente hacia la casa del menor, sin embargo cuando estaba en uno de los semáforos recibió una llamada de Jinwoo. Iba a ignorarla puesto que ahora mismo debía reunirse con él, pero también sabía que no iba a llamarlo por nada.

— Jinwoo, ¿qué pasó?

— E-Eran demasiados, jefe... —tomó aire— Mataron a la mayoría d-de nosotros y... Se llevaron a Seungmin. —tosió— Salieron para el norte, fueran camionetas negras y r-rojas... —jadeó— P-Perdón...

— No se muevan, iré por ustedes. —cortó la llamada.

Se guardó el celular en el bolsillo antes de acelerar hacia su destino. Ese hijo de puta de Zhou Qieong se las iba a pagar, todas y cada una de las cosas que le había hecho a él, y a Seungmin.

No iba a dejar que le hiciera daño de nuevo.

— ¡Jinwoo! —se arrodilló frente a él, tratando de ayudarlo a levantarse— ¿Quién más...?

Sirens ❣︎ chanseungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora