Capítulo ocho.

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La mañana llegó y con ello, aumentó la tristeza del rubio porque no quería ver partir a su pareja de nuevo. Pero no había nada que pudiese hacer para que él se quedara. Había probado de todas las formas posibles.

— ¿De verdad tienes que irte? —se abrazó a él con fuerza— Por favor, quédate un ratito más...

Chan suspiró. Tampoco quería dejarlo pero, eran cosas del oficio y si había algo que él odiaba era a los malditos imbéciles que querían pasarse de listo con él. Cualquiera que se atreviese a hacer tratos sucios a sus espaldas para estafarlo, lo iba a pagar.

Claro que Huang Xiao no sabía que ya estaba enterado de sus trampas, por eso le habló tan falsamente el día anterior. Iba a hacer de él un maldito saco de plomo, no sin antes torturarlo claro está.

— Voy a volver lo más pronto posible, no te estoy mintiendo ahora. —lo miró fijo— Te amo. —acarició su cabello.

Posteriormente se levantó con lentitud de la cama, no queriendo voltear a mirar a Seungmin porque mierda, realmente no quería dejarlo pero tampoco podía llevarlo. Se moriría si por su culpa algo malo le ocurriese a su rubio.

— Te extrañaré mucho. —el menor se sentó en la cama, aún desnudo y con la sábana cubriéndole solamente sus partes íntimas.

— No creas que yo no. —rió, también desnudo mientras buscaba ropa en el vestidor y se metía a la ducha.

Suspirando, Seungmin se levantó y se puso ropa. No iba a ducharse porque hacía frío y porque no tenía ganas. También tomó una pequeña cajita de su mesa de luz para luego llamar a su pareja.

— Es para ti... —tendió la cajita— La mandé a hacer... Yo espero que te guste. —le sonrió.

Con ojos brillosos, el mayor tomó aquella caja de terciopelo y la abrió para encontrarse con una cadena. Era simple, sin dijes ni nada de eso porque Seungmin sabía lo mucho que su novio odiaba las cosas cargadas. y frívolas.

— Gracias. —lo abrazó— Quiero usarla ahora, ayúdame.

Con una sonrisa, el menor lo ayudó a colocarse el accesorio.

Fue así como el rubio terminó acompañando al mayor hasta la salida, donde una camioneta manejada por Jinwoo esperaba por él. Seungmin se aseguró de memorizar bien quiénes iban con él y se dijo a sí mismo que si algo le ocurría a su novio, esos serían hombres muertos.

No era el tipo de persona que adorase usar armas, pero salió muchísimo tiempo con el que iba en el asiento de copiloto.

Y sus citas no eran las más comunes.

"Hey Seungmin, vamos, quiero enseñarte cómo disparar una pistola", "hoy te mostraré cómo usar correctamente AK-47". "Haremos granadas caseras, mi amor", "mira, te enseño cómo noquear a alguien", "y así, es como puedes pasar desapercibido." Entre otras tantas cosas que habían hecho.

— ¿Quieres decir algo, cariño? —le dijo Chan desde el auto.

Seungmin se acercó hasta la ventanilla y le dió un dulce beso antes de mirar a todos los acompañantes.

— Como venga con un puto rasguño, todos ustedes mueren. En especial tú, Felix. —sonrió tiernamente— Nos vemos, que tengan buen viaje. —se alejó de la camioneta y volvió a la casa, yéndose directo a la cocina.

A último momento, Chan le pidió al peliverde si podía acompañarlo.

— Soojin, ¿puedes hacerme un desayuno que diga, estoy enojado y odio a mi novio pero aún así no quiero que nada le pase? —pidió.

Sirens ❣︎ chanseungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora